jueves, 30 de diciembre de 2010

El espíritu de la Navidad también en crisis II



Por contra, mientras en las calles apenas parece que hay sentido navideño es entrar a un centro comercial y te encuentras todo lo contrario, se han convertido en los verdaderos oasis de la Navidad, se llenan de color, de luces, de figuras, de espumillón y de escenarios tematizados donde los niños se lo pasan en grande. Es entrar y empezar a desear a querer, a preguntarse por qué yo no tengo esto o no tengo lo otro,  todo está a nuestro alcance y la Navidad se puede conseguir muy fácil, eso si, con dinero.


Casitas de cuento y árboles de navidad que llenarían el 50% del piso de un mileurista esperan a miles de consumidores para que dejen sus tarjetas al rojo vivo en estos días aludiendo al espíritu navideño. Para los niños es un parque de atracciones nuevo, sus sonrisas se dilatan y enfundados en sus anoraks acolchados corren como croquetas con patas de un lado para otro.


Madres y padres enseñan a sus hijos como se mueven los renos autómatas o los papá noeles como si se ahorraran una entrada para el cine, desde luego no hay mejor espectáculo en 3D. Los niños abren sus ojos y retienen en sus incipientes cerebros los buenos mensajes de la navidad: ayudar a los demás, no gastar cuando otros no tienen,… en muchos momentos, me imagino a alguien acabando con todas estas nuevas idolatrías (lo siento por mi espíritu anti-navideño, sé que los niños no tienen culpa, pero los mayores, alguna tenemos).


Las tiendas engalanan sus escaparates, de color rojo, oro y blanco, es el opuesto al mundo real que se vive en la calle de colores grises y pardos. Las tiendas vacías por las mañanas y tardes, rebosan de gente a última hora que por cumplir con el último regalo son capaces de comprar cualquier cosa.


Uno de los mejores enganches que tienen los centros comerciales es la presencia de Papá Noel (ahora) y Los Reyes Magos (después, pero por unidades) para que los niños les pidan los deseos. Así los padres hacen colas estoicas con los niños que cada minuto preguntan cuanto queda para ver a Papá Noel mientras tiran del pantalón de sus padres. Y la cola se hace cada vez más larga y los nervios afloran conforme se acerca la hora. Siempre hay algún padre con vocación frustrada de policía municipal que impone orden en la fila para evitar que algún padre avispado se cuele de mala manera.


Cierto es, que es llegar Papá Noel y a los niños les cambia la cara, corren veloces hacia él, olvidando aquellos mensajes paternos de no acercarte a extraños, y menos con bigotes y barba postiza, pero la presencia cercana de los progenitores avala el acercamiento.


Los niños emocionados le cuentan a Papá Noel lo buenos o malos que han sido, mientras el niño mira más de cerca a Papá Noel, y su cerebro empieza a conjeturar con el bigote y la barba postiza, pero el caramelo que le da el hombre de rojo parece frenar las hipótesis de conspiración en el niño.


Y como no, semejante momento debe ser inmortalizado, la madre se acerca y realizando un magnífico zoom con el brazo fotografía ese momento que perdurará el album de fotos familiar (digital seguramente), y que para vergüenza del niño con el tiempo contemplará al hombre del bigote y barba postiza que su mente de niño ya intuía.


Los supermercados también se llenan y realizar la compra (aunque sea de una triste barra de pan) se convierte en una larga cola de espera, mientras para desgracia de uno, suenan villancicos una y otra vez por el hilo musical, que quieres merluza, andeee, andeeee, andeeee, la marimorena…, que quieres capón, campana sobre campaaannaaa…, que quieres un buen vino, pero mira como beeebben, los peces en el ríiiio… una auténtica tortura para un anti-navideño, o mejor, para alguien que no le gusta como la mayoría de la gente disfruta de unas navidades asentadas en valores de hipocresía y de dinero como emoción de cambio.


