El otro día de vuelta a Zaragoza de un rodaje de un spot por las tierras de Lumbier en la sierra de Iso, me encontraba ya por la zona de Sos del Rey Católico, en esas carreteras que se abrazan al monte creando unas curvas sinuosas que se convierten en culebras desde el cielo, y me pasó una cosa aparentemente insignificante pero que me despertó un montón de recuerdos. Al volver una curva, en pleno atardecer y anochecer, un zorro cruzaba la carretera para pararse en la cuneta entre los pinos que flanquean a las señales de tráfico, se paró y me miró fijamente, yo nunca había visto tan de cerca a un zorro, su mirada es hipnótica y dulce y no la separó de mí hasta que continué el sentido correcto de la curva.
Este acontecimiento no tendría nada de especial más que la casualidad en sí misma, pero me vino a la mente un recuerdo de hace muchos años, cuando un día de verano hacía ese mismo recorrido pero al revés, con destino a Leache y en el coche de mi tío. Él era un cazador de pro, un hombre con semi-barba de carácter duro y sonrisa de medio labio, de pelo intocable y corpulento, era un tipo peculiar que repetía con una gracia singular una frase que ha quedado marcada en mi epistolario particular: "...tú, al final, caaaarne de caaaññooooón", pero bueno a lo que vamos, ese día de verano salimos de Zaragoza con su Renault 18 verde claro metalizado, los primeros kilómetros fue bastante bien la historia, pero en el momento que pasamos por Castiliscar y nos empezamos a introducir en zona de monte, redujo la velocidad y comenzamos a hacer un trayecto a 40 ó 50 kilómetros hora, asomaba su cabeza por la ventanilla y oteaba en busca de algo por los laterales de la carretera, mi perplejidad fue manifiesta pero el silencio invadía el momento, tras unos minutos eternos le pregunté y entonces me explicó que era por si veía un zorro o liebres o conejos o…, que tenía la escopeta de caza en el maletero y que si veía algo paraba e iba por ellos. Podéis imaginar el resto del viaje, él deseando ver algún animal en movimiento y yo rezando por que no apareciera ninguno. Aquel viaje fue como descubrir el nuevo mundo, fue lento, lento y se tardó tanto en llegar que al llegar al destino sólo pregunté con quién volvía yo.
Y ahora, de repente, más de veinte años después un zorro me miraba desde una cuneta y me acordé del claim "carne de cañón", va por ti estés donde estés este recuerdo y está canción de Enrique Urquijo.
Tengamos en cuenta que todos somos carne de cañón de algo o de alguien y quien crea que no ahora sabe que en algún momento estamos en la primera línea en el campo de batalla.
ResponderEliminarEso si tengo que decir que voy a diferenciar entre dos clases a las personas que son carne de cañón.
CLASE I: Son las personas que creyéndose unos crack no tienen ni idea que son carne de cañón.
CLASE II: Entre la cuales me incluyo yo somos ese tipo de personas que no vamos al frente nos ponemos en primera línea sabiendo con certeza que somos carne de cañon.
Pero bueno también cuenta el valor que le echamos.
Además de todo esto tu mejor que nadie sabe que todos somos carne de cañón de esa bendita publicidad.
Chao genio seguiré molestando.
Ciertamente de una forma u otra todos somos carne de cañón, siempre he preferido estar en el campo de juego que mirar las cosas desde la grada, sólo las primeras andanadas te hacen sentir vivo y la vida no es más que la experiencia en los momentos en los que hemos sido carne de cañón. El problema es para aquellos que son primera línea todo el rato no son conscientes de ello y encima niegan lo que son: caaaarrrrnneee de caññoooon (o lo que es lo mismo tu clase I).
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