Pasear a veces te trae gratas alegrías, el otro día caminando sin rumbo por el barrio de Santa Isabel, me topé con su parroquia de Santa Isabel de Portugal y un chispazo de color llamó rápidamente mi atención. Sobre su verja de color negro y sucio ayer, sus barrotes y florituras habían tomado diferentes colores brillantes que dotaban a la puerta de la iglesia de una atracción especial como si fuera un parque infantil.
Pasada la impresión primera me di cuenta que pocas veces me había percatado de su verja, tal vez no lo habría hecho nunca de no ser por este toque creativo. No pasa nada por revisionar lo antiguo, es más, para que algo parezca nuevo no hay más que querer hacerlo. Mi enhorabuena para el párroco de esta iglesia.
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