El 7 de septiembre de 1947 con 40 años fallecía Casildo Goñi Moriones, el hermano pequeño de mi abuelo, en la soledad del Santo Hospital Civil del Generalísimo de Basurto en Bilbao. Moría en el silencio de la noche, después de haber recibido los Santos Sacramentos y la Bendición Apostólica por el cura del hospital a primera hora de la mañana. Era el pequeño de casa Matías en Leache, el aventurero que había decidido dejar el pueblo en busca del movimiento de la ciudad del norte.
La noticia tardó un día a llegar a Leache, y cuando llegó supuso un jarro de agua fría, justo habían conocido que estaba enfermo en el hospital y preparaban un viaje para visitarlo y cuidarlo, cuando se enteraron de la noticia de su muerte. Su hermana Visitación fue la primera en enterarse y con todo el disgusto corrió a avisar a su hermano Máximo que se encontraba trabajando en el campo. Paulina, su otra hermana estaba en Argentina buscando un poco más de suerte en el otro continente y la noticia le llegó con aquellas cartas de ultramar que se hacían eternas en sus respuestas.
Casildo nació en 1907, era el cuarto hijo de Valentín Goñi y de Nemesia Moriones. Nació en una casa en la que les tocó trabajar duro, los Goñi desde que llegaron a Leache a principios del XIX procedentes de la inclusa de Pamplona les tocó hacerse a sí mismos generación a generación. Así que la infancia y juventud de Casildo fue de trabajar muy duro. Cuando le tocó salir a servir en el ejército tenía claro que no se quería quedar en el pueblo, le gustaba conocer otras cosas, dejar el cotilleo de un pueblo para volcarse en lo desconocido de una ciudad.
Después de pasar por diferentes ciudades como Tafalla se asentó en Bilbao, trabajó en diferentes cosas hasta que consiguió un trabajo como empleado municipal de la Villa. Enseguida su carácter navarro se dejó notar, y su humor socarrón era apreciado por sus amigos de juergas de soltero en el que no faltaban ni las risas ni el vino.
Casildo siempre fue delicado de salud, sus bronquios eran débiles, al igual que le pasaba a su hermana Visitación que siempre estuvo medio enferma. Mientras estaba en Bilbao le tocó vivir la despedida de su hermana Paulina que con su hermano Félix partió para buscar otra vida mejor allende de los mares en Buenos Aires, en tierra, en su tierra, dejaban a tres hermanos, dos solteros, Casildo y Visitación, y uno casado, su hermano Máximo con Angelita.
A finales de agosto Casildo se empezó a encontrar mal, los bronquios le llevaron a vomitar sangre y rápidamente ingresó en el Santo Hospital Civil del Generalísimo Franco en Basurto el 21 de agosto de 1847, como empleado municipal tenía cubierto el seguro. Arriba se puede ver su cartilla de ingreso con la fecha que nunca acabó de ser rellenada ya que nunca llegó a recibir el alta.
El hospital del Generalísimo como así se llamaba popularmente de Basurto disponía de estancias de 30 camas y sobre cada una de ellas colgaba un cartel que recordaba a Doña Casilda Iturrizar, que donó 25.000 ptas. para mantener estas camas a perpetuidad. Casildo, encogido entre sus sábanas no era ajeno al recuerdo de su tocaya, pero en apenas dos semanas y sin dar tiempo para avisar a su familia de Leache del empeoramiento, una fresca madrugada sus quejidos se apagaron y tan sólo quedaron los de sus compañeros haciendo eco por la estancia. Por la mañana carreras de monjas y médicos que de nada sirvieron. Casildo había muerto.
Sus hermanos presentes acudieron al entierro que se celebró en Bilbao, allí había querido ir y allí se tenía que quedar, recogieron todos sus enseres de la pensión donde vivía y se marcharon con la tristeza de que les habían arrebatado a un hermano del que últimamente poco sabían. Volvieron la Visi y Máximo cabizbajos a un pueblo que sólo tenía preguntas y que no se explicaban como alguien podía morir con tan sólo 40 años. Ángelita y sus dos hijos nacidos entonces, Mª Isabel y Jesús, se mostraban apenados, aunque los pequeños apenas habían conocido a su tío fallecido.
Asumida la circunstancia con el tiempo, aunque no el dolor, su hermana Visi se encargó de intentar recomponer algunas piezas de la vida de su hermano, solicitó catorce días después al Banco de Bilbao que le entregaran los escasos ahorros que tenía en su cuenta de 1.027,14 pesetas, poco para un hombre que vivía sólo, pero normal para un hombre que le gustaba disfrutar de la vida y que con su modesto sueldo se quería privar de lo menos posible. Los del banco antes de soltar el dinero pidieron un montón de papeles y la autorización de su hermana desde Argentina.
La Visi que tenía que recurrir al secretario del pueblo para que le ayudara con todos estos papeleos que le ocuparon varios años, como consta en esta confirmación de últimas voluntades que le fue entregado el 31 de marzo de 1949, casi dos años después. Terminadas las gestiones se ponía fin a una parte de la vida de Casildo, de la que poco se supo y de la que no quedó ningún recuerdo, ninguna llamada desde allí recordándolo, tan sólo las fotos que de vez en cuando mandaba a sus hermanos al pueblo de Leache diciéndoles que se encontraba bien y que se acordaba mucho de ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario