lunes, 13 de mayo de 2013

1984: Crónica de un cómic, crónica de una juventud I



En los años 80 toda una juventud nos criamos sin internet. Ni sabíamos lo que podía ser. Pero nuestros cuerpos, que iban mutando con pelos que nos nacían por cualquier sitio de la cara, estaban ávidos de conocerlo y de descubrir todo. El quiosquo de la plaza San Francisco se convertía en nuestro particular portal de google y sobre sus estanterías buscábamos todo el conocimiento que a través de las portadas podíamos extraer de sus revistas, libros y comics.


Junto con mi hermano, o a solas, nos pasábamos largo rato mirando todo lo que tenían, ojeábamos hojeando revistas y comics para ver lo que había salido nuevo esa semana o mes. Juntábamos nuestros ahorros y compartíamos de una forma muy peculiar los comics que nos gustaban. Uno de ellos era 1984, una revista de ciencia ficción que agrupaba a nuestros dibujantes favoritos. Esperábamos con ansiedad el nuevo número y nos lo llevábamos a casa como quien lleva un tesoro del que lo necesita saber todo.


Individualmente lo leíamos, un día tenía derecho a su uso uno, y al otro día el otro, así todo el mes. La primera semana el intercambio del 1984 del mes era delicado y cuidado al segundo, la última semana de ese mes, acababa archivado con el resto de números anteriores. Cuando lo leíamos por primera vez había una sensación de hormigueo en el estómago al continuar las historias que se iban desarrollando de un número a otro, y de las que memorizábamos viñetas e historias, hasta casi sabérnoslos de memoria. 1984 era una versión española de la edición americana realizada por Josep Toutain y Luis Vigil que supieron tomar el tirón de los grandes dibujantes españoles de aquel momento.


Juan Giménez era uno de los grandes. Su forma de dibujar máquinas, aviones y vehículos en general, todos rodeados de múltiples cables y con una imaginación desbordada y repleta de detalles. Juan Giménez es argentino y su temática fantástica y de ciencia ficción ligaba perfectamente con el contenido de la revista 1984.


Entre las historias seriadas que se veían en sus páginas, recuerdo "Cuestión de tiempo" sobre el año 1985, y anteriormente "Estrella Negra" y "Basura", aunque no recuerdo si estas salieron en la revista 1984. Sus viñetas eran todo un prodigio en el manejo de la acuarela y las tonalidades desaturadas con tonos grises, verdes y marrones.


Me quedaba maravillado con su forma de dibujar, copiaba sobre el papel su forma de trabajar las caras y las manos, no llegándole ni a igualar en la copia. A través de estas historias descubrí posteriormente una serie que había realizado en 1976 junto con Ricardo Barreiro, "As de pique", un cómic bélico de los aviones en la segunda guerra mundial, que asombra por su frescura y detalle técnico realizándola con tan sólo 23 años.


Las portadas nos decían mucho, suponían un anticipo de lo que nos íbamos a encontrar en el interior, y Toutain lo sabía muy bien, muchas de las portadas tenían la mano de Richard Corben, portadas que ilustraba con su magnífico manejo del aerógrafo y de los fotolitos que retocaba personalmente. Era para nosotros un auténtico autor de culto y muchas series pudimos seguir desde las páginas de la revista 1984: Mundo Mutante y Den entre muchos episodios sueltos, en los que las historias en blanco y negro eran casi tan buenos como los de color.


Historias de la mafia en las que los personajes aunque se exageraban hasta la caricatura producían un terrible miedo y crudeza. Corben no se cortaba a la hora de mostrar la violencia y el erotismo, en aquellos años de juventud, ambas cosas, se esperaban con ansiedad desmesurada. Todavía recuerdo como una cara se rasgaba por una navaja con el efecto tridimensional y de volumen que sabía aportar a sus dibujos, y también los enormes pechos con los que dibujaba a todos sus personajes femeninos.


Aunque la ciencia ficción y la fantasía eran sus principales temáticas para sus viñetas, el terror también es uno de sus preferidos, y en una revista paralela de Toutain, Creepy, que también comprábamos editaban algunas de sus historias llenas de hombres lobo y monstruos terroríficos.


La parte sexual de sus personajes nos llevaba a otros mundos repletos de acné juvenil, en aquellos tiempos en que el sexo se vivía como algo casi oculto y todos los descubrimiento se hacían como a escondidas, encontrar este tipo de historias hacían que te fijaras más que nunca en las viñetas de los dibujos.


Richard Corben siempre fue y será uno de los grandes, después de consagrarse y evolucionar poco a poco en su arte, en el que siempre ha reivindicado la lucha de las clases sociales reprimidas, su crítica al ejército y una renuncia en la actualidad al erotismo en sus dibujos. Todo un placer volver a releer aquellos comics y las sensaciones que me aportaban.

1984: Crónica de un cómic, crónica de una juventud II

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