miércoles, 27 de marzo de 2013

Dibujo by Goñi 020



Hoy rescato una de esas hojas en la que van apareciendo por arte de magia dibujos, muchos de ellos nacen mientras esperas que el ordenador arranque, o que se abra alguna página, o que Photoshop acabe de terminar algún filtro en una imagen de alta resolución. Muchos de ellos tienen mucho que ver con la música que esté escuchando y apenas nacen en segundos. Salen sin ningún sentido, algo me viene a la cabeza y mi mano lo dibuja, sin mayor pretensión.


El folio al final va tomando forma sin ningún sentido y los personajes conviven sin tener mucho que ver unos con otros. Lo veo ahora y me hace gracia el recordar el por qué del nacimiento de alguno de ellos, y algunos os aseguro que no tienen desperdicio.


martes, 26 de marzo de 2013

Carteles y mensajitos 028: Propiedad privada de todo



Los vecinos lo habían tenido claro, se dedicaron a pintar el muro que daba a la calle con pintura blanca que tapara todas las pintadas que los graffiteros callejeros y los carteles de los conciertos habían adosado durante tiempo sobre sus ladrillos. La dejaron blanca, blanca y blanca inmaculada y en una esquina en la parte superior colocaron una pintada con el lema: Propiedad privada. A los dos días el lema era: Propiedad privada de intimidad. Los carteles habían empezado a aparecer y en pocos meses volvería a estar en su estado de siempre, llena de mensajes.


En otra de las paredes todavía se dejaban ver algunas pintadas anteriores que a duras penas la pintura blanca había conseguido tapar. Dos carteles en diagonal ya habrían camino a otros semejantes. Dentro de nada hasta el Propiedad privada estará tapado, y es que no se puede callar al pueblo.

lunes, 25 de marzo de 2013

Timbre 024: Oberenak de toda la vida



024/ De los Oberenak de toda la vida: si algo quieres que quede bien claro repítelo más de una vez, parece que nos quieren decir los de Oberenak. Ni una, ni dos, hasta tres veces nos lo repiten en el timbre, primero con dos tiras pegadas de aquellas máquinas Dymo que usábamos todos para pegar nuestros libros en los libros de texto, y luego en una placa bien visible a la que le falta un trozo.


Hay dos detalles que hacen muy peculiar a este timbre, el primero la cautela que ha tenido el que pintó la puerta para pintar todo el timbre en el mismo color que el marco de la puerta y dejar el pulsado en blanco; y el segundo el misterio que rodea a las siglas S.R.C. que podrían ser de Sociedad de Responsabilidad Colectiva, o tal vez, Se Ruega Contestación. Sea lo que sea, por triplicado queda mucho más claro.

Casco viejo de Vitoria-Gasteiz

viernes, 22 de marzo de 2013

Dos piedras



Yo fui uno de esos a los que les tocó hacer la mili, esa cosa que a las nuevas generaciones de jóvenes les sueña totalmente a chino. La alargué todo que pude, gracias a la carrera universitaria y pese a alegar que por mis dioptrías de miopía me tenía que haber librado, y no fue así, otro día lo contaré más detalladamente en otro post, finalmente me tocó entrar en 1993 a hacer la mili en Pontoneros de Monzalbarba, sin ninguna gana y con ganas de que acabase cuanto antes ese período que lo vivía como una auténtica pérdida de tiempo.


Dentro del acuartelamiento San Genís y después del proceso de instrucción, me tocó en el departamento de la USAC, que es donde se agrupaban todos los servicios del acuartelamiento. Era la compañía más grande y a mi junto a otro compañero que al igual que yo hacíamos la mili de mayores, nos destinaron al SERRES, el Servicio de Entretenimiento al Recluta, muy necesario en el acuartelamiento ya que había bastante gente de Barcelona y otros destinos, y por lo tanto no tenían pase pernocta y las tardes había que intentar hacérselas lo más entretenidas posibles.


En el SERRES se ponía música, se proyectaban películas, se jugaba a las cartas y la gente intentaba pasar un rato lo más agradable posible. Dependíamos de un capitán que era muy buena gente y del sargento Tello, toda una institución en el cuartel, que se las sabía todas. A los del SERRES nos tocaba editar una revista que se llamaba "Dos Piedras"y que me asignaron nada más entrar por la puerta. Así que los ratos muertos en el cuartel me los pasaba dibujando y haciendo la cabecera de la revista.