Lo que más me gustaba de niño, lo que más me gusta ahora y lo que más me gustará de las navidades son los escaparates de las jugueterías, poder pegar tu nariz al cristal para contemplar las cajas de brillantes colores con los últimos juegos y soñar por un momento que son tuyos y lo que harías con ellos, es una sensación que me trae grandes recuerdos. Aunque sólo sea por eso, que siga la Navidad.


miércoles, 29 de diciembre de 2010

El espíritu de la Navidad también en crisis I



Que no tengo espíritu navideño es ampliamente conocido por todos los que me rodean, lo que me asombra es que a todo el mundo parece que se le está agriando un poco la navidad, al menos por fuera. Antes, cuando llegaba a casa por la tarde-noche del trabajo, mientras recorría la ciudad en mi coche por un camino deseado aunque repetido día a día, mis ojos se extrañaban al ver sobre ventanas y balcones luminarias de lucecitas de colores intermitentes, papa noeles de luces chillonas y reyes magos trepando por las ventanas. Así era balcón tras balcón, ventana tras ventana, edificio tras edificio, parecía que los extraños seres que las colocaban se turnaban celosamente para colocarse tres en un bloque, cuatro en el de enfrente, seis en una torre de pisos alta, para que al estar repartidos siempre pareciesen más.


Pero cuando llegaba a casa, mi vecino de enfrente se llevaba la palma, cuando daba la vuelta para encarar la calle que me lleva al hogar se divisaba lo que podría parecer una pista de aterrizaje para ovnis, luces y luces rodeando el balcón, las columnas, las paredes. Conforme te acercabas, todavía daba más miedo no fuera que un avión despistado al ver tantas luces decidiera aterrizar justo enfrente de mi casa, siempre pensaba que al llegar me encontraría a Mulder y Scully preguntándome mientras abría la puerta de casa si conocía al vecino y si era de alguna secta. Durante años en navidad he tenido que vivir con el reflejo de esas lucecitas en la ventana de mi dormitorio, y en la plena oscuridad como si se tratase de la luz que desprenden los pilotos de miles de móviles en la noche, algo me recordaba que estábamos en navidad.


Ahora recorro el mismo camino y apenas, y digo bien apenas, se encuentra alguna ventana en la que hayan colocado las lucecitas navideñas, y es más, mi vecino este año ha optado por prescindir de las luces y apenas a colocado tres reyes descolgándose del balcón, y ninguna luz, ni la de un árbol de navidad en el interior de la casa se divisa. Será la crisis la que mata el espíritu navideño, o será la factura de la luz que sube, o será que ya no se gana lo mismo que antes ni con la misma alegría se gasta lo que no se tiene, o será que están puestas pero no las encienden para que no gasten, apenas unos minutos en nochebuena y fin de año, no sé lo que será ya que yo no tenía espíritu navideño antes, pero lo que está claro es que algo le ha pasado a la secta que antes colocaba lucecitas de navidad en los balcones. Mi cuñado Esteban en Vitoria (por cierto, felicidades que hace nada ha sido su santo) pertenece a esta secta, este año no podremos ir a Vitoria pero estoy convencido que él no habrá fallado a su cita con el espumillón y los kilovatios de luz navideña de colores.


Con todo esto, sólo se ha acentuado mi espíritu anti-navideño, entender que el dinero es el que movía las luces de navidad, me reafirma en esta etapa teñida de hipocresía y de buenos deseos, que yo sepa el amor y el cariño no tienen nada que ver ni con el capitalismo, ni con las crisis, ni con nada. Gracias a todos por no poner luces este año, y principalmente a mi vecino.

martes, 28 de diciembre de 2010

Y un jamón… inocente, inocente



Hoy es el día de los santos inocentes y desde luego la crisis hace mella en el humor y en las pocas ganas de humor que hay en todos los sitios, antes no había empezado el día y ya estabas pensando como la podías liar en la oficina o en casa, por desgracia hoy ni siquiera nos ha dado tiempo de pensarlo. No obstante para mi la mejor inocentada es la que ocurrió el otro día que salió en todos los telediarios y que tiene como protagonistas al profesor, al alumno y al jamón de Trev-elez.


