viernes, 27 de diciembre de 2013

A propósito del 2013



Ya quedan pocas horas de este año que nos tocó vivir, del 2013. Un año plagado de luces y sombras. Un año en el que he disfrutado como pocos de la vida en mayúsculas y un año en el que también he probado los sinsabores de la tristeza. Un año de contrastes, de risas y lágrimas, de verdades y mentiras, de firmeza y de dudas. Un año que acabado en 13 sólo podía traer buena y mala suerte a partes iguales.


Un año en el que nació Naia, mi asturianina. Un año en el que estudié y me formé como nunca para intentar dar un salto en mi camino profesional. Un año en el que pude cumplir el sueño de mi juventud de tener una moto. Un año en el que la gente me demostró que la solidaridad se lleva en la sangre. Un año abierto a la amistad de a pocos y en el que me reencontré con mi mejor pasado. Un año de sol, de pocos fines de semana de descanso y de poco sueño. Un año que no me gustaría olvidar.


Un año en el que también dejó huracanes y pobreza. Un año en el que las mentiras y la corrupción de los políticos taparon la verdad de la gente, negando el futuro lógico de un mundo mejor. Un año en el que se apagaron estrellas que sentía cercanas. Un año en el que los caminos no tenían una sola dirección. Un año que se acaba con tristezas y alegrías. Un año para no olvidar por lo bueno y por lo malo. Un año que acabando en 13 no podía ser de otra forma.

jueves, 26 de diciembre de 2013

El indomable abuelo Esteban



El abuelo Esteban nacía tal día como hoy, 26 de diciembre, de 1919. Nacía después de Nochebuena y Navidad en Anguiano, un pueblo de noche oscura y con el frío tiritando por las paredes. Llegó entre olor a brasas, perolas de agua caliente, paños blancos y mujeres que iban de un lado a otro. Era el día de San Esteban y su nombre estaba claro. Nacía al calor de otros hermanos pero con el miedo que aquellos partos incorporaban. Aquella noche Esteban durmió arropado entre sábanas, sin casi poder moverse al costado de su madre, agotada, pero feliz al ver a su niño.


Era un viernes que albergaba el comienzo de los años 20, en la prensa la resaca de la Navidad todavía se dejaba notar entre sus noticias. La reina Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII, visitaba a los niños de los hospitales, mientras su marido seguro que encorría a alguna de sus criadas por los salones de palacio. Entre las noticias de aquel día ya se hablaba de la obstinación catalanista y de las numerosas huelgas que azotaban a España pidiendo unos derechos que se les querían negar, como la de los tranviarios de Zaragoza, y en Madrid, los gasistas y electricistas amenazaban con parar en estos días de Navidad.


Numerosas tiendas sacaban sus mejores productos a la venta y entre otras cosas ofrecían Veuve Chicot "legítimo" (aunque escribían Chicot y no Clicquot) a 21 pesetas la botella, frente a las 1,40 pesetas de la Sidra el Gaitero. Otros ofrecían cosas tan curiosas como el jabón de hiel de vaca al que apuntaban una serie de poderes que casi parecían mágicos. Raquel Meller arrasaba en los teatros de Madrid y en la cárcel de Barcelona se había producido un motín de lo más tonto tras un plante de unos presos que poco a poco fue a más.


Los juguetes también inundaban la prensa de aquel 26 de diciembre de 1919, y las reinas sin duda eran las muñecas, en este anuncio invitaban a los infantiles lectores a que adivinaran cuál era el nombre de las muñecas asociándolas con cualquiera de los cinco números, los nombres eran a cual mejor: Juanita, Conchita, Carmencita, Luisita y Maruja para cerrar el círculo.


Al abuelo Esteban no le tocó una infancia fácil, como a tantos de aquella generación. Dedicado junto a su padre a intentar sacar del campo todo lo que daba, poco le preocupaban los movimientos políticos convulsos que se vivían en España. Desde Argentina la familia que había emigrado parecía ir bien y eso aliviaba. Con 16 años le pilla la guerra civil española a la que se tuvo que incorporar en los años finales como soldado de comunicaciones, encargándose de cablear la primera línea con el cuartel de mando para que pudieran estar comunicados por teléfono. Formó parte de la batalla del Ebro y por suerte, acabada la guerra volvió a su pueblo para continuar trabajando como siempre supo hacer.


