Caminábamos hacia arriba, en semicuesta y la Catedral de la Asunción cada vez se hacía más grande, ya en la plaza de Santa María frente al Palacio Municipal y Episcopal se mostraba altiva, protegida por una verja la fachada principal levantada en 1667 por Eufrasio López de Rojas. Su planta y apariencia recuerda a otras catedrales posteriores en el suelo americano. Nada queda de la antigua mezquita que Fernando III el Santo consagró como iglesia, y muy poco de la catedral gótica que se reconstruyó tras un incendio en 1494 con el mandato del obispo Osorio de Acuña.
La fachada en todas sus caras recuerda su origen renacentista, asentando en la armonía la fusión de sus estilos. En 1540 comenzó el proyecto Pedro de Vandelvira, al que le sucedió su hijo Andrés, 22 años después. Tras la muerte de Andrés de Vandelvira le reemplazó su ayudante Alonso Barba, que dirigió el proyecto siguiendo fielmente las instrucciones de su maestro.
En las paredes traseras, en la fachada oriental, se conservan los restos más antiguos de la catedral, como es el friso gótico flamígero de Enrique Egas en el 1500 y sobre el que se muestran diferentes figuras en sus esquinas y recovecos.
En una de ellas se encuentra la famosa "Mona" o "Bafumet", colocada sobre una esquina, sentado en cuclillas con barba partida y turbante, que según otras fuentes bien podría ser el mismo Enrique Egas orgulloso de su obra o algún maestro cantero.
Desde lo alto del friso parece que ni nos mira, a todos los que paramos junto a él para poder ver a la "mona" de la Catedral de Jaén, él imperturbable mira hacia el horizonte como tan sólo lo que es o con lo que en lectura templaria podría ser, al igual que la que en idéntica forma se encuentra en la catedral de Notre-Dame de París.
En otros rincones aguantan animales fantasmagóricos que conviven entre los adornos florales góticos, cables perdidos y hierbas que salen de entre las rocas.
En la parte de atrás, una puerta envejecida por el tiempo mira desde la parte de atrás la escultura de Pedro de Vandelvira, la Casa Almansa y diversas tiendas de regalos y recuerdos.
Doblamos por la pared de la catedral que continua en reformas y se podía ver una de las torres gemelas que enmarcan la fachada, y que siguen las líneas horizontales que fraccionan a la misma. En la parte superior una balaustrada rodea la cúpula semiesférica sobre planta octogonal, y se pueden ver en la torre norte las nueve campanas de su interior.
La planta de la catedral tiene forma de cruz latina, y en la parte superior se encuentra la Sacristía Mayor y la iglesia del Sagrario. Sobre su techumbre una logia de doce metros la recorre desde la puerta del Sagrario hasta la fachada principal, en la base una valla de piedra de más de un metro de altura y con una verja de hierro forjado de cuatro metros de altura con pilares que se encuentran coronados por piñas.
En la imponente fachada principal destacan diferentes puertas, entre ellas la de los fieles con un relieve que representa a San Miguel realizado por Julián Roldán, que también realizó la de la puerta del Perdón con la imagen de la Asunción. Se muestra a San Miguel, jefe de los ejércitos celestiales, espada en mano luchando contra Satanás y sus legiones de demonios en el abismo del infierno.
En la puerta del clero la imagen central de la sobrepuerta es la de Santa Catalina, patrona de la ciudad de Jaén, realizada por Lucas González. La santa, armada de una espada y dedicada a la unión mística con Cristo, en la escultura se muestra la máquina con ruedas de pinchos con la que fue torturada Santa Catalina. Es la santa que cuenta la leyenda se apareció a Fernando III cuando estaba dispuesto a abandonar la conquista de la ciudad.
La fachada principal diseñada por Eufrasio López de Rojas en 1667 y acabada 21 años después por su discípulo Blas Antonio Delgado, es una joya del barroco español, casi cuadrada con 32 m. de altura por 33 m. de achura, sin incluir las torres. Casi todas las esculturas de la fachada son de Pedro Roldán, el escultor sevillano del barroco español y discípulo de Alonso de Mena. En la parte central se encuentran de izquierda a derecha, San Mateo y San Juan, San Fernando, San Lucas y San Marcos.
La figura de San Fernando es el motivo central de la fachada, alzado sobre la balaustrada, recuerda la figura de Fernando III de Castilla, recordando la conquista de Jaén. La escultura es obra de Roldán que también realizaría la que se encuentra en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla y que fue después dorada por una hija del pintor Juan Valdés Leal. San Fernando muestra en una mano la espada de la conquista y en la otra el orbe.
San Agustín se muestra en un extremo, con su pluma y su libro. Al fondo se puede apreciar como las hierbas nacen desde las grietas de las piedras, dando un toque de color verde sobre la fachada de piedra.
Al otro lado se encuentra San Ambrosio, también con pluma y libro, el santo que se enfrentara a Teodosio y consiguió doblegar la autoridad del emperador ante la de la iglesia, también fue el santo que prohibió los Juegos Olímpicos junto con el mismo emperador Teodosio I.
Aquí podemos ver a San Lucas, uno de los cuatro apóstoles que se encuentran en la parte central y que también son obra de Pedro Roldán. En este caso la pluma ha desaparecido, pero en la otra porta sus evangelios.
Aquí podemos ver a San Mateo y San Juan, veteranía frente a juventud, todos con sus evangelios en la mano.
Debajo de las esculturas se muestra la profusa fachada barroca, decorada con florituras y arcos corintios, junto a balcones de medio punto sobre los que se exponía el Santo Rostro para bendecir a las tierras y las gentes de Jaén. Sobre los pilares de la valla exterior piñas florales que apuntan hacia el cielo.
Sobre la torre norte la estela de un avión simula la chimenea de la torre norte. Después de algunas llamadas y un poco de descanso nos dirigimos hacia el cuerpo lateral oriental camino de la exposición Splendor Europae en la Sala de Exposiciones Deán Martínez de Mazas que se encuentra en la parte superior del templo.
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