jueves, 14 de octubre de 2010

Pal Pilar sale lo mejor



Nunca he sido mucho de Pilares, tal vez cuando más lo disfruté fue de niño, aunque tampoco lo recuerdo como un momento especial en mi vida. Lo que más me gustaba como a todos los niños eran las ferias, tal vez era de las pocas cosas que salía mi madre de casa a una hora nocturna, después de pasarse horas cocinando para tener una buena comida el día del Pilar. Los coches eran nuestros preferidos, en la foto me podéis ver emulando en pole position a Alonso (también podréis entender en que momento se acuñó la frase "pal Pilar sale lo mejor" aunque en aquel momento tuviera todos los dientes picados), recuerdo que siempre miraba debajo del coche para ver cuantos tornillos tenía y en un descuido poder llevármelo a casa, por supuesto sin que se diera cuenta nadie, ni mis padres. Además de todas las actuaciones, carabinas y tómbolas jamoneras a mi madre lo que le encantaba eran unas furgonetas que se ponían en las esquinas un poco alejadas de la feria y donde un señor con un micrófono al cuello empezaba a sacar unas figuras horrorosas, cuyo parecido con las de Lladró era que en ambos casos se pueden colocar en un armario, aunque no con el mismo resultado estético. Sacaba las figuras envueltas en un papel marrón que al destaparlo el speaker le atribuía personajes de las películas de Pajares o Esteso en una táctica de marketing impresionante. Por desgracia creo que todavía queda alguna en Leache, en cuanto pueda le saco una foto y juzgáis vosotros mismos.


Por suerte mi madre nunca nos vistió de baturros, eso de un padre riojano y una madre navarra no debía de tirar mucho para la ofrenda, siempre fuimos a ver el resultado final y también siempre he tenido la sensación que eran los aragoneses los que llevaban las flores a la virgen del Pilar, entendiendo que yo no lo era, curiosa sensación. Hasta Ana ha ido de baturra a la ofrenda siendo de Adurtza, aunque yo reconocí el otro día públicamente que sólo había hecho la ofrenda una vez, cuando estaba en 1º de BUP en el Goya y de blanco, como pelotari del Hogar Navarro, cuanto daría la gente por verme con una foto de blanco.


También recuerdo de pequeño que las fiestas eran un poco raras, sólo eran el fin de semana ya que el resto de la semana, que en teoría eran fiestas había cole, pero de repente estabas en casa jugando con tus indios y tirado en el suelo y por la ventana se colaban unas tonadillas musicales y mi madre venía hacia nosotros gritando: "los cabezudos, los cabezudos", bajábamos las escaleras con cierto miedo y en la calle nos encontrábamos con unos personajes látigo en mano a los que tu propia madre te empujaba para que te dieran -aunque me imagino que esa no era su intención-, nunca les tomé mucho cariño. Ya de mayor -si es que lo he sido alguna vez- no podía estar en los bares que me gustaban y las calles de marcha eran avalanchas de personas, las vaquillas con mi madre podía ser algo que me gustase, pero es que ciertamente nunca he sido muy de Pilares.

2 comentarios:

  1. ¿Ves? Qué rico!!! Tú también eras (y sigues siendo) una ricura, aunque tuvieras los dietes picados.
    Hombre... algún Pilar ya hemos tenido mítico en el piso de estudiantes de José Manuel y demás con gente y gente entrando y saliendo, con gorros y sombreros por doquier, con concurso de gayumbos y alguno que otro sin poder salir por estar bastante perjudicado....

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  2. Lo de ricura es evidente, y referente a otros Pilares si que es verdad que era un buen momento para juntarnos los amigos, pero sólo era la excusa, lo bueno eran las fiestas, alguna vez tendríamos que contar alguna mítica, le pediré a Josema que me refresque la memoria y alguna batallita contaremos.

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