Allí junto con su mujer Rufina creó una familia a la que luego llegaron dos varones y la más pequeña una niña. El abuelo Esteban apenas se quitaba la boina, si lo hubiera hecho se hubiera sentido más desnudo que quitándose la ropa. Cuando lo conocí, reconocí en él, ese aspecto de riojano curtido, trabajador fino, de poco comer y poco parar. Parecía siempre serio, pero si le tirabas un poco de la lengua siempre conseguías sacar de él una buena sonrisa. Hoy habría cumplido 94 años, pero la vida se lo llevó demasiado pronto. En lo poco que lo conocí se quedó en mi recuerdo y en muchos momentos lo recuerdo volviendo con su mula a su casa de Eras después de un día de trabajo, para sentarse luego en una silla junto al balcón y dejarse iluminar por la penumbra del comienzo de la noche.

Felicidades Esteban.


miércoles, 25 de diciembre de 2013

A las 8 en el Arrantza



Así comenzaban las tardes de viernes de muchos años en Vitoria-Gasteiz. Así el grito de quedada con mis amigas de Vitoria para prepararnos antes de quemar a risas las calles del casco viejo. A esa hora mágica, unas antes y otras después, todas acudían a la pared de ese bar que servía de parapeto de sueños y albergue de devenires. En los días de frío la espera siempre se hacía larga, las manos se encogían y los abrazos entre abrigos se agradecían.


En frente la ciudad y la torre del Celedón, la noche incipiente que en invierno era plena y desde donde se veía pasar a las almas perdidas que buscaban en la noche amparo y derecho de pernada. Había días en que la humedad lo llenaba todo y la fachada del Arrantza se convertía más en un refugio que en una parada esperando la salida. Me encantaba ese sabor a la noche que comienza y que nunca sabes como puede acabar. De los bares comenzaba a salir música a borbotones.


Poco a poco las amigas comenzaban a llegar. Saludos y risas, intercambios de historias breves para ponernos al día, anécdotas semanales y repaso de lo que vendrá. Era la magia de las 8, esa hora pura de transición entre la tarde y la noche, el momento de comenzar algo y acabar lo anterior. Me sentía arropado entre rizos, palestinos y cazadoras hasta la nariz. Me sentía acompañado antes de empezar la ruta de zuritos y kalimotxitos.


Curiosamente aunque a las 8 quedábamos en el Arrantza, pocas veces tomábamos algo dentro. Nunca lo entendí, pero había cosas que no había que entender, la mayoría mandaba y bastante me aguantaban siendo el único chico que iba en su grupo. A las 8 en el Arrantza comenzaba siempre una nueva noche.

martes, 24 de diciembre de 2013

Tardes de Nochebuena



Después de unas semanas de duro trabajo que me han robado alguna hora más de sueño de las pocas que suelo usar, tomo aire y escribo con sonidos a villancicos, olor a marisco, frío en la calle y sudor en las casas. Así son las tardes de nochebuena, desde la calle silencio y gente abrigada; pescaderías que cierran tarde y pillan despistados de los que nunca tienen prisa de nada; apenas sucede nada, todo lo que tiene que pasar se fragua dentro de las casas, dentro de las cocinas y gran parte de los salones. Todos empiezan a llegar al calor de buenos deseos, algo de hambre y preparados a calentarse con buen vino y cava para olvidar y repetir las discusiones de sentido.


De niño recuerdo estas tardes dejando trabajar, en soledad pero en paz, a mi madre en la cocina. Mi padre ejercía de guía por una ciudad que provocaba vaho de las bocas y donde las luces de colores rellenaban los escaparates y las calles. La trenca abrigaba pero nunca parecía suficiente y sólo la velocidad del paso paterno aliviaba un frío húmedo que se calaba hasta los huesos. Visitábamos a nuestro tío en la pensión y le invitábamos a cenar, eran tiempos sin móviles y la gente se volcaba en las calles con bolsas y deseando pasar una noche buena, tal vez el mejor nombre para los deseos de una noche que más que buena, suele acabar llena.

Feliz nochebuena y Navidad a todos.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Graffiti town 004: Red:mono



Sobre un saliente de una calle de Zaragoza me encuentro que muchas veces me mira el mono negro más rojo que he conocido. Una marca de ropa deportiva que sabe llevar su estilo a una experiencia visual. El detalle de las llaves cruzadas me encanta. I love it Red:Mono.


