Sobre el tejado vuela un barco con rumbo al viento, de velas de metal y por ancla una chimenea. En un mar de tejas navega, siempre quieto, pero nunca en puerto. Al norte la montaña, al este el mar, al sur sus compañeros, al oeste los marineros. Sopla el viento y cambias el rumbo, sin ningún sitio del que partir, sin ningún sitio para anclar.
Entre casas de piedra y cascadas de tejas, el velero vuela, veleta al mar, barco al viento. Mientras la mañana se entristece rumbo a la lluvia, el barco no se mueve, sólo apunta donde el viento le lleva. Arriba en el tejado me pareció ver un barco volar mientras las campanas marcaban la hora de zarpar.
Llanes, Asturias.
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