domingo, 27 de mayo de 2012

Reencuentro V: Iglesia de San Ildefonso en Jaén



Aparcamos el coche y pies a la obra nos dirigimos hacia el casco histórico de la ciudad, en un visto y no visto nos topamos con la iglesia de San Ildefonso, los muros más antiguos de esta iglesia datan de 1248 y en su origen era una capilla extramuros. Un día de 1430 la virgen se apareció allí, y la iglesia comienzó a crecer, un poco de cada estilo, en cada etapa se iba haciendo un poco, intentando aglutinar con concierto y sin demasiada ruptura estilos como el gótico, renacentista y neoclásico. La torre campanario que destaca sobre toda la iglesia es del siglo XVI, al igual que la fachada lateral de Andrés de Vandelvira, constructor a su vez de la Catedral de Jaén, y cuyo cuerpo se encuentra enterrado dentro de los muros de la iglesia de San Ildefonso. Desde fuera los muros recuerdan más a una fortaleza que a las propias paredes de una iglesia, como buenos viajeros rodeamos el templo antes de entrar en él.


En una de las paredes justo al lado de una de las entradas nos topamos con la placa que recordaba la aparición de la virgen. Todo sucedía tranquilo en Jaén y más en aquella iglesia extramuros, hasta que la noche del 10 de junio de 1430 la virgen se apareció y desde ese mismo momento, dando fe notarial, se comenzó a armar una iglesia alrededor de esa capilla. Me gustó el símbolo al estilo Volkswagen que se insertó entre el mes y el año de instalación de la placa conmemorativa.


Un poco más allá, se encontraba la entrada primitiva de la iglesia, en la calle de alusivo nombre: Calle reja de la Capilla. En sus paredes de gótico isabelino con arco carpanel, surge la Virgen de la Capilla en un mosaico de Santiago Padrós. En 1950 el papa Pío XII la proclamó patrona principal del Jaén y diecisiete años después fue nombrada alcaldesa mayor de la ciudad, evidentemente, estábamos delante de toda una autoridad.


En el final de una de las tejas, junto a la cañería y sobre un contrafuerte, se encuentra un rostro esculpido que nos recuerda la leyenda de la cabeza de la iglesia de San Ildefonso, se cuenta que es el vivo retrato de un joven, hijo de un rico de la ciudad, que una noche a finales del siglo XVI se escondió en el templo y robó unas lámparas de plata que iluminaban a la Virgen de la Capilla. Salió de la ciudad con su botín, pero se desorientó, siendo apresado en Los Villares. Juzgado y condenado a muerte en Jaén, de nada le sirvió su adinerada posición. Fue ahorcado y después descuartizado, exponiendo sus restos en distintos contrafuertes del templo para que sirviera de escarmiento, cuando se consumieron los restos, donde estaba la cabeza se ordenó esculpir una cara que recordara eternamente este suceso.


El interior de la iglesia se mostraba sobrecogedor, potenciado por los techos bajos, cuyas arcadas nervadas se acercaban a los mortales, achatando todavía más la sensación religiosa que producía el templo. Sobre la planta de salón, nacen tres naves de pilares compuestos de las que nacen arcos apuntados. En 2010 fue declarada basílica menor.


Al frente la Capilla de la Vera-Cruz, con las imágenes de la Congregación del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz y María Santísima de los Dolores, la capilla está fundada en 1541 y es la cofradía de Pasión más antigua de la ciudad.


Caminando por el lateral la luminosidad del centro del altar atraía con fuerza, candelabros y oro encuadrando a un Cristo crucificado, silencio y tensión religiosa dentro del templo.


Majestuoso se muestra el retablo de las Ánimas, que se encuentra sobre un gran marco dorado algo rococó. En la parte inferior y en un alto relieve mucho más pronunciado se encuentran las ánimas, que sufren las penas del Purgatorio, en la parte superior la gloria eterna escenificado con Jesús recordando el martirio de la cruz y Dios a su lado, ambos arropados sobre ángeles en la compañía de la Virgen María y un santo aparentemente benedictino. En la parte central San Miguel Arcángel con su balanza mira hacia arriba mientras algunos angelotes acuden a salvar a algunas almas.


Este retablo se realizó en 1760 y es obra de Francisco Calvo, en la reforma que se hizo en la iglesia en 1751. La obra escultórica fue donada por la Cofradía de Ánimas con 2.208 reales, que además de la talla dieron para arreglar el altar, blanquearlo y poner una peana de piedra de jaspe. La Cofradía salía en las frías noches de noviembre, cuando lo oscuro dominaba la ciudad y al sonido de la campanilla que portaba un infante llamaban a las puertas al grito de "en tu puerta están las ánimas" para recaudar limosna en la llamada ronda del pecado mortal, que principalmente gustaba de llamar en las casas de mal vivir y en los lugares oscuros de la ciudad. El dorado y policromía del retablo son posteriores, entre 1769 y 1770 por José Carazo y Francisco Gavariño. Es un altar de amplia devoción.


Al fondo a la izquierda el retablo de San Benito de Nursia en la cabecera del templo, en la llamada nave del descenso, simétrico al que se sitúa a la derecha del cabecero que es de San Antón. En el centro se puede apreciar a San Benito, con su túnica negra típica de la orden benedictina que fundó, en el retablo se encuentra custodiado por diversos santos como San Leandro en la hornacina superior, San Mauro, San Plácido o Santa Gertrudis.