Como broma es buenísima, como realidad el mayor de los absurdos, mezclar el racismo con el jamón de Trevélez me parece un guión delirante de nuestro paisano Buñuel, parece ser que ahora los profesores en lugar de poder usar su libertad de cátedra ahora tienen que tener cuidado con mencionar ciertos productos alimenticios o tal vez sólo decir aquello que no pueda molestar a sus alumnos, así no podrán mencionar el dulce de la Trenza de Huesca por si entre sus alumnos hay algún diabético, ni podrán hablar del Tour de Francia por si hay algún alumno con minusvalía, ni podrán hablar de lo bueno que es hacerse donante de sangre por si hay algún alumno Testigo de Jehová, ni podrán hablar de comer algo cuando se esté en ramadán por si hay algún alumno musulmán, ni podrán hablar de pan ácimo o de grillos fritos por si hay algún alumno sensible y aprensivo, que difícil será dar clase con profesores mudos.


Vivimos en un mundo absurdo, que hacemos entre todos más absurdo, tengo por seguro que el alumno es inocente, al profesor le han hecho la inocentada, pero lo que no tengo bien claro es donde ubicar a los padres del niño, un niño que hasta ahora estudiaba en el colegio y en las numerosas reuniones que convocaban para los padres los profesores y las asociaciones de padres no asistían nunca (y por desgracia según se lee no era un alumno ejemplar), pero si que han salido a la palestra y han puesto el grito en el cielo el día que se mencionó el jamón de Trevelez en el aula. Misterioso poder el de este jamón que consigue que unos padres recuerden el colegio al que va su hijo, lástima que no comprendan que conocer no quiere decir tener que hacer. Por favor, inocentadas el día de los inocentes.


lunes, 27 de diciembre de 2010

Cesta-caja de Navidad



Uno muchas veces no es del todo consciente de la gente que tiene a su alrededor, sabes que son buena gente y por ello, uno mismo, decide compartir con ellos todo el tiempo que puedes, son gente ante-todo generosa, y anti-todo egoístas. Por suerte o por desgracia llevan un gen que no se insertó en mi cuerpo que es el del espíritu navideño, así Raúl nos ha regalado a título personal una cesta-caja de Navidad, y su pater, el Esteban, nos ha regalado un jamón al igual que a sus hijos, como si fuéramos uno más, antes de nada, a los dos, muchas gracias, a Raúl desde luego gracias dobles, ni le sobra el dinero, ni tiene un tío que trabaja en una empresa de cestas y tampoco ha hecho un alunizaje en ninguna tienda, pero sin embargo hay queda su gesto.


Las cajas-cesta de Navidad son todo un mundo, de pequeño mi padre que trabajaba de representante de comercio, no tenía nunca cesta, hasta que un año una de las casas que llevaba Gar-Vel le mandó un paquete con unos turrones y alguna cosa más, recuerdo que cuando se ponía la mesa de Nochebuena o Navidad en casa se recalcaba: "éste es el turrón que ha mandado Gar-Vel"; y sólo con eso lo hacía distinto a los demás, aunque mi dentadura incipiente lo veía igual de duro que el resto de los turrones duros.


Los que diseñan cajas-cesta de Navidad son unos crack para poder encontrar esos productos que luego difícilmente encuentras en cualquier otro sitio, principalmente en los de relleno, dulces más finos de lo habitual, espárragos de hobbit por su tamaño y embutidos que vienen directamente de la muerte de hace pocos días de su cerdo progenitor. Gracias Raúl por hacerlo (iba a poner "por el detalle" pero es demasiado elegante para tu personalidad), sabes que no soy amigo de este tipo de regalos, con compartir la pelea del día a día como lo estamos haciendo me basta, pero sé el cariño con el que lo haces y por eso muchas gracias.


