Una vez más los Piñarras se volvieron a reunir por Gracias, lo que comenzó como una petición graciosa al calor de una noche de verano en fiestas de julio, hace ya unos años, entre bar y bar, y cerveza y cerveza en una petición a José Félix como el más veterano de los Piñarras, todos nos volvimos a juntar con una sonrisa en la boca y con ganas de contarnos cosas y vernos las caras sin las prisas del día a día. Una buena excusa para juntarnos y recordar que todo lo bueno hay que cuidarlo.
No pudieron estar todos, pero es difícil juntar a un clan que precisamente pequeño no es. Nos juntamos en la Cabaña, nos prepararon un ambiente muy agradable y tranquilo, todo un salón para nosotros con una mesa que recordaba a la de una boda (que se lo digan a Pedro y Maite que parecían los novios) en forma de "U", pero luego ya nos encargamos todos de movernos de un lado a otro para vernos todos.
Además de las generaciones directas cada año, por suerte, se suman los más jóvenes y van haciendo piña o piñarra con los más veteranos. Así fue un placer contar este año con Raúl, Ana, Andrea y Elena, que se encargaron de tomar una de las esquinas de la mesa, reírse mucho y charrar de sus cosas.
Por el otro lado de la mesa José Félix, Magdalena, Tito, Maite, Richar, Raquel, Lucía y Lidia, entre otros. Todo un grupo donde las botellas de vino no faltaban y Richar no hacia otra cosa que mirar por la ventana aguantando la maldita lluvia que presagiaba una bajada de la cuesta complicada, aunque reconoció que haciendo pronósticos es mucho mejor Rapphel que él.
Por la otra esquina Lidia, Marino, Dani, Estela, Chini y Esteban cerrando la esquina. Les tocó aguantar un poco la ventana y el fresco que entraba por ella tras la lluvia que estaba cayendo. Esteban aguantaba como podía después de tener una inflamación considerable en la boca por las malditas muelas.
Justo en el centro de la mesa presidencial Maite y Pedro Ignacio, que aunque aquí parezcan algo separados pudieron disfrutar de una segunda celebración matrimonial, al grito de ¡viva los novios!, aunque los padrinos de las esquinas tampoco se pudieron librar.
En la otra esquina Chuchi, Justo Luis y Begoña todo un clan que junto con Pedro Ignacio hacían un cuarteto de miedo. De la comida como podéis ver tan sólo dejaron los restos, de una comida, que por cierto, estuvo muy bien y servida toda en su momento.
Justo enfrente mío y al lado de justo, para ser justos, Fernando custodiaba a David o al revés, junto a ellos la madre, Raquel y Ana con June y Naia. June duró poco, ya que como se aburría, me la llevé para dejarla con sus abuelos. Con Raquel tuvimos la suerte de poder charlar y comentar cosas que la distancia no nos permite.
Aquí podéis ver como los padrinos se besaron con mucho cariño y fervor, para desgracia de la muela de Esteban y calorcito de la nuca de Justo Luis. No os perdáis al pequeño David como se pica de envidia y le regala un besazo a Raquel.
Pasamos un gran rato juntos, entre platos que iban y venían, botellas de vino que se vaciaban y cotilleos, muchos cotilleos. No faltó la anécdota de ultramar y cómo las redes sociales a día de hoy no perdonan ni las mentiras ni los secretos, la pena es que al final se haga protagonista de una historia a gente que no tiene nada que ver con nada y no saben ni lo que es el "feisbus".
Otra de las grandes protagonistas de la comida fue Naia, la última incorporación de los Piñarras. Naia aguantó un buen rato dormida, pero cuando se despertó y tomó el menú particular de su madre, todos se peleaban por tenerla entre sus brazos, y ella con lo buena que es, no se quejaba para nada.
Raúl nos demostró que es capaz de tener un bebé entre sus brazos, aunque cuando le dijeron que se había cagado se encargó con rapidez de endosarle el paquete a otro, pero por suerte era una falsa alarma, esperemos que Naia no te lo tenga muy en cuenta en el futuro.
Elena también se dejó convencer por el instinto maternal y se hizo con Naia, para sorpresa y risas de sus compañeros de mesa. Por suerte, hechuras no le faltan.
Lucía, una anguianeja de pro, se hizo con Naia con su naturalidad y su sonrisa. Las dos parecían estar pasándoselo de maravilla.
Su tía Maite no se quiso quedar atrás y aunque parezca que su tío Esteban no hacía mucho caso, no es verdad, también le dedicó sus buenos mimos a su sobrina.
Y así pasamos un rato maravilloso, que como siempre se nos hizo más corto que largo, con un montón de Piñarras disfrutando de una herencia de la que pueden estar muy orgullosos, y en la que los nietos y los hijos de los nietos encuentran la excusa perfecta para pasar un buen rato juntos.
Ánimo que ya queda menos para el año que viene. Por suerte en esta última foto pudimos pillar a la pequeña Raquel, que encantadora con los niños, viajaba de un lado para otro y casi consigue no salir en ninguna foto, lo mismo que me pasó a mi, pero ese día los protagonistas son ellos, los Piñarras.
28/09/2013
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