La revista incluía reportajes, noticias de dentro del cuartel, despedidas de reemplazos que se marchaban y un montón de cosas. Luego se fotocopiaba y se repartía por las diferentes secciones del cuartel. Por suerte algunas todavía las conservo, y son las que os enseño hoy, y que cuando las he vuelto a revisar me han traído muchos recuerdos con colores mimetizados.


Una de las secciones que ocupaba la parte central de la revista era la Pontocuenta en la que se contaban los últimos 100 días del reemplazo que le tocaba acabar su mili, cuatro al año, le di una revisión y con los dibujitos la gente iba tachando poco a poco los días que les quedaban.


Para San Fernando, la festividad del acuartelamiento sacamos un número especial repleto de fotos y de artículos, para el que realicé una portada con San Fernando como protagonista, en esta ocasión las portadas se imprimían sobre una hoja amarilla. La verdad es que cuando nos tocaba sacar fotocopias le sacábamos fuego a la máquina y se nos atascaba más de una vez.


Me imagino que esa revista pasaría a mejor vida una vez que la mili se profesionalizó y ya dejaron de entrar en aquel acuartelamiento los reemplazos de jóvenes que llegamos a pasar por ahí, pero lo que sí es seguro es que si alguno ha estado en el acuartelamiento de Pontoneros de Monzalbarba en Zaragoza no se habrá olvidado de aquella revista que se llamaba "Dos Piedras".

jueves, 21 de marzo de 2013

Cuando las fotos hablan



Mi padre siempre guarda en un rincón de su cartera aquella foto que mi madre le mandó de todo corazón un día de febrero de 1963 cuando ya habían formalizado su relación. La guarda siempre muy cerca de él, en uno de esos compartimentos de plástico que cada vez se vuelven menos traslúcidos pero que a mi padre no le impiden ver lo que el quiere ver y lo que aquella foto le decía y le contaba sobre el amor. Ahí seguirá siempre y aunque cambie la cartera, su lugar privilegiado nadie se lo quitará.


Pero por suerte las fotos hablan y cuentan cosas. Un día mi madre bajó a Pamplona para hacerse unas fotos y regalárselas a su novio, se vistió con su nuevo jersey, se colocó el collar de perlas a juego con los pendientes y recién salida con su moño de la peluquería fue para el estudio dispuesta a salir lo más guapa posible. Cuando le dieron las fotos, en el último día de febrero de aquel 1963, tomó la primera, y con un bolígrafo escribió: "A mi novio Mº (Marcelino), Isabel de todo mi corazón para que no me olvides nunca. 28-2-1963. Firmado Maribel". Y así lo ha cumplido mi padre desde ese día.



Desde esa foto siempre me ha gustado mirar detrás de las imágenes para comprobar las historias que contienen a sus dorsos, enmarcados con bordes troquelados y ribeteados. En algunas es simplemente el sello de la tienda de fotografía, en otras nada, pero en algunas se encuentran declaraciones de amor o las más variadas de las utilidades. En esta otra mi madre volvía a regalarle una fotografía llena de amor: "Con el amor más grande que siempre (…) a mi. Mª Isabel".


En otra foto mi padre se encargaba de recopilar cuentas y pagos, llevando un estadillo con su pluma estilográfica en el que se pueden distinguir los pagos en metálico y los pagos a cuenta que iba realizando. Todavía se distingue el sello de la tienda de fotos y quedan dos pegados negros que son arrancados de esos albumes de fotos antiguos en cartulinas negras cuando se acostumbraban a pegar las fotos con pegamento Imedio a falta de esquineros blancos para encuadrar las fotos. Por todo esto, cada vez que veo una foto, la miro por su dorso, para saber si me habla.

miércoles, 20 de marzo de 2013

El patio de Goñi



No todos los días se encuentra uno un restaurante con su apellido como parte principal del mismo. La pena, es que a uno le gustaría encontrarse con un restaurante con una imagen impactante y con platos o tapas que poder degustar, pero está claro que nunca se puede conseguir todo, como buen Goñi, os enseño El Patio de Goñi:


Paseaba el otro día, disfrutando de ese sol mañanero que todo lo ilumina, por el barrio de Santa Isabel en Zaragoza, cuando de repente en una de sus bocacalles se me fue la vista hacia un cartel azul, en el que a lo lejos me pareció reconocer mi apellido.


