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jueves, 5 de diciembre de 2013

Graffiti town 004: Red:mono



Sobre un saliente de una calle de Zaragoza me encuentro que muchas veces me mira el mono negro más rojo que he conocido. Una marca de ropa deportiva que sabe llevar su estilo a una experiencia visual. El detalle de las llaves cruzadas me encanta. I love it Red:Mono.


Zona Universidad / Zaragoza

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Dibujo by Goñi 021



Últimamente no tengo mucho tiempo para dibujar, así que aprovecho cuando tengo los sobrinos en casa y a June para dibujar en la medida que puedo con ellos. Primero me toca satisfacer sus demandas, les hago lo que me piden en línea y luego les propongo que lo coloreen como quieran. Mientras se hayan entretenidos en tal faena yo garabateo lo que puedo por mi cuenta, así nació este Frank Kafka el autor de mi novela ficticia: "La metalmorfosis contra la osteoporosis y otras cosas que acaban en osis".


Al principio, Daniel me pidió un monstruo de cuatro brazos, pero como parece ser que no le gustaba el que estaba haciendo ya que quería que fuera vampiro, lo usé luego para ir dibujando lo que me pedía June, así aparecían nenes, Vito nuestro gato, un mono, mariposas y hasta un dinosaurio. Todo un reto intentar plasmar sus peticiones.


La petición del monstruo vampiro de cuatro brazos se acabó convirtiendo por sus peticiones subrealistas en una patata vampira de cuatro brazos y cuatro pelos. Me encantan estos retos tan fantásticos.


Finalmente me pidió un Frankenstein al que no entiendo muy bien por qué, pero decoró de verde como si se tratase del increíble Hulk, la Masa para los que leíamos tebeos antiguos. Juntarme con ellos es la excusa perfecta para volverme a convertir en un niño. Por cierto, ellos no entendían mi dibujo, no era ni un monstruo, ni un gato. Deliciosos niños.


viernes, 15 de noviembre de 2013

martes, 12 de noviembre de 2013

Graffiti Town 001




Zaragoza / Barrio de la Magdalena

Comienzo aquí una nueva serie de graffitis que he ido recopilando y fotografiando de diferentes sitios de las calles de las ciudades. Propongo para esta serie evitar las interpretaciones y tan sólo darle importancia a las imágenes y las ubicaciones.

viernes, 18 de octubre de 2013

Parecidos razonables 001: De Virgin a Viryin's



Paseando el otro día por la calle Pilar Lorengar en Zaragoza me topé con este singular bar-café-pub con el sugerente nombre de Viryin's en unos sitios y Viryin en otro. No me pude reprimir a tirar unas fotos e inaugurar una nueva sección en el blog de "parecidos razonables", y es que algunas marcas o empresas hay que reconocer que tienen mucha guasa.


Hay que reconocer que la "g" de la marca original según se mire también se podría interpretar como una "y", y el parecido con Viryin de Virgin no es pura casualidad. Para que no faltara detalle el color también es semejante y hasta el rabito izquierdo de la V se ha cuidado.


En el letrero de arriba pone Viryin aunque a la derecha lo pluralizan, sólo los autores conocerán tan profundo secreto. Viryin, toda una marca cañí.

jueves, 10 de octubre de 2013

Acuarelas marinas



Poder ver a alguien dibujar en directo siempre produce una magia muy especial. Ver como de una hoja en blanco surgen líneas y pinceladas que dotan de vida a algo que antes no existía es una experiencia que me tendría horas mirando sin cansarme, totalmente magnetizado hasta ver el resultado final. Era el día grande de Llanes y aprovechando uno de los bancos nuevos junto al puerto este singular acuarelista, dibujaba aprovechando los rayos de sol y ajeno a las miradas indiscretas que teníamos los demás.


Dibujaba un skyline de las casas de Llanes al pie del mar del puerto y delante suyo simétricamente situado todo, sus acuarelas de pintar y sus acuarelas pintadas. En los otros dibujos dejaba entrever su buena mano con el lapicero y su gusto por el dibujo de cómic. Una maleta con pulseras y collares en el otro extremo ponía una nota graciosa en la escena.


