Thor y la Sirenita se conjugaron una tarde en casa. Unax y Uxue, mis sobrinos, revoloteaban después de la comida por el salón sin rumbo fijo, demostrando que también tenían superpoderes, pero si ellos los tienen, yo también tengo uno. Saqué pinturas, rotuladores y trozos de cartulina blanca y me dispuse a amansar a las fieras, a sabiendas de que ya tenía la batalla ganada. Sólo despejando la mesa ya estaban sentados y preparados.
Cada uno de ellos eligió su personaje. Uxue a la Sirenita, así que buscamos una imagen por internet y le hice el dibujo en línea sobre el papel, con un rotulador le marqué la línea de fuera para que ella le fuera poniendo colores. La carita con la que me miraba mientras descubría como del papel en blanco aparecía su apreciada sirenita era única. Cogió los colores que más le gustaron y se puso a pintar con la mayor ilusión del mundo.
Unax, como no, eligió a un superhéroe, y siempre suele tocar el que está más de moda, en este caso, Thor. Para dibujar a éste no necesitaba mucha ayuda, hay personajes que se te quedan en el recuerdo y que no desaparecen por mucho que pasen los años. Volví a ser por unos segundos el niño que fui, o el que no he dejado de ser, y del lapiz surgía la imagen de un Thor, o algo parecido.
Mientras Uxue seguía con su dibujo toda emocionada, Unax a la izquierda no abandonaba su maquinita maligna de monstruos que poseen raros poderes y que pelean por conseguir la máxima fuerza. Pero todo con tranquilidad se consigue. Segui acabando el lapiz y pasé al rotulador.
En el momento en que Unax empezó a ver cómo quedaba su Thor con los primeros trazos de rotulador, abandonó su maquinita y se puso manos a la obra, preguntándome y contándome cosas del superhéroe. A la vez le explicaba como se consigue hacer volúmenes y brillos con una misma pintura de color, apretando más o apretando menos. Unax me escuchaba con atención, en una mezcla de cariño y ansiedad.
Mientras, Uxue había pasado a poner nuevos colores según su criterio y prefería trabajar más en solitario, si estaba cerca, le daba un poco de respeto salirse fuera de la línea y que yo lo viera. Unax se peleaba con el sacapuntas, las pinturas se le rompían al apretar con fuerza para crear los brillos.
El silencio reinaba en la tarde, tan sólo la televisión emitía de fondo algún sonido. Sus padres descansaban sobre un sofá disfrutando de unos minutos de merecida tranquilidad. Las pinturas rayaban por los papeles dando vida a unos dibujos, que poco a poco, se hacían más reales.
Daba gusto verlos, mordiendo la lengua y poniendo todas sus ganas sobre un trozo de papel. Rebuscaban entre los rotuladores intentando encontrar ese color que necesitaban para ilustrar sus dibujos.
Thor, poco a poco cobró vida. Su melena rubia y sus cicatrices hablaban de sus aventuras. La Sirenita, también, pero Uxue, con el dibujo terminado, lo llevaba de lado a lado y no lo soltaba. Siento no poder mostrar como quedó al final.
Aquella tarde sucumbió con dos niños felices y con sus dibujos debajo del brazo, dispuestos a enseñarlos al día siguiente en clase. Esa tarde, fue una de esas, que aunque te hagas grande todavía la sigues recordando.
Vaya mano tienes David, mi marido es igual, es su profesión frustrada, y Odei s queda embobado cada vez q coge un lápiz.
ResponderEliminar¡Qué bueno! Tendremos que ponernos, mano a mano, tu marido y yo. Con un lápiz somos capaces de tranquilizar al más fiero.
ResponderEliminarUn beso.
PD. Ahora que te pasas por aquí, te quiero como fan, de aquí y del de June, que para eso estás todos los días ahí.
Se pasó muy bien, los dibujos tremendos y la cara de los sobris tan ilusionados no tienen precio
ResponderEliminarTienes razón, hay cosas que no tienen precio.
EliminarDavid: ¡Yo quiero ser tu sobrina!
ResponderEliminarJjjj, cuando quieras, elige personaje.
EliminarY ahora tenemos unos cuadros muy bonitos en nuestras habitaciones.
ResponderEliminarMUCHOS BESOS
UNAX Y UXUE
Ya he visto las fotos.
EliminarUn besazo de vuelta muy, pero que muy, grande.