Uno de los libros que me estoy acabando de leer es "La hora de los sensatos" de Leopoldo Abadía, él ciertamente es un hombre sensato, zaragozano de 1933 es un conocido analista de la crisis económica actual, que sin grandes palabras y sin recurrir al índice Nikkei sabe explicar las economía en un lenguaje llano y coloquial, él es también un auténtico hombre de escenario, como también es un auténtico hombre de bar, conversador grato, elocuente y divertido.
En "La hora de los sensatos", su segundo libro, centra su historia en su pueblo imaginario San Quiricio y las conversaciones de bar con un amigo para ver como se podría resolver la situación actual de España, en uno de esos capítulos el amigo sugiere algo que aunque parece descabellado, no deja de tener su gracia y su realidad, si no fuera por lo que explicaré luego. El amigo dice que en España ha ocurrido un accidente en estos últimos años y que muchos coches (empresas, bancos, instituciones, sueldos,…) se han visto involucrados. En este accidente se ha demostrado que de conducir, conducir, bien pocos lo hacían bien, mientras la pista va libre todos corren, mientras tienen buen coche todos corren, mientras todo parecía ir bien todos corren, hasta alguno hacía que sabía conducir sin manos y cometía todas tropelías al volante imaginables (ésto último es cosecha propia), es entonces cuando sugiere que debería salir lo que yo he denominado como el the crisis safety car, empezaría el primero y luego todos detrás al ritmo que marcase él, nadie podría intentar adelantar ni cambiar las ruedas por su cuenta, todos juntos para dar tiempo a limpiar el accidente. Mientras, los coches aprenderían de lo que había pasado y después al irse el safety car reanudarían la marcha con más garantías y sin soltar la mano del volante.
Hasta aquí todo maravilloso, la idea me parece fantástica, si no fuera por que seguro que alguien aprovecharía esa circustancia para hacer trampas y saltarse el the crisis safety car como hizo el otro día Lewis Hamilton en el gran premio de Formula I de Valencia, que en cuanto el comprobó que salía el safety car en lugar de frenar, aceleró, lo pasó y se aprovechó para ir más deprisa que los demás. Y si ésto es malo, peor es que las autoridades en lugar de penalizarlo ejemplarmente lo sancionan levemente para que pueda seguir conservando el segundo puesto que había conseguido con malas artes y lograr así subir al podio, puntuar y estar por encima de los que escrupulosamente iban detrás del safety car. Justo premio al que hace las cosas mal y reprimenda para el que respeta las normas, y todavía hoy, tildan a Alonso de chivato y de envidioso por avisar de la acción de Lewis Hamilton. No se claramente por qué -esto es ironía-, pero pienso que si se hiciese con la sociedad, las empresas y los bancos pasaría lo mismo, the crisis safety car sería the beneficio saftety car para los de siempre, los que no respetan nada ni a nadie. Y se nos quedaría la cara como se le quedó a Alonso y a Felipe Massa viendo como ganaba el que había hecho trampas.
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