En la entrada en un garaje de Zaragoza dos mosaicos reciben a los coches que entran, en un estilo vintage que recuerda a los años en los que se realizó la casa. Los coches entran y salen todos los días pero seguro que muy pocos se fijan en algo que está siempre ahí y que de tan presente pasa desapercibido.
En uno de ellos, un hombre trajeado y con sombrero, porta un volante entre las manos y conduce una tortuga sobre un paisaje de edificios y árboles mientras entra en el garaje y se puede leer: "entre despacio".
En el otro, un policía urbano, de los de antes, alarga su mano en un gesto de alto y un texto que dice: "sea prudente".
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