Tomé rápidamente esa dirección y efectivamente, allí estaba, en la calle Riego, un Mesón-Asador, que parecía llevar cerrado más de uno y de dos días, llamado El Patio de Goñi. Me quedé mirándolo un rato, esperando encontrar el truco, pero era real. Una pena no haber llegado antes y haber probado algo del restaurante, al menos algunas cervecitas habrían caído para celebrarlo.


Después de reírme un rato yo mismo, me marché con la sonrisa en la boca, mirando de reojo los vinilos que se caían de las letras y emprendiendo un nuevo camino, abierto a la siguiente sorpresa.

martes, 19 de marzo de 2013

La Pepa



Hoy casualmente es el cumpleaños de la Pepa, fecha que suele coincidir eventualmente con la fiesta de una ciudad del levante español que se dedica a prenderle fuego a todo que ve en la calle que tiene cara de político y mide más de cinco metros, entre olor a pólvora y fiesta. Mariajo, la Pepa, festividad de su cumpleaños y santo que se celebra hoy con devoción en todos los países de habla, no entraré en definir cuales para no menospreciar su autoestima. Por desgracia desde hace mucho tiempo no nos vemos casi, mis niñas, la distancia y cien mil excusas que se puede buscar uno favorecen a ello, pero hoy no me podía quedar sin felicitarte y regalarte unos recuerdos.


Conocí a Mariajo en la Universidad de Zaragoza, coincidimos en aquella aula de primero de carrera, un montón de jovenzanos cargados de ganas, unos de estudiar y otros, la mayoría, de pasárselo bien y estudiar. Allí empezamos a juntarnos un grupo muy majo, a frecuentar la cafetería del Interfacultades y a alternar cafés, muchas risas y curiosas amistades.


Aquel año nos tocó la lucha contra los planes universitarios de Maravall, estuvimos en huelga durante bastantes meses, lo que acentuó noches en vela, mítines, intentar parar un tren para salir a porrazos por las calles aledañas a la estación, dibujar pancartas y darnos cuenta de cómo se pueden manipular unas ideas buenas cuando otros tienen malas intenciones. Pero luego acabó la huelga y vinieron los exámenes, tocó estudiar todo de golpe y los sudores de los codos dejaron atrás los días de risas.


Mariajo estaba entonces en el Colegio Santa Isabel, así que era un rito acudir a tomar café y llamarla en recepción para charlar un rato. Allí compartíamos tertulia con otras amigas de la residencia, con su hermana y con alguna loca más de las que deambulaban por aquel recinto de confidencias. Disfrutamos de aperturas paralelas, cargadas de risas a montones, de guitarras que aparecían al final de la noche en el chiringuito que teníamos de nuestra clase, concursos de natación en el estanque que apenas superaba los cincuenta centímetros de profundidad y un montón de anécdotas más.


Eran tiempos de quemadillos en el Juan Sebastian Bar, el Juanse, de confiarnos sueños y amores rotos, de compartir sonrisas y amistad, de buenas tertulias que arreglaban mundos, y de chascarrillos de amores entre amigos. En aquel tiempo gracias a Mariajo les hice una caricatura a todas las chicas que se licenciaban del Santa Isabel y como esa compartimos muchos dibujos y regalos con Bruce Springsteen como portada de juego.


Por las noches la fiesta se repartía entre cervezas y grupos de amigos, el casco viejo era el punto de encuentro, era raro el fin de semana en el que no coincidíamos en un bar o en otro. Apelotonamiento, sudor y desfase se combinaba en aquellas noches, cargadas de vasos de plástico y publicidades sin acento.


Las cucarachas y los cerebritos ponían la nota de sabor a una carrera que poco a poco Mariajo iba acabando, mientras yo me dedicaba más a trabajar en lo que era lo mío, la creatividad y el diseño. Aún así no dejamos de vernos regularmente, por suerte ella aguantó bastantes años en Zaragoza y seguimos compartiendo nuestras vidas alrededor de un buen café o una cerveza.