Lo de Esteban ya es por demás, lo del jamón ni en mil años jugando a la tómbola, él es el hombre-padre puntual al café de las mañanas, preocupado y atento, siempre amable, hombre de gran comer y de dieta de naranjas al día siguiente, trabajador y cumplidor, y socio jubilado de IBM: ibeme a buscar esto, ibeme a llevar estos talones, ibeme a por una merluza pero que pese más de kilo y medio. Intenté no aceptar el regalo, ya que no me creía merecedor de ese detalle, pero os podéis imaginar lo que me dijo: "Y un jamón". Gracias Esteban por tenernos ahí, en tan grata estima, viniendo de quien viene, vale el doble.


Así, que sin comerlo ni beberlo (de momento) me encuentro con una caja-cesta de Navidad y un jamón, una buena forma de empezar el año. Gracias a los dos de corazón, de tal palo, tal astilla.

jueves, 23 de diciembre de 2010

La lotería de Navidad y los misteriosos millonarios



Ya ha pasado la lotería de Navidad y una vez más con el éxito que me viene caracterizando todos los años, es decir lo puesto en uno y de casualidad, aunque para lo que juego no está mal la probabilidad, tengo un éxito de un 25%. Pero lo que más me preocupa es que en todos los telediarios hablan de los nuevos millonarios refiriéndose a los que les ha tocado el gordo de Navidad, si tenemos en cuenta que la mayoría de los que han sido afortunados sólo llevan un décimo y su premio es de 300.000 €, no entiendo donde están los millonarios.


Antes, cuando teníamos al calvo que nos traía la suerte si que había millonarios ya que se contaban en pesetas, entonces los décimos eran de 3.000 ptas, no como ahora que cuesta 20 € (3.327,72 ptas), con menos dinero éramos millonarios, y ahora tan sólo nos caen miles de euros necesitaríamos cuatro décimos para ser millonarios. Todo sea por contentar a la gente y hacerles creer que han conseguido ese concepto de ser millonario.


Aquí podéis ver un décimo de 1999, siempre me he preguntado si los números de los décimos de años pasados serían los gordos de otros, lo he comprobado y todos los que he puesto en el post no tienen premio, en uno de potra me hubiera tocado lo puesto.


El de AMAPA del 2000 aunque el número era bonito no me tocó nada, impresionante ver lo de 500 ptas.


Aquí el típico número de lotería que te dan en una cena, la del Dolomiti en Vitoria, con 25 ptas. seguro que nos habríamos forrado. Estuvo mucho mejor la cena que nos pegamos allí en el 1999.


Esta del 1999 es del Hospital de Cruces cuando hospitalizaron al padre de Ana para ponerle un carburador de moto para el corazón (es decir, un desfibrilador), aunque jugábamos 500 ptas. de dos números siguió sin tocarnos nada.


Éste número, la verdad, desconozco como llegó a mis manos, sólo he estado una vez en Sabiñánigo y no desde luego no fue en el año 2000.


Éste es del Shakespere's Tavern de cuando vivíamos en la calle Monte Perdido, que buenas pintas daban ahí.


La que no cambiará nunca será la esperanza de salir un día en la tele por que nos ha tocado la lotería y por ende a todos los que queremos y con los que compartimos el día a día. Enhorabuena para los premiados, disfrutarlo.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

"Despedidas": la preparación para el último adiós



Soberbia película la que vi el otro día (la verdad que llevo una buena racha) me quedo gratamente sorprendido (una vez más) con el cine asiático, esta vez concretamente con el japonés. La verdad es que apostaba por caballo ganador ya que había obtenido el Oscar a la mejor película en habla no inglesa, y desde mi punto de vista merecido, la recomiendo para dejar de ver un poco cine que sólo entretiene frente a ponerse delante de una película y sentir la misma sensación que cuando lees un libro muy bonito. La película es del 2008 y su director es Yokiro Takita.


