Siempre está ahí, casi todos los sábados vestido con el número uno a la espalda y preparado. Detrás de él la portería. Delante todos jugando detrás de un balón. Espera en silencio, moviendo los ojos persiguiendo el mismo balón. Unax, el portero, espera soñando con una gran parada, con un aplauso de sus compañeros, con un "muy bien" de su entrenador. Custodia y espera durante mucho tiempo para luego jugárselo el todo o el nada en un segundo.
Algunos días toca jugar en campos de tierra fría y helada, por suerte los menos. La portería, su compañera, poco cambia de un campo a otro, al igual que su número uno que le acompaña en su espalda a pesar de que él no lo vea ni lo sienta.
Su equipo el Olarizu del Aurrera de Vitoria, un club deportivo fundado en 1935, con mucha historia detrás, con muchos sueños no conseguidos y con pocos agraciados en la pedrea. Desde pequeños ingresan sin saber muy bien a qué jugar. Un día haces una buena parada y te seleccionan para portero a la primera. Todos quieren jugar detrás del balón y ninguno se quiere quedar a esperarlo.
Así le pasó a Unax, le asignaron la portería y él con su gran corazón no dijo no, es más, se colocó sus guantes aplazó sus miedos y se lanzó a intentar parar los balones que sus compañeros le lanzaban con todas sus fuerzas, sin piedad, sin respeto, sin cariño. Tanto fue así que le pasaron a un equipo por encima de su edad, al que llaman de alevines de rendimiento, con compañeros un año mayores que él, y con muchos retos que superar.
La exigencia era grande, intentar crecer un poco más rápido, y ser igual o mejor que los que le llevan algo más de experiencia. En su equipo siempre sería el distinto, como lo son todos los porteros, por eso visten diferente, por eso pueden tocar la pelota con la mano, únicos privilegios que les dan a cambio de tirarse al suelo, caigas como caigas, a cambio de que no pase un balón entre los tres palos.
El Olarizu va siempre entre los primeros, los rojillos juegan bien al balón, arriba tienen buena pegada y saben pillar los buenos balones que les pasan los centrales, en defensa también son buenos y corren como locos a los gritos de Matías su entrenador. Mientras Unax espera no fallar en las pocas ocasiones que les dan al equipo contrario.
Su abuelo no se pierde un partido, a no ser que tenga otra cosa mejor que hacer y algún que otro almuerzo en alguna sociedad así lo demuestran. Desde la barrera la gente chilla, algunos con mejor talante, otros sin aguantar una boca que debería ser cerrada al no darse cuenta que está hablando de niños. Pero es que cuando juegan parecen hombrecitos persiguiendo sus sueños y jugando a ser mayores.
Los partidos acaban y el número uno se va con el regusto de haber ganado pero arrastrar dos goles en contra. Mientras todos se abrazan perdedores con ganadores y ganadores con perdedores, tras la charla del entrenador todos van al vestuario, el portero felicita a sus compañeros pero nunca le felicitan a él. La injusticia del fútbol a estas edades marca que la victoria la ganan los que juegan al fútbol y las derrotas son por los fallos de los porteros. Diez jugadores que ganan y uno que sólo lo hace a veces.
Al siguiente sábado toca otro partido, éste es en casa, se vuelve a repetir la rutina, esperar a que llegue un balón e intentar que no sea gol. Hoy cuenta con el apoyo de más familia, al abuelo se unen el padre, que no falta a ninguno, y su madre y hermana. Pero Unax, mientras está en el campo se siente sólo, concentrado y sólo pensando en hacerlo bien.
Después de una semana difícil, por la incomprensión de sus compañeros, el número uno arrastró su cuerpo a un nuevo partido, deseando más que nunca no fallar para poder restregarle a más de uno su valía como portero. Sus piernas bailan nerviosas haciendo temblar a su sombra, a la espera en su soledad de siempre.
El partido va como de costumbre, la victoria será difícil que se la quiten, sus compañeros están haciendo un buen trabajo. Los gritos de ánimo no salen hoy tanto de su portería, el miedo a fallar le ha dejado un poco mudo y tan sólo grita para ordenar defender un poste. Algunos sustos vienen, pero por suerte el balón permanece alejado de su área.
Después de un descanso, los balones comienzan a acercarse a su portería, y Unax demuestra lo que vale, sale un poco a regañadientes, pero sale. Sus compañeros lo observan como si le hicieran un examen, y con el balón en la mano, Unax se siente bien, contento por el trabajo cumplido.
Pero a los pocos minutos, en un fallo defensivo, Unax tiene que salir a por un balón, el delantero le regatea y consigue por primera vez inaugurar su marcador. El número uno se queda con la cabeza baja, triste, sabiendo que ya no puede evitar lo que ha sucedido. A su equipo poco le importa que el fallo fue del compañero defensa, les hubiera gustado que Spiderman hubiera aparecido y hubiera arreglado su desaguisado, pero Unax tan sólo es un niño que no tiene los brazos elásticos. Por suerte su entrenador no piensa lo mismo y recrimina al defensa su acción.
Poco después otro gol en un rebote de mala suerte sigue el camino equivocado de la red de la portería. Todos saben que ha sido mala suerte, pero todos piensan que para eso está el portero, para parar los goles, sin darse cuenta de que si fuera por eso y los porteros cumplieran al pie de la letra su objetivo, no habría goles y por lo tanto, no habría fútbol.
Por más partidos que pasen, por más paradas que haga, por mas goles que le metan, Unax siempre estará ahí, en la soledad de su portería, en la soledad de su vestuario y en la soledad de sus sueños. Difícil será que los niños entiendan que es sólo un juego cuando sus padres berrean desde la grada deseando que sus hijos les jubiles. Pero, aunque siempre estés solo custodiando tu portería siempre nos tendrás detrás diciéndote lo bien que lo haces cuando paras el balón y que no pasa nada cuando el balón quiera seguir el camino del gol. No podemos quitarte tu soledad de portero pero si acompañarte en tus sueños de niño.
Ese Unax..., ese Unax..., ey, ey... Campeón!
ResponderEliminarOeoeoeeeeeeeeeeee Oeee Oeeee!
Eliminar¡Gora Unax txalpelduna! y que siga disfrutando del futbol como un juego y un deporte que es para unos niños de 11 años, lejos de la ambición y fanatismo desmedidos al que algunos se ven sometidos desde pequeños.Por cierto el sábado en Amurrio porteria imbatida con un 0-7 para el Olarizu.
ResponderEliminarHay está la clave Maite, es un juego, simplemente un juego de niños. Si sabía la victoria, le sigo en los resultados, es un crack.
EliminarY no se podría jugar sin clasificación??
ResponderEliminarNo se, sin mas se juega,se gana se empata o se pierde pero si no figura en ningún papelito igual seria mas fácil y mas divertido para los chavales.
Ufff ese Unax txapeldun, como añora a sus compis del 2002.
El competir está bien, el sufrir por competir no.
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