A veces, uno está tan tranquilo tomando su cervecita en el chiringuito después de un maravilloso día de playa, y en la zona de barbacoa, y sin quererlo, mis ojos se quedan dando vueltas sobre su eje y sin poder parar. Por un momento me recompongo, e intento analizar lo que estoy viendo. Algo que podríamos denominar humano por tener dos brazos, dos piernas y pulgar oponible, sobre su cabeza un gorro imposible, en la cara unas gafas que se agradecen, por ropa una combinación colorista que le hacen parecer que acaba de salir del baño y en los pies unas chanclas. Restriego mis ojos y miro de nuevo. El cocinero apenas puede mantener la risa.
Es real, por más que lo quiera evitar, es real. Ahora le acompaña otro amigo, éste más normal, pero todavía hace más raro al especimen que se encuentra a su lado. ¿Dónde venderán un bañador así? ¿o será un gallumbo demasiado colorista? Me fijo en los pelos de las piernas, por un momento se me ponen los pelos como escarpias, la vida, ciertamente es muy dura.
Continuo restregándome los ojos y amplio mi campo de visión, lo certifico, aquella visión fue real, lástima que no estuviera Iker Jiménez y su Cuarto Milenio, aquí había para toda una temporada.
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