Todas las mañanas, o casi todas, con mi bici me acercaba al pueblo de Posada para hacer la compra, bien pertrechado con la mochila y dispuesto a disfrutar de la naturaleza y de toda su energía. Podía optar por el camino de la carretera, pero prefería la mayor parte de los días, tomar los caminos que lindando por la montaña llevan hasta Posada de Llanes. Era uno de los momentos más maravillosos del día y hacer la compra, la mejor excusa para disfrutarlos.
Por el camino me colmaba del verde con que me obsequiaban todas las veredas. Vacas y caballos flanqueaban mi viaje, mientras niños y ancianas ponían vida humana al trayecto, algún coche se cruzaba, pero muy raramente. Entre muros y alambradas el aire que me daba de frente me llenaba de vida, cada mañana eran bocanadas de energía, que en la vuelta, con la mochila bien cargada, se consumía por las cuestas y se crecía en las bajadas.
Árboles y campos se abrían camino y se bifurcaban, haciendo dudar de la senda correcta. Cerezas, manzanas, moras y muchas ortigas se apelotonaban en los laterales, al igual que los excrementos de los animales que más temprano que yo, ya habían abierto los caminos. Por los laterales casas derruidas ahora, recordaban mejores tiempos pasados, su silencio callaba su pasado de alegrías y penas y ahora se dejaban arropar por hiedras y zarzas que acaban por casi ocultarlas de día y negarlas de noche.
Ahora, mientras miro las fotos, cierro los ojos e inspiro con fuerza una gran bocanada de aire por mi nariz, aguanto un poco y abro los ojos, por un segundo he vuelto a estar pedaleando por esos caminos verdes.
PD. Percíbase el riesgo de pedalear y tomar fotos en movimiento.
que envidia, con la bici por los prados del norte de españa, me alegro de que sigas pedaleando y de que todo vuelva a ir bien despues de todo.
ResponderEliminarsaludos ciclistas desde vallecas.
¡Qué bien saben esos saludos vallecanos! A ti te gustarían mucho estos paseos.
EliminarSaludos desde el valle del Ebro.