Se me olvidaba que ese día para comer teníamos paella, yo ta tenía todo preparado, el pollito ya tostadito, la fritada de verduras y nos pusimos a prepararla en un momento. Abrimos una sidrita y le pregunté a Ana cuantos vasos de arroz tenía que echar, ella me dijo que como éramos cuatro y era plato único, con dos vasos pequeños teníamos de sobra, hasta aquí fenomenal, pero no se que debió pasar entre los cuatro pasos que separan la ventana de la cocina del fuego en la barbacoa, que cuando llegue le dije a la Vane que teníamos que echar cuatro vasos de arroz, y eso es lo que hicimos, y como quedaba un poco de arroz tan sólo, echamos un quinto más. A la hora de pedir el caldo para el arroz, Ana se percató del problemilla pero ya era demasiado tarde, nos entró el caldo justito, justito, así que tuvimos paella para ese día, el otro, el otro y todavía duró en Zaragoza. Vamos, una paella de proporciones bíblicas.
La verdad es que una vez hecha no parecía que había tanto, pero había, había. Sobre la mesa en esta foto podéis ver una mariquita y una estrella de mar que fueron los regalos que nos hicieron nuestros sobrinos Unax y Uxue, los UU, cuando vinieron de vacaciones. También se puede ver ligeramente el tonelcillo del escanciador de sidra que me regaló Raulillo y que tan buena función nos hace.
Bueno, está claro que si la pinche no está cerca, algo falla.
ResponderEliminarPero bueno, ha habido paella para unos cuaaaaaaatos días.
Casi semanas, mueta
ResponderEliminarYo dije de invitar a lo vecinosssss...jajjaja
ResponderEliminarPor cierto que el vecino llegó al día siguiente de que os fuerais, ¿habrá temita?
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