Hay escaparates que entienden que repitiendo las cosas una, dos, tres, cuatro, cinco y hasta seis veces, dejan claro cual es su servicio y lo que ofrecen, y no seré yo el que diga que no tienen razón, pero a mi no me gustaría que me vieran entrando en esta tienda, y no por avergonzarme de vender algo de oro, que no tengo, para conseguir algo de dinero, sino por la vergüenza de entrar a un negocio que me provoca una contaminación visual importante.
Si lo que buscaban con los carteles es atraerme a mi me consiguen repeler y me fiaría antes de una joyería que de un negocio así, del que entiendo que precisamente muy profesionales no son, y es que los escaparates hablan de nosotros mismos. Pero que quede claro: comproro, comproro, comproro, comproro, comproro…
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