Llegamos a trabajar durante un tiempo, el uno enfrente del otro, mira que la Plaza España de Zaragoza tampoco es que tenga muchas posibilidades, pero ella estaba en la Diputación con los Cursos de Verando de la UIMP y yo enfrente en mi Agencia de Publicidad. Por suerte o por desgracia, marchó para Londres y creo que allí sigue, la fuimos a ver a Santander y a Londres y la verdad que aunque no mantengamos una amistad para nada convencional e intensa le guardo uno de mis mejores rinconcitos en el corazón que el tiempo ya se encargará de curar.


Por eso, cada vez que paso por Santander, camino de nuestra casa en Asturias, me acuerdo de la Pepa, de su sonrisa, de su forma de reírse, de sus cosas, de lo vivido y lo soñado, de esos recuerdos de amistad de la Universidad que no se pueden borrar. Todavía guardo en casa una cápsula del tiempo suya que le tengo que entregar, una serie de cosas que me entregó para que le guardase después de dejar uno de sus pisos de Zaragoza, sólo espero podérsela dar cuanto antes y que montemos una fiesta para celebrarlo. Felicidades Mariajo y te quiero ver pronto por Zaragoza.

lunes, 18 de marzo de 2013

Llanes al final del invierno



Los días de invierno, que ahora tocan a su fin, tienen ese encanto de habitar entre la sombra y la luz, de pasar del calor del sol directo a enfriar los pensamientos al pasar una nube. Pasear en días así te hace sentir esa dualidad que te deja margen a soñar, que no te empuja hacia el extremo, que te lleva a sentirte como esa gaviota que desde arriba lo quiere ver todo pero no se atreve a volar.


Llanes nos recibía con un tono gris al principio de la mañana. Sus árboles desnudos en ramas coqueteaban con las nubes y se dejaban poner flores blancas. Apenas había ruidos, el silencio se dejaba notar, pero no importaba, no hacía falta nada más.


Las murallas de siempre aguantaban en su sitio, vacías de coches y sin turistas viajando de una lado para otro. Las hiedras habían parado su invasión y esperaban ansiosas la llegada del sol.


Enfrente de las almenas de las murallas rugía el mar en silencio, casi afónico, sin ganas de despertar al día que bostezaba sin parar desde dentro de las casas. El color plomizo lo inundaba casi todo, dejando todo en calma y sin apenas color.


Caminamos por las calles todavía algo húmedas de la lluvia de la noche. Nuestros calzados se dejaban oír entre los muros de piedra acrecentando su eco conforme nos distanciábamos del mar y nos acercábamos al corazón del pueblo.


Detrás de las tapias surgían campanarios, cúpulas y paredes con tejas, todas ocultas entre piedras, hiedras y palmeras, sólo dejando ver aquello que sobresale, aquello que ya no importa ser visto. Los muros de piedra ejercen de elemento disuasorio para los ojos que no quieren ver.


Las plazas guardan también silencio, por momentos parece que caminamos sobre un decorado o un pueblo abandonado, del que ayer salieron todos con suma prisa. Es la hora y no mi mente la que provoca esa sensación de soledad que tan sólo algún perro interrumpe.


De vez en cuando me paro para contemplar algún detalle, que después de tantos años visitando Llanes, se me había pasado desapercibido. Me quedo mirándolo y lo retengo, ahora la verja ya tiene su lugar y su sitio en mi mente.


Conforme empieza a aparecer el sol, las casas comienzan a tomar unos tonos más amarillos y si uno se fija, hasta de sus muros surgen caras de enfado sobre vasijas en las que ya apuntan flores.


Cerca del puerto los balcones, como si fueran los ojos de las casas, miran al sol buscando calentarse. El sol los quiere por unos minutos y luego se deja ocultar por las nubes para devolver el gris a las fachadas y hacer desaparecer las sombras negras. En el invierno, todos buscan el sol.


El día se vuelve a oscurecer. El invierno se niega a irse. El paseo se acaba y entre sombras negras de invierno ya se comienza a ver el final de la estación que nos abriga.

viernes, 15 de marzo de 2013

De Chicha, Tato y Clodoveo al Luisma



No sé bien la causa, pero cada vez que veía al Luisma en la serie Aida me recordaba tremendamente al personaje de una historieta creada en 1986 por Francisco Ibáñez, que reflejaba las aventuras de Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo. Historias estrambóticas de tres personajes que en el más absoluto de los desempleos deambulan por las calles sucediéndoles sin fin de aventuras, en definitiva, un nuevo Mortadelo y Filemón, pero evitando el concepto de dúo y con unos guiños en el dibujo de más detalles ocultos y sorpresas.


