Primero decidir cual sería el sistema que empleaba para dejar un tejado mucho más resistente. Me visité todos los centros de bricolaje y miré y revisé todas las posibilidades. Al final me decanté por la tégola por precio ya que con otros sistemas desperdiciaba mucho material en mis medidas y me costaba más del doble.
Así que muy a mi pesar que me hubiera gustado descansar y no ponerme manos a la obra, me puse a reparar los tejados, levanté la leñera en la parte de atrás unos 10 centímetros lo que hizo que la inclinación aumentara, además de cambiar todas las maderas de los tejados ya que se habían humedecido y no servían para casi nada.
Así es como quedó al final, por suerte los días de trabajo el tiempo aguantó y no hizo mucho sol y tampoco llovió. La prueba de fuego fue a los pocos días en las que calló una tormenta de verano y el resultado fue satisfactorio. Cada día me parezco más a mi padre y no hay verano en el que no haga algo de bricomanía.
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