martes, 25 de septiembre de 2012

Momento playa



La playa está siempre ahí, esperándote, algunos días se encuentra un poco más allá y otros un poco más acá, es así de traviesa, pero blanca y cálida. La arena lo espera a uno en un manto con huerto particular, con alguna piedra y más de una colilla de algún indeseable. Al sol, la gente acude, expropiando su terreno playero por orden de llegada y sin notario, con las ganas de no hacer nada y darle un poquito de sol y agua al cuerpo. Estas son algunas cosas, convertidas en clásicos, que hago y hacemos todos al llegar a la playa.


Nada más llegar anexionamos el territorio más óptimo, algunas veces toca apretar un poco el paso en una pelea con algún abuelo, para conseguir los mejores sitios. Siempre están junto a las rocas, gracias a ellas y a su mínima sombra te protegen las chanclas algo del sol y además evitan la molesta arena, son ideales para cuando te tienes que poner las chanclas, no hay nada pero que no tener ningún sitio donde apoyarse. Dejamos las bolsas, clavamos la sombrilla, de la que no tengo mucha costumbre, ya que hasta hace unos años jamás la había usado, y allí queda como una bandera que ondea en nuestro territorio. Las toallas marcan la frontera del espacio y de los tiempos, de las más viejas a las más modernas, sólo dos cuentan con esterilla para salvaguardar su integridad, hasta en la playa hay exclusividad.


Lo primero es tumbarse y lanzar una mirada a lo que me rodea, por un momento hasta cuesta levantar la cabeza, el cielo aparece limpio y azul, y la gente comienza a llegar. El sol aprieta pero se aguanta. La crema sol se pega a la toalla y sin darme cuenta seguro que una capa blanca ha quedado mal repartida por la frente. Las primeras gotas de sudor aparecen ¿estaré sufriendo?


A la izquierda unas sillas de playa acolchadas con sus toallas marcan un territorio de mayor nivel, a este lado se barrunta conversación de guisos y preguntas familiares, mucha crema de sol y piel morena arrugada. Seguro que ahora están dando un paseo o bien sus maridos han colocado las sillas de sus mujeres a la espera de la llegada de éstas.


A la derecha frente a la playa la gente va anexionando zonas peores, cerrando caminos a la playa que llevan a increíbles cabriolas para ir y volver de la misma. Al calor de las sombrillas todos se agrupan en conversaciones familiares, unos grupos van a la playa, otros limpian de arena los restos de una toalla que un niño ha atacado en una correría con un hermano. Algunos gritan en conversaciones imposibles. Los más callan dejando oír el mar.


Después de una cabezadita relajada, que niego a mi pareja, observo la plaga que ya se ha colocado frente a mi, aún así nos han dejado espacio y tranquilidad. Me asombro de cómo han llegado y yo ni me he enterado, desperezo un poco mi cuerpo mientras combino vuelta y vuelta al sol, dudo que se pueda estar mejor.


Cuando me harto de tanta vuelta y después de darme un baño, vuelvo a mi toalla. No sé como me las apaño pero ya estoy lleno de arena, sacudo la que puedo hasta que me doy cuenta de que sería mejor abandonar el barco que intentar rescatarlo.


Rebusco entre la bolsa y me hago con algún libro, un quiz de crucigramas y algún sudoku. Es curioso la duración que tienen los libros de crucigramas, lo de menos es la fecha de origen, se van guardando de año a año, dejando los entretenimientos que menos gustan para el final, hasta que se acaban por completo y quedan como un recuerdo de tipografía imborrable, seguro que conservo alguno hasta en pesetas.


De vez en cuando garabateo sobre algún papel sacándole el máximo provecho al bolígrafo bic, primero se empieza con un ojo, luego una nariz y después viene todo lo demás. Con el paso de los días llegan las sombras y los volúmenes, hasta que un día cobra forma definitiva.


Mientras miro las definiciones en un crucigrama sobre películas, alzo la vista y veo el chiringuito, inconscientemente pregunto la hora, por suerte ya no queda nada para tomar la cañita de la mañana, la mañana de playa está siendo excelente, mañana habrá que repetirla, y es que no hay nada como un momento playa.

2 comentarios:

  1. Mentira parece que haya pasado sólo un mes y cómo se le echa ya de menos. Qué bien se está en la playita aunque este año con June haya sido de todo menos tranquila.

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