Ibáñez, al irse a la ruina la editorial Bruguera, decide irse junto con otros compañeros a la Editorial Grijalbo, que tenía previsto sacar una revista llamada "Guai!" en los primeros meses de 1986. Francisco Ibáñez por temas de derechos con Bruguera no podía dibujar a sus personajes de toda la vida, así que se puso manos a la obra y creó a tres nuevos personajes sustitutivos: Chicha, Tato y Clodoveo.


En la revista "Guai!" vieron la luz por primera vez los personajes, en historias breves de 4 a 8 páginas por número, que luego se reagrupaban en un volumen completo de 44 páginas y se editaban bajo la revista Tope Guai!. En estas nuevas secuelas, Ibáñez utiliza los mismos códigos y gags que utilizaba con Mortadelo y Filemón.


Las primeras historias de Chicha, Tato y Clodoveo son guionadas, dibujadas y entintadas por Ibáñez, pero las que se realizaron posteriores a 1989, y que no se recogieron en los álbumes, se realizaron por otros dibujantes o negros, que con los guiones que si realizaba Ibáñez hacían el dibujo, entintaban y coloreaban, aunque Ibáñez no ha reconocido más allá del entintado de algunos episodios.


Los personajes reflejan claramente la situación del paro español, la marginalidad de algunos barrios y el presidente Felipe González se convertía en personaje en algunas historias con su célebre promesa antiparo de crear ochocientos mil puestos de trabajo, aunque como dicen en el cómic, tal vez quiso decir ochocientos o mil puestos de trabajo.


Se realizaron 18 aventuras de Chicha, Tato y Clodoveo, pero sólo 11 se publicaron completas en forma de album en España, aunque en Alemania, donde alcanzó cierta notoriedad, se publicaron todas las historietas.


Si analizo los personajes y las situaciones es donde encuentro muchas similitudes con la serie Aida. Clodoveo o Luisma, son capaces de disfrazarse de cualquier cosa y su bobería innata les hace participar en cualquier tipo de desmanes. Tato es el compañero fiel, torpón y que se entera tarde de muchas cosas, que bien podría ser Chema. Chicha es una pasota alocada capaz de llevar las ropas más raras, al igual que lo hacen Aida o la Macu como su alter ego. Además y para más coincidencia, todos se suelen juntar en un bar, el Snack Joro Bar, donde siempre intentan irse sin pagar para cabreo de su dueño.


Y es que hay mucho de esa situación de los años 80 que reflejan tanto la historia de Ibáñez de Chicha, Tato y Clodoveo, como en la Serie Aida, humor a raudales, guiños satíricos y gran crítica social para conseguir entretener. De hecho hasta los títulos de los episodios de unos y otros podrían intercambiarse y valer igualmente, así en Chicha, Tato y Clodoveo encontramos: Una vida perruna, ¡Mogollón en la granja!, El cacharro fantástico,…; o en Aida: Inteligencia artificiosa, Los trilocos, Una habitación con maristas,…


De Chicha, Tato y Clodoveo, guardo un buen recuerdo de juventud, Ibáñez me enseñó como se puede evolucionar unos personajes inofensivos como Mortadelo y Filemón, a unos personajes con mayor carga social y que en las viñetas pueden suceder otras historias dentro de la misma. Con Aida hace muchos años encontré lo mismo, por eso siempre será para mi una de mis series clásicas, y principalmente por Luisma que es capaz de poner humor en la tragedia más grande y al igual que los personajes de Ibáñez, a pesar de que la cola del paro es muy larga, seguro que van ellos y se cuelan. Por la venia me despido con una frase típica del Luisma:

—¿Y por qué no lo iba a entender? ¿Qué pasa, que el Luisma es tonto, no? El Luisma se ha metido de todo y se ha quedado tonto, a los tontos se les explican las cosas y como no se enteran de nada… Me puedes repetir la pregunta, por favor.—

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