Pasamos a recoger a Luis, el hijo de mi amigo Rafa, por su colegio, y fue conocerlo y querer llevármelo a casa, sus improvisadas preguntas, su lucidez infantil, su inocencia brillante, su amor por el Castillo de Santa Catalina y los barcos y su singular acento jienense, me convertían en su más querido admirador. Comimos todos juntos en una terraza cerca de la Universidad, con viento y sol, pero con muchas risas y acertijos que bailaban entre lonchas de jamón y ricas tostadas. Después un poco de descanso en el Hotel y la conferencia en la Universidad que era el objetivo de mi viaje, a la que tuve la suerte que asistiera Luis en primera fila, convirtiéndose en el universitario más joven del mundo.
Sobre un nutrido grupo de estudiantes de Filología repasé mi experiencia desde la Creatividad y el Diseño con mis conocimientos de la carrera, les enseñé mi primer anuncio y los orígenes de una profesión en la que ya llevo más de 23 años de oficio, lo que se puede hacer con las palabras y cómo una imagen puede resolver mil frases.
Repasamos figuras literarias, el ritmo de los spots y el concepto de algunas campañas que he desarrollado, todo visto desde el prisma de la filología. Pudimos ver bastantes trabajos ya que Juan Casamayor, otro compañero de facultad y editor de Paginas de Espuma, no pudo asistir, así que durante casi dos horas estuvimos viendo y hablando de la comunicación, la publicidad y la filología, pese a competir con un partido del Barça en la televisión. Al final, tímidas preguntas y la satisfacción de pasar un buen rato en mi reencuentro con la Universidad.
Después con Rafa y Luis dimos un paseo por la acogedora y joven Universidad de Jaén, heredera de la antigua Universidad ubicada en el Real Convento de Santo Domingo. A pesar de que la tarde quería llegar a su fin, la gente todavía recorría los paseos y entraba y salía de las diferentes facultades. El viento hacía un poco más desapacible la tarde, pero el sol la reponía con creces.
Al ser una Universidad creada en 1993, todo se percibe como nuevo y bien hecho, pensado a conciencia, con edificios de zonas comunes y múltiples servicios para los alumnos, un anfiteatro recogido en el suelo daba cabida a un concierto de guitarras eléctricas sobre el que algunos jóvenes se repartían indiscriminadamente. Paseábamos por jardines muy cuidados, edificios curiosos y un ambiente muy relajado.
En la biblioteca Rafa me mostró el legado de Cesáreo Rodríguez-Aguilera, el juez con vocaciones artísticas gran conocedor de ilustrados, filósofos y artistas de su momento, de los que guarda buen número de obras y dedicatorias. En una sala anexa a la biblioteca pude ver grabados y recuerdos de Camilo José Cela, Tharrats, Tapies y de tantos otros de la vanguardia desde los años 50, fruto de su pasión por la crítica artística, aspecto que le acercó al conocimiento y trato directo con las figuras artísticas del siglo XX.
Dibujo de Joan Ponç, sin título, 1966. Tinta sobre papel 44 x 63 cms.
El día acababa y me refugiaba en el Hotel después de comer amablemente en casa de Rafa con su familia, dibujarle un barco vikingo a Luis, ya sólo en la habitación me dormía releyendo algunos versos de un libro que me regaló Rafa que había presentado el día anterior, dando las gracias al trato recibido y repitiendo estos versos leídos de José Moreno Villa: "Me duele hablar y me duele callar. / Escribo bajo el mandato del silencio. / Él es lo dominante / en esta hora de infernal estruendo". (Elegía del silencio).
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