La película cuenta la vida de un joven (Daigo Kobayasi) que cree haber cumplido su sueño de ser violonchelista y tocar en una orquesta, hasta que un día la orquesta se disuelve y tiene que afrontar que no es un buen violonchelista y junto con su pareja deciden ir a la ciudad natal de él, en Hirano. Allí tiene que reencontrarse con las sombras y luces de su infancia, vivir en la casa de su madre, a la que no acompañó en su funeral ya que el estaba estudiando fuera, y el olvido de su padre que les abandonó siendo niño por otra mujer.


Kobayasi decide encontrar trabajo y contesta un anuncio que parece de una agencia de viajes, allí conoce a Sasaki, el dueño de la empresa, un personaje muy especial que pronto le enseña que esa empresa no es una agencia de viajes, realizan viajes pero de otro tipo, se ocupan de la ceremonia del amortajamiento, de la última despedida antes de que el muerto pase a otro mundo.


Kobayasi se avergüenza de su trabajo, y se lo oculta a su mujer y casi a sí mismo, pero enseguida tiene sus primeros trabajos, una chica suicida muy hermosa que en realidad es un chico, una joven que ha muerto en un accidente de moto por la imprudencia de sus amigos, una abuela que se ponía los calcetines de las nietas, el dolor-amor del que ve a su mujer más guapa que nunca en el feretro,…


Poco a poco Kobayasi va percibiendo el amortajamiento de una forma muy distinta, percibe en él la hermosura del rito y la ternura y cariño que Sasaki le enseña en todo el proceso, un rito ancestral que pervive en pleno siglo XXI. Su esposa Mika al enterarse del trabajo de su marido le abandona, al igual que algún amigo que le vuelve la espalda avergonzándose del trabajo que realiza.


Del invierno de este momento se pasa a la primavera, en la que Kovayasi ha entendido plenamente su trabajo y su función, su mujer vuelve informándole que está embarazada y en este momento al protagonista  le toca vivir la muerte en forma más cercanas, primero en la persona de la dueña de unos baños, conocida desde la infancia, lugar en el que Mika presencia la ceremonia y comprende a su marido desde el primer momento, y finalmente con el reencuentro de la figura del padre, cumpliendo así la despedida final, un adiós pleno de felicidad.


La película es una pura reflexión de la vida y la muerte, por eso la película se hace muy cercana, es algo que nos pasará a todos y aunque teñida con la estética japonesa (que sin duda hace más bella a la película) todos entendemos los sentimientos de las situaciones que se recrean. El amor, la ternura, el cuidado, el respeto con que se hace toda la ceremonia de amortajamiento te hacen entender el oficio del protagonista, que se combina con la realidad intercambiando planos de difuntos con comidas de pollo o de brochetas de carne ahumada en el contraste con el comer que propicia seguir vivo. En nuestra cultura occidental reprimimos la muerte como algo que no queremos que pase, sabiendo que pasará, nos queremos negar a que el camino de la vida está ligado al de la muerte.


Otras claves de la película son la música, el violonchelo como hilo conductor de una infancia en el recuerdo negado de una melodía, también el reencuentro con los problemas, Kobayasi tiende a ocultar la verdad para que no se la nieguen, juzgando de antemano la opinión de los demás, y acaba mostrando y sintiéndose orgulloso de sus decisiones. Sasaki, su jefe es un personaje clave para Kobayasi, él entiende y convive perfectamente entre conciencia de la coexistencia de la vida y la muerte, su sabiduría y amor de maestro deben de tener un buen discípulo, en clara alegoría a no perder este tipo de tradiciones. La película tiene también una metáfora visual con el lenguaje de las piedras que es verdaderamente poético y que ayuda al final a cerrar el círculo de las despedidas.