Zona Universidad / Zaragoza

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Dibujo by Goñi 021



Últimamente no tengo mucho tiempo para dibujar, así que aprovecho cuando tengo los sobrinos en casa y a June para dibujar en la medida que puedo con ellos. Primero me toca satisfacer sus demandas, les hago lo que me piden en línea y luego les propongo que lo coloreen como quieran. Mientras se hayan entretenidos en tal faena yo garabateo lo que puedo por mi cuenta, así nació este Frank Kafka el autor de mi novela ficticia: "La metalmorfosis contra la osteoporosis y otras cosas que acaban en osis".


Al principio, Daniel me pidió un monstruo de cuatro brazos, pero como parece ser que no le gustaba el que estaba haciendo ya que quería que fuera vampiro, lo usé luego para ir dibujando lo que me pedía June, así aparecían nenes, Vito nuestro gato, un mono, mariposas y hasta un dinosaurio. Todo un reto intentar plasmar sus peticiones.


La petición del monstruo vampiro de cuatro brazos se acabó convirtiendo por sus peticiones subrealistas en una patata vampira de cuatro brazos y cuatro pelos. Me encantan estos retos tan fantásticos.


Finalmente me pidió un Frankenstein al que no entiendo muy bien por qué, pero decoró de verde como si se tratase del increíble Hulk, la Masa para los que leíamos tebeos antiguos. Juntarme con ellos es la excusa perfecta para volverme a convertir en un niño. Por cierto, ellos no entendían mi dibujo, no era ni un monstruo, ni un gato. Deliciosos niños.


martes, 3 de diciembre de 2013

Carteles y mensajitos 033: Casas y casos



En el barrio de la Magdalena de Zaragoza, en una pared triste de manchas y sombras reza esta leyenda de la que poco se puede comentar: —"Ni gente sin casa. Ni casas sin gente"—. Así aguanta la frase, sobre una pared, donde más sentido tiene. Todo un mensaje que va mucho más allá del mundo que nos ha tocado vivir.


Barrio de la Magdalena / Zaragoza


lunes, 2 de diciembre de 2013

Timbre 031: timbre mayor de camuflaje



031/ Timbre mayor de camuflaje: Está ahí, desde hace mucho tiempo. Entre las arrugas y grietas de la madera, poniendo su toque de voluntad. Tan viejo como todo lo que le rodea. Tan curtido como todo lo que ha visto pasar a su lado. Tan experimentado que ya casi ni suena. Tan olvidado que los últimos brochazos de hace tiempo casi lo ocultaron para el resto del mundo. Ahí está, sin quejarse, sin dar mal, siendo cobijo de arañas que capturan víctimas agazapadas en la sombra que ofrece. Camuflado entre las sombras ya nadie llama, ya nadie se queja.

Casco viejo de Vitoria-Gasteiz

viernes, 29 de noviembre de 2013

Graffiti Town 003



Una pared detrás de una gasolinera antes de llegar al barrio de Santa Isabel de Zaragoza esconde un precioso graffiti oculto de la "banana evolution"


Zaragoza / Barrio de Santa Isabel - Movera - Montañana

jueves, 28 de noviembre de 2013

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona V: la salida



Me marchaba del archivo cansado pero con la cabeza dando vueltas y vueltas a lo que había visto. Fuera me esperaba una ciudad melancólica, había llovido y todo tenía un brillo especial. Las nubes no presagiaban nada bueno y por delante todavía me quedaba volver a Vitoria. Mientras me encaminaba hacia el coche miraba a los edificios y les lanzaba preguntas, para tal vez, conseguir las respuestas que no tenía.


Recorrí mis pasos en sentido inverso a mi llegada. Ahora había más gente en las calles, pero tampoco mucha. el tiempo no invitaba a tomar la calle y disfrutarla. Caminando anotaba en la agenda del iPhone cuando tenía que volver a pedir cita y me horrorizaba todo el tiempo que de nuevo tenía que esperar para conseguir respuestas. La ansiedad por devorar documentos y saber lo desconocido me impregnaba por todos los lados.


Mientras cruzaba la pasarela me quedé contemplando la ciudad de Pamplona. Me encontraba en ese punto en un sitio de mucha historia donde habían pasado un montón de cosas, al pie de las murallas y de los edificios históricos de la ciudad. Quién sabe si tal vez ahí estaban muchas de mis respuestas.


