"Bendeciré las casas en que la imagen de mi corazón sea expuesta y honrada. Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi corazón y jamás será borrado de él".
Así rezan las puertas de muchos pueblos. Sobre sus tinturas y maderas viejas, vetustas placas de chapas con óxido por todos los lados esperan al visitante a la altura de los ojos y le infunden el mensaje viral que podría formar parte de cualquier campaña en las redes sociales basándose en el compartir.
Algunas muestran su corazoncito sucio de pintura marrón. Descuidado pincel o brocha del morador qeu no tuvo piedad con los bordes de la pieza esmaltada. Aún así el sagrado corazón permanece aguantando el paso del tiempo, las húmedas aguas, el frío helador del invierno, el sol que quema del duro agosto o las travesuras de los infantes.
Aguantan su destino en silencio, de callada manera. Aguantan al igual que la puerta que los sustenta. Ambos se arrugan y se ajan, se resecan y avejentan a la vez, como dos amigos que se aguantan de toda la vida aunque no se hablen y cada uno lleve su vida propia.
El primer día las placas lucían fulgentes y lustrosas, después de cuatro manos de barniz y viendo crecer a media familia, su aspecto se va deteriorando, sus esquinas se rompen, los clavos son herrumbre y las manchas de barniz crean un marco que poco a poco va ocultando el corazón entre las vetas de la madera.
Otras incluyen nuevos mensajes: ¡Viva Cristo Rey! No es decente quien blasfema. Ante todo que quede claro que en esa casa lo más fuerte que se dice es jolines o cáspita, y aquel que no lo cumpliese, se mustiará y amarilleará igual que la placa que defiende la cancela.
El paso del tiempo es evidente, y algunas placas del sagrado corazón sufren extraños procesos de decapitación, una extraña mancha azul que parece nacer desde su interior ha ganado terreno poco a poco, eliminando Cristo y mensaje, tan sólo queda su forma troquelada y cuatro clavos que aguantan firmes entre la suciedad que se adosa a la puerta día a día.
Otras se enmarcan entre viejas tachuelas y clavos que todavía permanecen en la puerta. Antiguos los dos, el paso del tiempo los ha abandonado sobre portones que en otro tiempo entendían el mundo de una forma muy diferente. Hoy quedan como prueba del paso del tiempo, si alguien los ve que comparta el mensaje y será bendecido, o al menos eso dicen.
Como banda sonora, Bendecida de Héroes del Silencio, en sus versiones I, II:
Y aquí la bendecida III, "la chispa adecuada":
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