En la vida nos cruzaremos con muchas despedidas hacia la muerte, hasta en una final en la que seremos protagonistas de lujo, que cuando tengamos que decir adiós, nos pille con la mejor cara y brindemos con todos los que queremos y nuestros mejores amigos para celebrarlo.

martes, 21 de diciembre de 2010

Párate en el escaParate



Los escaparates siempre han tenido esa magia de contener y proteger lo que deseas a través de un cristal, sobre él multitud de narices se han pegado para intentar atisbar mejor lo que había detrás de él. Es curioso que la etimología de la palabra puede parecer que es "esca-parate" (un sitio donde te tienes que parar), pero no tiene nada que ver, es una palabra que viene del holandés, más concretamente del neerlandés antiguo: schaprade (armario de cocina), formado por las palabras schapp (armarrio) y reeden (preparar), seguro que como yo, no tenías ni idea de que sabías holandés. Paseando hace ya unos días por la ciudad me tope con el escaparate de La Campana de Oro de la calle Alfonso en Zaragoza, me gustó mucho como había sacado todo su pasado al presente actual en sus escaparates.


La Campana de Oro se fundó en 1885 y en su ubicación actual, es decir hace 125 años. Comenzó vendiendo textiles para vestir el hogar a metros para en los años 40 convertirse en una peletería. En los escaparates se rinde un homenaje a sus primeros propietarios y a todos los enseres que se utilizaban en aquella época.


Los libros de cuentas, las luces de gas, las gafas, máquinas calculadoras de la época, plumillas, sellos, libros de contabilidad, gafas, llaves y candados,… y los retratos de los propietarios conviven con las prendas en el escaparate.


Me llamó un montón la atención los libros de cuentas, que letra la de entonces, desde luego no es una arial en cuerpo 10, ni nada que se le parezca. Todo ordenado y sin un tachón, a mano, faltando algún acento eso sí, pero verdaderamente bonito.


Es curioso como nuestra generación ha visto pasar el tiempo de una forma tan fugaz, los negocios hace 125 años ó 100 años apenas tenían que preocuparse por como adaptarse a los tiempos, y los cambios podían durar décadas, los hijos de los propietarios sabían que acabarían haciéndose con el negocio del padre y no tenían ninguna incertidumbre sobre su futuro. Hoy en día, los negocios hay que replantearlos cada año, y lo que hoy es una forma de sustento, mañana puede ser un negocio que no tiene sentido ya que ha aparecido algo que lo hace más barato y más rápido, los hijos de los propietarios de hoy en día, difícilmente tienen claro cual será su futuro. Van rápido los tiempos y más que irán, ójala, que dentro de unos cuantos años podamos ver los mismos escaparates de La Campana de Oro pero con unos mac dentro, con un fax y con los libros de contabilidad en arial 10, querrá decir que tal vez ya estamos en los 67 años y pronto podamos jubilarnos, dichosos los ojos que lo vean.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Cuando el corazón se rompe



Me ha tocado sufrir y compartir estos días, en carne de otros, el punto y final de una relación de amor, como bien dice Raquel, da igual cuantas veces te pase, da igual que sepas lo que puede suceder, da igual lo que te digan, da igual todo, pero siempre la última ruptura es la más desgarradora, la más dolorosa y la más difícil de entender.


Amor y dolor van unidos, el uno no puede existir sin el otro, cuando amamos a alguien queremos vivir la mayor parte del tiempo en la zona del amor, y fugazmente saltamos al dolor a través de discusiones y malos rollos. Nuestro principal error, muchas veces, es olvidarnos de que esta ecuación existe, amor siempre va ligado a dolor. Es como encender en una habitación con grandes ventanales una linterna, apenas apreciaremos la luz, de hecho, tendremos que mirar bien para saber si la hemos encendido o no, pero si bajamos las persianas de las ventanas, veremos con nitidez su haz de luz. El dolor es igual, no se ve, pero siempre ha estado ahí.