Arrancaba el coche y dejaba atrás Pamplona. Un viaje en el que iría reflexionando en soledad al compás de una buena música lo que había descubierto. Un viaje en el tiempo al que todavía le quedaba mucho camino por recorrer.

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona I: la llegada
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona II: dando tiempo
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona III: sala de espera
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona IV: la búsqueda
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona V: la inclusa de Pamplona


miércoles, 27 de noviembre de 2013

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona V: la inclusa de Pamplona



La búsqueda empezó a dar sus frutos, pero de repente me encontré en un rincón sin salida, me topé con algo que no me esperaba. El origen del apellido Goñi en Leache tenía un mismo centro, pero no era ningún pueblo o ciudad de Navarra, el origen estaba en niños expósitos de la Inclusa de Pamplona. Mi primera reacción fue de perplejidad, la verdad que no me lo esperaba. Poco a poco empecé a recabar más datos y me topé con alguna conclusión muy interesante que esbozaré aunque todavía no dejan de ser meras conjeturas e hipótesis que tengo que contrastar.


La primera constancia del apellido Goñi en los libros parroquiales figura en el libro de velados de la parroquia de Leache y que nos habla del rito de las velas y el yugo que se realizaba en el mismo día del casamiento o con anterioridad. Así el 5 de noviembre de 1804, aparece citada Zoila Goñi de padres incógnitos casándose con Andrés Avinzano de Eslava. No consta ningún dato más de Zoila Goñi, por lo que entiendo que se trasladó a Eslava con su marido. Su fecha de nacimiento se podría situar entre 1780 y 1786.


La segunda constancia del apellido Goñi en los libros parroquiales data del 30 de agosto de 1830, fecha en la que María Goñi de padres incógnitos se casa con Joaquín Orzanco de Leache. Casi un año después, el 12 de agosto de 1831tiene a su primera hija, Teresa Clara Orzanco Goñi. Después encontramos el tercer dato de otro Goñi, el que tiene que ver realmente con mi genealogía, que no es otro que Matías Goñi, curioso nombre y apodo que ha continuado hasta el día de hoy en el que algunos en Leache me llaman a mi Matías, pero seguro que desconocen el origen. Por la edad de casamiento la fecha de nacimiento de María estaría entre 1808 y 1812 en plena Guerra de la Independencia.


Matías Goñi se casó con Petra Sos, oriunda de Leache, el 22 de octubre de 1832. En el registro también consta como de padres incógnitos, pero no tenemos ninguna referencia de si le unía algún parentesco con María de Goñi, en un principio podría parecerlo, pero aunque luego hay cruces entre familias no se ve una relación directa documentada. El 11 de mayo de 1834 inmersos en la primera guerra carlista, Matías y Petra tienen a su primer hijo entre otros muchos, Martín Goñi Sos nace en Leache. En 1862 ya se cita a Matías como difunto, Petra Sos falleció bastante más tarde, 29 años después, lo que situaría a Matías en una fecha aproximada de nacimiento de entre 1802 y 1814, con más probabilidad hacia 1808 en plena Guerra de la Independencia. En 1878 se menciona a Matías no como hijo de padres incógnitos, sino como niño expósito.


Hasta aquí podríamos establecer una teoría en diferentes líneas. Por un lado que María y Matías fueran hermanos y su apellido real fuera Goñi, fruto de la Guerra de la Independencia se pudieron quedar sin padres o bien éstos no los podían mantener y los donaron a la beneficiencia. Por otro lado podría ser que no eran hermanos, había una costumbre que he documentado desde la casa de beneficiencia de Zaragoza en la que se cita: «Hasta este momento (1870) era costumbre poner a los niños por apellido el nombre identificativo de su condición de expósito, usando de apellido la propia palabra "expósito", así como "de dios", "Goñi" en la Inclusa de Zaragoza, "de la Piedra" en la de Toledo u otros más peyorativos como "de la calle"». ¿Vendrían de la Inclusa de Zaragoza con motivo de los Sitios de la ciudad a la de Pamplona, o simplemente es una coincidencia?