Los niños pasaban y miraban. Se quedaban impresionados mirando ese papel de dibujo tan alargado y esa curiosa mesa hecha con un trozo de cartón, a veces no hace falta mucho más. Mientras una tarde maravillosa iluminaba las casas de la costa de llanes, unas acuarelas más marinas que nunca se apoderaban de su esencia a golpe de pincel.

martes, 11 de junio de 2013

Hubo un indio Tonto



Y como podéis ver no miento, era Tonto y con mayúsculas, y es que así se llamaba originalmente el indio nativo potawatomi que acompañaba de forma astuta y fiel a su compañero de aventuras El llanero Solitario, The Lone Ranger. En los países hispanohablantes para evitar el terrible nombre que se le había puesto al indio, decidieron llamarle Toro, y nosotros así lo conocimos en la infancia, ni nos imaginábamos que en realidad su nombre era otro, de haberlo sabido, nadie en nuestros juegos infantiles hubiera querido ser el indio en la pareja de héroes.


Sentados enfrente a una televisión en blanco y negro comenzaban: "Un fogoso caballo con la velocidad de la luz, una nube de polvo y un caluroso "Hi-yo, Silver", El Llanero Solitario". Nos quedábamos pegados sobre el sofa de skay, mirando como un caballo blanco levantaba polvo sobre unos campos llenos de cactus y grises (lo veíamos en blanco y negro) y un fiel compañero, Toro para nosotros, Tonto para el resto del mundo le acompañaba para restaurar la paz y el orden.


El indio Tonto era el enigma de la serie, su compañero se llamaba el Llanero Solitario y de solitario tenía poco, ya que lo tenía a él de compañero, así que pocas veces nos podremos encontrar con nombres tan desacertados en los personajes de una historia de aventuras.


Tonto era un indio Potawatomi, lejos del encanto de otras tribus como los Siux, Cheyenes, Cherokees o Pies Negros entre otros. Pero a Tonto le tocó esta tribu que le tocó vivir como el hombre blanco entraba en su aldea y arrasaba con todo. Entonces se llamaba con un nombre bastante facilón: Pahoo-Ka-Ta Wah, que era como le llamaban sus compañeros de juegos indios.


El niño fue el único superviviente del ataque del hombre blanco y fue recogido por una caravana que iba hacia México. En ella estaba otro niño, John Reid, al que Pahoo-Ka-Ta Wah llamó Kemo Savai, para entenderse mejor en este trabalenguas de nombres, que quería decir en el idioma de su tribu, "Camisa blanca". Otra tribu Potawatomi atacó en venganza a la caravana y el niño indio de nombre imposible salvó a su amigo, el que lavaba más blanco del Oeste, y desde ese día hicieron un juramento de sangre por el que se convertían en hermanos.


Ambos dos eran niños, y la familia de John Reid, agradecida por su ayuda decidieron abandonarlo en una misión mexicana cerca de la frontera. ¡Adiós! Pahoo-Ka-Ta Wah, le decían mientras se marchaban en busca de fortuna. El niño indio se volvió callado e introvertido ante tal señal de afecto y a los monjes no se les ocurrió otra cosa que llamarlo Tonto, en otro alarde nuevo de sabiduría para poner el nombre exacto a las cosas. Tonto duró poco allí y se fugó a una tribu Potawatomi, pero no fue bien recibido, así que se volvió errante buscando al asesino de su familia que era un tal Cavendish.


Un día estuvo a punto de pillarle, pero cuando llegó era demasiado tarde, Cavendish había asesinado a a todos los Rangers, y uno de ellos era su hermano John Reid, que se encontraba moribundo. Le salvó entre embrujos y hechicerías. Y ya recuperado decidió cambiarle el nombre por el de Lone Ranger  o el Llanero Solitario, era lo lógico ahora que iban a ir juntos a todos los lados. El Llanero por su parte agradeció a su amigo que decidiera llamarse Tonto, ya que lo de Pahoo-Ka_Ta Wah era un poco pesado.