En la parte inferior destacan escenas de la vida del santo, en esta vemos como los monjes benedictinos que tenía en su monasterio después de haber repartido todo el pan que habían en el convento, en un año de escasez de alimentos en la región en la que estaban, San Benito les dijo: "Ya verán que el Señor nos devolverá con la misma generosidad con la que hemos repartido". Y dicho y hecho, a la mañana siguiente, aparecieron en la puerta del monasterio 200 bultos de harina llovidos desde el cielo.


En esta escena se narra el momento de su muerte, el 21 de marzo del año 543, mientras San Benito con sus discípulos se encontraba en la ceremonia del Jueves Santo, se sintió morir y elevó sus ojos hacia el cielo, y allí mirando, lanzó un suspiro de alivio y quedó muerto, cumpliendo su máxima de morir de pie como los robles.


En esta otra escena sus religiosos constructores del templo tratan de quitar una inmensa piedra que no se movía, ni apenas unos centímetros la conseguían desplazar, llegó San Benito y con tan sólo una bendición la pudieron mover como si no pesara nada.


Los angelotes laterales asisten aguantando el retablo con estoicismo y resignación, entre dorados y lazos que cubren cuerpos desnudos y la mirada perdida como la de muchos fieles.


A la izquierda de este retablo se muestran dos espléndidas vidrieras que muestran la vida del santo San Ildefonso, en la de la izquierda se muestra la aparición de la Virgen y en la de la derecha a la Virgen María imponiendo la casulla a San Ildefonso, imagen que está varias veces repetida en el templo.


La Capilla de la Virgen se muestra al fondo, con una monumental rejería de 1610 y se ubica justo detrás del presbítero. Los fieles se sientan y se levantan para pedir y solicitar que es lo que se lleva en estos tiempos. Desde dentro una gran luminosidad nace desde la virgen y desde la cúpula que la arropa. A la izquierda se intuye el retablo de San Antón.


El retablo barroco en profuso laminado oro muestra el descenso de la Virgen a Jaén, que corona el camarín de la virgen donde se adora a la talla vestida. Dentro se custodia el documento notarial que narra el descenso de la Virgen. En la parte inferior todo un frontal de plata al igual que el altar.


Una gran luminosidad proviene de la parte superior donde una cúpula coronada con las imágenes de varios reyes y con las pechinas y arcadas completamente policromadas con motivos florales y querubines sobre fondo rojo, llenan de luz todo el recinto de la Virgen de la Capilla.


Continuando por el templo se aprecia el cristo crucificado sobre el templete de columnas barrrocas y profuso oro que lo contiene. Al fondo en una vidriera se llega a ver la vidriera en la que se muestra el Santo Rostro.


Sobre uno de los laterales el altar de la Divina Pastora de las almas de Jaén, entre mármoles rojos y dorados, surge sobre un fondo pintado que recrea a Jaén, surge la escultura de una virgen pastoril serena al pie de una peña, con dos borregos tallados en madera de pino y policromados, y con un gran ramo de flores que da color a la escena. La talla de la virgen es de estilo barroco, de la escuela granadina de finales del XVIII, y aunque es anónima se atribuye al imaginero Manuel González. La cofradía de la Divina Pastora data de 1595.


A sus espaldas ya se puede apreciar el altar mayor con gran luminosidad, sobre un suelo ajedrezado el Cristo crucificado preside todo el altar.


Al fondo del Altar mayor de la iglesia de San Ildefonso se encuentra el retablo mayor, que ocupa todo el testero del templo, de estilo barroco y realizado en madera dorada y estofada por Pedro Duque Cornejo en el siglo XVII o XVIII. Entre las escenas que muestra cabe destacar la central que está dedicada integramente al descendimiento de la virgen, siendo junto con Zaragoza las únicas ciudades de España en las que existe la tradición del descenso de la Virgen. En la parte superior se encuentra tallado el milagro de San Ildefonso de Toledo.


En las cúpulas superiores sobre las pechinas con dos escudos, todo sobre fondo rojo y dorados, contrastando con la otra cúpula nerviada sólo rematada en blanco.


Continuando el camino deambulatorio por el templo nos encontramos con el Altar del Jesús preso, con un frontal inferior de mármol rojo sobre el ajedrezado del suelo, en el centro y profusamente iluminado la imagen del Jesús preso, obra de Ramón Mateu Montesinos en 1941, talla con la que consiguió la medalla de oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes del mismo año. En un principio iba a ser tallado como un Cristo caminando sobre las aguas, razón por la cual se explica el semblante de su cara.


Ya llegando ahcia el final del templo nos encontramos con la iconografía de los pasos de Semana Santa, sobre un escenario teatral nos encontramos con la capilla de la Soledad, la virgen desde su templete nos contempla con tristeza dramática, grandes puntillas, profusas joyas y ricos telares.


En la capilla de al lado, se encuentra la de la Vera-Cruz, con las imágenes de la Congregación del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y María Santísima de los Dolores, fundada en 1541, siendo la cofradía de la Pasión más antigua de la ciudad.


Ya por fin acabamos la visita a la iglesia de San Ildefonso no sin ver antes un gran cuadro que cuelga de una de sus paredes con la imagen de un San Cristobal que nos persigue por toda la ciudad de Jaén.

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