El otro día me acordé de esas mañanas de domingo en las que éramos pequeños -ni que hubiéramos crecido mucho-, esas mañanas en las que obligatoriamente había que ponerse la ropa del domingo, aunque nosotros, la viéramos más como el uniforme del domingo, ropa que no entendíamos muy bien, ya que íbamos a acabar tirados por el suelo jugando al fútbol o al baloncesto con la consiguiente bronca al llegar a casa. Acabas vistiéndote y tu madre antes de salir de casa tomaba el bote grande de Varón Dandy y nos lo restregaba por el pelo y detrás de las orejas, era entonces cuando un olor inconfundible se percibía por nuestra nariz, era el olor de los muy hombres, era el olor de Varón Dandy.
Este olor te hacía salir seguro a la calle y la primera parada era o misa en San Braulio o misa en Salesianos, la misa no te la quitaba nadie, a cual peor, de misa a jugar en el patio del colegio, que tenía casi tanta vida como entre semana, o al local de los scouts donde tenían maquinas y futbolines para jugar, sólo las peores máquinas estaban libres. Después a comer con todavía el olor de Varón Dandy perfumando el día.
Después de comer al cine de Salesianos, a ver películas de serie D o F por tan sólo unos cuantos duros, nos encantaban todas las películas japonesas de monstruos gigantes mutantes tipo Godzilla, y las de la segunda guerra mundial pero versión yugoeslava o soviética, las americanas eran las que estaban en los cines caros o en la televisión. A mitad de película a comprar caramelos de nata dura y sugus revenidos, y vuelta a ver la película. Al acabar, a casa, merienda-cena y después de ver un poco la televisión, mentir a mi madre diciéndole que si tenía hechos los deberes, a la cama, que mañana era día de escuela, mientras en la almohada todavía quedaba cierta esencia de Varón Dandy.
¿Cómo habría sido mi infancia si en lugar de Varón Dandy me hubieran dado Black code de Armani o cualquier otra similar? Seguramente no habría ido a misa, después me habría ido a ligar al parque con el dinero que le hubiera mangado a mi hermano y por la tarde mientras mis padres se creían que estaba en el cine hubiera estado haciendo maldades por ahí, y al acostarme sobre la cama y oler a Armani, habría pensado: "que grande eres". Gracias Varón Dandy por hacer de mi, un malo bueno.
Esa colonia se la echaba mi padre y tengo que reconocer que no me gustaba mucho. A mis hermanos mi madre les echaba otra, menos mal, pues con un mal olor basta. Pero era salir a la calle y oler esa colonia por todas partes, era como si no existiera ninguna otra!!!!
ResponderEliminarMe da en la nariz que era así.
ResponderEliminarNo creo q mi tiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa te echara esa colonia.......se la robarias pensando que asi serias mas cool.
ResponderEliminarPues créetelo, sería alguna oferta del SPAR, gracias a dios, pronto se empezó a instaurar los regalos de las colonias por los cumples y en navidad, entonces ya si que me hice todo un hombre. Todavía quedaba hasta hace poco un bote en Anguiano, como no lo usaba nadie hay iba quedando por los siglos de los siglos.
ResponderEliminarHola David, jajaja, qué bueno, me parto. Este año en lugar de vino te mandamos vinoterapia por Navidad, jejeje. Me ha encantado la historia.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Estaría bien, así pasaríamos del Varón Dando al Rey del Prado.
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