Llueve, por fin llueve

Por fin el cielo en este verano tan caluroso, se tornó gris. Las nubes tomaron las montañas y acamparon en ellas por un buen rato. El sol se mantenía distante, cuidando sólo de dar luz. Por fin las nubes rugieron y soltaron un agua que el suelo necesitaba. En todo el verano, en Asturias, un sólo día de lluvia es mucho para sus campos acostumbrados a lavarse la cara muchos días. Me asomo y veo caer la lluvia, se siente uno tan bien cuando se oyen las gotas rebotar sobre las chapas y las baldosas. Un olor, rico y fresco, me inunda, me hipnotiza.

El agua continua chapoteando en si misma, todo lo limpia. El silencio lo ha tomado todo, tan sólo las gotas sincronizan su ruido, a un lado clic, clic, al otro plic, plac y sobre el tejado plof, plof. El concierto de gotas me relaja y mi piel nota un frescor muy agradable. Llueve, por fin llueve en Asturias, el mar visita mi casa y me siento muy bien.