Curiosamente años después, tampoco muchos se documentan dos personas también con el apellido de Goñi en Leache. La cuarta por aparición es Martina Goñi que el 1 de diciembre de 1843 se casa con Mariano Ayesa de Leache y con el que tiene el 3 de abril de 1845 su primera hija llamada Francisca Ayesa Goñi, y es en este dato documental donde encontramos una información muy valiosa: «Los padres de su marido, José Ayesa de Sada y Juana María Pérez de Leache, vecinos de Leache, la criaron (Martina) desde muy niña y la sacaron de la inclusa de Pamplona (o casa de beneficiencia como se cita en 1854)»


Desde Martina se abre una línea de investigación muy interesante, aunque la primera duda a resolver sería si tiene algo que ver con María y Matías Goñi, dato que desconocemos. Pero el origen del padre que adopta a Martina no es baladí. Sada es también el origen de Joaquín Xavier Uriz Lasaga que llegó a ser obispo de Pamplona y eso que venía del derecho y tomó los hábitos de forma tardía. En 1804 funda La casa de Maternidad e Inclusa de Navarra y fue un gran comprometido por la causa de los niños expósitos, causa que tomó como propia hasta el final de los días. Hasta su llegada a la inclusa la mortalidad infantil de los niños acogidos era muy alta, muchos morían en los traslados a la ciudad de Pamplona desde los pueblos y pocos llegaban al primer año de vida.


Joaquín Xavier Uriz Lasaga estableció pagos a madres que amamantaban a los niños de corta edad de la inclusa, lo potenció en los pueblos, y por tanto no sería raro que en Sada, su pueblo de origen, o en Leache por imitación al estar tan cercanos, esta fórmula fuera adoptada de una forma más natural que en otras zonas, por la implicación personal del obispo. Así estas familias en bastantes casos se quedaban con la criatura que habían criado como mozos o sirvientes en las propias casas. Así le debió de pasar a Martina Goñi que se acabó enamorando o lo que fuera de su hermanastro Mariano Ayesa.


Podemos intuir que Martina hacía funciones de servicio o similares ya que como padrinos de los muchos hijos que tuvo con Mariano figuran en muchas ocasiones miembros de la familia Moriones de gran nivel en aquellos años por los éxitos logrados por Francisco Moriones en la guerra de la Independencia y seguido de su hijos, y principalmente de Domingo Moriones, en la primera Guerra Carlista. Así entre sus padrinos constan el propio Francisco, su mujer Teresa Murillo de Ejea de los Caballeros o Teresa D'arcourt hija de una hermana de Francisco y de la que también salieron una casta de militares. Desconocemos si tenía relación con los anteriores, pero teniendo en cuenta que su fecha de nacimiento se podría establecer entre 1820 y 1825, parece difícil.


Todavía se documentan dos personas con el apellido Goñi en los libros parroquiales. Francisco Goñi originario de Sada, del que no he podido documentar todavía si sus orígenes están en la inclusa de Pamplona o tiene padres reconocidos. Francisco se casó el 5 de noviembre de 1855 con Hipólita Aldave de Leache. También y citado por el nacimiento de un nieto, aparece la figura de Nazario Goñi y que pudo estar sobre los años 50. Su nieto fue Gregorio Salaverri Goñi que nació el 24 de diciembre de 1878, fruto del matrimonio de Bábila Goñi nacida en Tafalla (en algún apunte se dice que nacida en Moriones) y residente en Leache que estaba casada con Miguel Salaverri. Bábila era hija de Nazario Goñi de la inclusa de Pamplona que se casó con Pía Baztán de Leache.


Es decir, me encuentro con seis personas que con el apellido Goñi consta que provienen de la Inclusa de Pamplona y desconozco sus fechas de nacimiento y si había algún parentesco entre ellos. A partir de ahora me tocará estudiar los libros parroquiales de Sada e investigar en el Archivo General de Navarra para ver si consta algún dato de ellos, como la fecha en la que fueron adoptados, o hasta si pudiera ser el motivo de su ingreso en la inclusa.


El tiempo se ha pasado volado, entre elucubraciones y pensamientos, nos avisan que el tiempo se ha acabado. Me maldigo por no tener más tiempo, pero comienzo a recoger. Todos nos hacemos un poco los remolones intentando ver una página más, pero al final acabamos siendo obedientes. Me dirijo a Juncal y le abono el precio correspondiente, hasta dentro de tres meses no podré pedir cita. El proceso es eterno, pero ciertamente merece la pena.

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona I: la llegada
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona II: dando tiempo
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona III: sala de espera
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona VI: la salida
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