Nos empeñamos en ver nuestra vida como una línea recta, con un principio y un final, con un planteamiento y un objetivo a lograr que está al final del camino, a veces con recovecos, pero siempre como un punto que se puede vislumbrar pero que nunca vemos, por más que miramos al horizonte, nunca vemos nuestro futuro, y nunca lo veremos, por que lo que creemos horizonte, realmente es una curva de nuestra vida. Nuestra vida gira y por eso no sabemos lo que nos espera a la vuelta, pero sí sabemos, que viene curva.
Nuestras vidas giran alrededor de todos nuestros aspectos en la vida, en círculos concéntricos, más lejanos o más cercanos dependiendo de la intensidad con que vivamos cada uno de ellos en los diferentes momentos de nuestras vidas. Así, nuestra vida gira alrededor del amor y del sexo, alrededor de la familia, alrededor de nuestros deseos, placeres y lo que nos gusta, alrededor de nuestros amigos y enemigos, alrededor de nuestro crecimiento personal, alrededor de nuestro trabajo y de lo que sabemos hacer, alrededor de nuestros hogares y los espacios que nos acogen, y por supuesto, alrededor del maldito dinero.
En el centro de ese tiovivo que gira está nuestra esencia, alma le llaman algunos, que crece o decrece, en función de si nuestros círculos se acercan más al centro acortando nuestros viajes por esas rutas o se aleja del centro alargándolos. Sobre cada uno de esos círculos estamos nosotros, viajando por esa línea que creemos tiene principio y fin, y realmente no lo tiene, es una circunferencia perfecta, una línea que empieza en todos los sitios y que acaba en ninguno. Viajamos por ella, a veces corriendo, a veces sentados, a veces caminando sin prestar atención, a veces intentando ir para atrás, pero siempre viajando.
Cuando surge una dificultad, nos empeñamos en acelerar la marcha, en huir hacia adelante, pensando que ya no nos toparemos nunca con el problema, sin saber que inexorablemente nuestro camino nos llevará de nuevo hacia él, y sino hemos aprendido a superarlo, repetiremos los mismos errores. La vida, como el tiovivo, a veces se para y hay gente que se cambia de coche creyendo que las vueltas van a ser distintas, pensando que lo de fuera, los adornos hagan cambiar algo el viaje, pero las vueltas siguen siendo las mismas, y todo lo demás también. También se sube nueva gente a nuestros viajes, algunos hasta en nuestro mismo coche, pero no todos quieren ir a la misma velocidad.
El carrusel gira y gira, y en nuestro viaje siempre hay gente que parada nos mira, algunos disfrutan viéndonos reír vuelta tras vuelta y sabes que por fortuna van a estar ahí siempre esperándote, aunque a veces se pregunten si te tenían que haber subido. La vida gira y lo que dejamos detrás, realmente, mañana lo tendremos delante.
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