La mirada

No sólo hablan tus labios. No sólo dices con agudeza palabras silenciosas. No sólo callas silencios, también me miras. Tu mirada me lo dice todo. Me cuenta que te hiciste mayor siendo niña, que apenas sabes lo que desconoces. Me miras como buscándome, preguntándome dónde estaba cuando me hubieras necesitado. Tus ojos son negros, pero vivieron empapados en rojo por las lágrimas.

No hay engaños, ni afán de ocultar nada. Tus ojos son tan oscuros que lo cuentan todo con claridad. Tu vida quedó parada en tu mirada. Tu historia quedó plasmada en la placa de aquel fotógrafo que te esperaba en Ellis Island, el puerto de llegada que significaba el principio de un nuevo final. Tal vez tus ojos se abrieron más que nunca, y su frío miedo tapaba el pestañeo de tus sueños. 

Tus ojos decían una cosa, y tu ropa la aumentaba. Si desde aquel día tu vida empezó o terminó, nadie lo sabe. Todavía te recuerdo en las paredes del museo de aquella isla. Tu mirada se me clavó dentro, me apuñaló y torturó a mi cómoda apariencia. Sin remedio me sigues mirando, y yo tan sól,o puedo no dejar de mirarte, después de más de cien años. Tu simple mirada ha despertado la mía.