La venganza marcó desde ese momento la vida de Tonto, su amigo y el caballo Silver. No escatimaban en detalles y tiraban con balas de plata para que sus enemigos después de muertos pudieran conservar una joya de recuerdo. Tonto ejercía como tal, y se hacía pasar por lo que su nombre barruntaba (ahora entiendo muchas cosas que con el nombre de Toro no le pegaban en la versión hispana), parecía que justo sabía hablar y sin embargo dominaba el inglés, el español y todas lenguas indias de la comarca, y posiblemente tenía algún Máster en Oxford.


La relación entre Tonto y el Llanero Solitario no acabó bien, al fin y al cabo, uno era un camisa blanca y guapo, y el otro era un indio y Tonto. Una vez que pillaron a Cavendish, el Llanero quería matarlo en venganza, y Tonto llevarlo para que lo juzgaran los indios, ya os imaginaréis quien salió ganando. Pese al cabreo de Tonto, le pidió a su amigo seguir luchando contra las injusticias pero el Llanero, colgó sus espuelas y se dedicó a disfrutar un poco de la vida. Y Tonto se quedó haciendo lo que su nombre decía.


En el 2012 se ha rodado "The Lone Ranger" y creo que en España todavía no se ha estrenado. La dirección corre a cargo de Gore Verbinski, que también ha estado en la dirección de Piratas del Caribe, La Señal, The Mexican o Rango entre otras. Walt Disney como no podía ser de otra forma está detrás del proyecto


En el papel de Tonto está Johnny Depp que da una particular visión del personaje, en la que tiene poco de tonto y se convierte en un cruce entre su pirata favorito y Jerónimo. Una película que vendrá a España seguramente a finales del verano y que solo por ver a Tonto o a Depp merece la pena, y es que aunque yo no me lo podía creer, una vez, hubo un indio muy Tonto.


Os dejo con el trailer de la película:



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martes, 14 de mayo de 2013

1984: Crónica de un cómic, crónica de una juventud II



La espera a que nos condenaba cada mes 1984, convertía la compra de cada cómic en un rito, aunque salían del alma, era todo un placer pagar las 125 pesetas de los primeros números, hasta las 300 del número de despedida, se devolvían en una gratificación muy reconfortante al poder viajar a un mundo que se convertía en desbordante en una juventud que lo quería absorber todo y que tenía más preguntas que respuestas.


Enrique Breccia siempre me pareció un artista, un pintor, del comic. También era argentino, una gran cuna de los dibujantes de aquellos días. Venía de familia de dibujantes y se notaba, la influencia de su padre Alberto Breccia, gran maestro de maestros, y de sus hermanas que también continuaron la tradición familiar, hacía sus trabajos siempre interesantes. El cazador del tiempo era una de las obras que más recuerdo, además de las que realizó en posterioridad, como Alvar Mayor o El Sueñero, todas tocados de un surrealismo natural en él.



Fernando Fernández Sánchez era otro ilustrador barcelonés que participó desde el principio en la revista 1984. Prolífico desde su juventud y gran retratista, sabía conjugar con particular equilibrio partes muy acabadas con otras menos trabajadas, casi ausentes de nada más que línea. Trabajaba las composiciones de sus páginas como cuadros y eso se notaba en su resultado. Los guiones no eran especialmente lo suyo y su Drácula, publicado en Creepy, eran cuadros tras cuadros transformados en viñetas.


Había conocido su peculiar estilo ya con anterioridad en un comic que se llamaba Viaje alucinante y que nos habían regalado por aquellos ingresos que hacías en la caja el día del libro. Era toda una aventura fantástica trasladada al cuerpo humano, la recuerdo con mucho cariño y aprendí mucho con aquel libro, de dibujo y de sus contenidos, todavía conservo una palabra que aprendí de aquel libro en mis conversaciones cotidianas, que es fagocitar. Cuando la leí en el comic me hizo mucha gracia.


Otro dibujante que me llamaba mucho la atención era Josep María Bea, creador de historias de terror y fantásticas con un estilo muy peculiar, tocado de su enfermiza afición a los tebeos de niño que le llevó hasta un hospital por chupar la tinta de aquel entonces de las portadas de los tebeos. Creador de un universo muy peculiar y de monstruos con carácter propio, los reflejaba en sus Historias de la Taberna Galáctica o En un lugar de la mente.