Habitualmente el que sufre la ruptura (desde ahora lo llamaremos "siempre a mi") nunca ve ese haz de luz, el que provoca la ruptura (desde ahora lo llamaremos "no me encuentro bien"), ve el haz de luz de día y de noche, los que están alrededor (desde ahora los llamaremos "yo lo veía venir") que son capaces de ver fugazmente la luz de la linterna de día. Es el amor y el desamor una historia de tres, la historia de los siempre a mi, de los no me encuentro bien y de los yo lo veía venir.


L@s siempre a mi: Son los peor parados de la ruptura, incapaces de ver que había dejado de funcionar con claridad, sólo buscan un detalle, algo donde agarrarse que les indique quién o qué ha encendido la linterna del dolor, eso sería mucho mejor que saber que has estado con una persona que sólo estaba pensando en como dejarte. Lo peor es que nunca se acepta lo sucedido, siempre se quiere intentar hablar para que todo vuelva a ser como antes, sin darse cuenta que ese antes es lo que provocó la situación actual. Mi consejo: te ha pasado lo mejor que te podía pasar, dos personas no pueden compartir algo cuando una vive en el día y otro sólo vive en la noche, dicho esto, haz el siguiente proceso: un viernes llora todo lo que tengas que llorar con tu mejor amig@, el sábado coge todas sus cosas personales y mételas dentro de una caja, a la vez haz una lista con lo bueno y lo malo de esa persona, una vez hecha y junto con una buena botella de vino, un kilo de gominolas o lo que prefieras, préndele fuego a la lista. El domingo volverás a estar jodid@ pero comienza una nueva etapa que sólo el tiempo podrá curar. Los siempre a mi suelen tener dificultad para empezar otras relaciones, y pasan a engordar el grupo de los penosos, que siempre van con sus penas por delante, su problema suele acabar cuando se encuentran con otro penoso y siempre uno de los dos tiene un problema mayor que el del otro, es en ese momento cuando se puede recobrar la lucidez. Suerte y toda mi afecto para los que pasen por esta situación.


L@s no me encuentro bien: La excusa más peregrina que se puedan buscar para acabar con una relación, son incapaces de decir la verdad, muchas veces dolorosa, para ello ven siempre mucho mejor decir una mentira (que de piadosa tiene poco) que lo que de verdad piensan, que si bien no sería bien encajado por L@s siempre así, peor es encajar una mentira. ¿Tan poco respeto les causa a algunos su pareja, que son incapaces de asumir los reproches de su pareja, acertados o no? Para ellos siempre será mejor echarle la culpa a la crisis o a la plaga del mejillón cebra, antes de decir que quieren buscar otras relaciones. Además tienen un don especial para cuando romper, siempre coincide con alguna festividad o algún cumpleaños, será por eso de celebrarlo todo al completo. Por desgracia, habitualmente L@s no me encuentro bien rompen la relación cuando tienen o están empezando otra, eso es lo que ellos denominan no encontrarse bien. Mi consejo: decir la verdad, no hay nada peor que te dejen y que encima te mientan en el último momento, no hagáis más daño gratuito. Sinceridad y la verdad lo primero para los que pasen por esta situación.


L@s yo lo veía venir: Somos todos los que rodeamos a l@s siempre a mi o a L@s no me encuentro bien, por desgracia aunque se vean cosas nadie es capaz de decir lo que se piensa ya que alguna vez en el pasado lo hicimos y salimos trasquilados. Somos los mensajeros que nos enteramos de cosas y no sabemos si contarlas o no contarlas, somos los que siempre tenemos que estar ahí independientemente de si nuestro amig@ es el dejad@.


Para todos que lo estáis pasando mal en estas fechas, o lo habéis pasado hace poco, ánimo y recordar que   Yo lo veía venir que siempre a mi me pasa no encontrarme bien.
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