lunes, 21 de octubre de 2013

La ciudad se oscurece



Por delante me aguarda una noche larga de trabajo y creatividad. Por detrás todo un día de duro trabajo y cansancio. En medio una ciudad que se despereza entre las luces de las farolas y un sol que se esconde disimuladamente entre las nubes. En las casas pocas luces, o todo el mundo está fuera o ya duermen entre los abrazos de sus televisiones que todo lo adormecen. Algún coche circula despacio como para no hacerse protagonista de la noche incipiente.


El cielo recorta la silueta de una ciudad, el museo Pablo Serrano desdibuja sus formas y se convierte en algo más compacto como el resto de los edificios. En los pisos puntos amarillos sobre negro como cuando dibujaba de niño la noche llena de estrellas. Antenas y grúas desafían al silencio. Por un momento la naturaleza y la vida son más fuertes que mi día a día, me relajan y me atraen a partes iguales.


Poco a poco, coincidiendo con el adiós del sol, las luces intensas surgen de las casas, algunas con gran potencia, casi como si fueran un escenario en la noche. Unas amarillas, otras blancas, otras verdes-azuladas, el resto grises casi negras. Fachadas que se desdibujan, familias que descansan, habitaciones que no duermen, sueños que comienzan y un cielo que se apaga.


Mientras la ciudad se oscurece y empieza a dormitar, yo me despierto y recuerdo lo que me queda por delante y lo de menos es el sueño. Dejo la ciudad libres de mis pensamientos y vuelvo a la vida virtual, que la real, la he tenido por un momento delante mío.

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