Miguelanxo Prado era un historietista de un estilo muy personal y de gran sensibilidad. Su origen gallego aportaba una frescura al panorama de los dibujantes con los que convivía en la revista 1984. Era mucho más joven que todos ellos y su estilo de dibujo fluía más de las nuevas tendencias que de los dibujantes antiguos y de ahí salieron otros insignes dibujantes como Das Pastoras. Fragmentos de la Enciclopedia Délfica nos trasladaba a mundos imaginarios con un humor, casi rozando la caricatura, muy especiales y personales.


1984 nos acompañó durante muchos años, se inició en 1978 y concluyó en 1984, todo un periplo en los quioscos, en los que no siempre comprábamos el cómic. En primer lugar por no empezar desde el principio, yo creo que comenzamos a seguirla con más profusión a partir del número 20 o similar, y en segundo lugar dependía mucho de los dibujantes que aparecían en la revista para decidir si lo comprábamos o no.


Horacio Altuna fue otro de los dibujantes que descubrimos en aquella revista. Al principio con su blanco y negro potente que llenaba las páginas habitualmente acostumbradas al blanco de otros ilustradores. Es también Argentino y había visto algo antes de Las puertitas del Sr. López, del que me destacaba su estilo diferente de maquetación de viñetas, las líneas justas para definir los personajes y los espectaculares cuerpos femeninos que dibujaba.


En 1984 destacó con la serie Ficcionario, todo unos relatos de un mundo apocalíptico, en los que él es guionista y dibujante, y lo hace a un alto nivel en los dos aspectos. Su forma de contar las historias todavía me asombra, sus planos parecen secuencias de una película y los bocadillos ocupan el lugar justo en la escena, evitando la parte superior, únicamente, para contar siempre la mejor historia.


A Horacio Altuna lo he seguido desde entonces hasta hoy, y por descontado con sus series eróticas que publicó para la revista Playboy, donde a su blanco y negro incorpora el color de la acuarela de una forma brillante, al igual que su compatriota Juan Giménez, y donde todas las viñetas tienen su importancia sin sobrar ninguna, ni faltar otras. Todo un maestro.


También recuerdo que en fechas especiales se hacían ediciones limitadas o diferentes, que coincidían con las fechas de navidad o verano, y en las que la revista incrementaba su precio, pero también aumentaban las historietas de su interior. Los almanaques y o las colecciones seriadas en un sólo número eran otros de sus productos, pero la paga semanal no daba para tanto.


José Ortiz era uno de los dibujantes valencianos que más me gustaba. Su forma peculiar de sombrear y trabajar las zonas oscuras con rayado, le daban un peculiar aspecto a sus historietas. Después de trabajar mucho para fuera y en proyectos para Ediciones Metropol que agrupaba a dibujantes como Leopoldo Sánchez, que era su sobrino, Jordi Bernet, Mariano Hispano o Manfred Sommer, dio el gran salto popular con historias posteriores como Hombre o Las mil caras en Jack el Destripador.


En mayo de 1984, el comic de la fantasía y la ciencia ficción para adultos ponía fin a una etapa, que justificaba su nombre, pero este final ya tenía un principio, se llamaría Zona84, a diferencia de la versión americana de la revista que se llamó 1994. La nueva revista nacía con aspecto renovado y acogiendo las nuevas tendencias del cómic que se quedaban demasiado modernas en la veterana 1984, pero eso ya es otra historia.

1984: Crónica de un cómic, crónica de una juventud I

lunes, 13 de mayo de 2013

1984: Crónica de un cómic, crónica de una juventud I



En los años 80 toda una juventud nos criamos sin internet. Ni sabíamos lo que podía ser. Pero nuestros cuerpos, que iban mutando con pelos que nos nacían por cualquier sitio de la cara, estaban ávidos de conocerlo y de descubrir todo. El quiosquo de la plaza San Francisco se convertía en nuestro particular portal de google y sobre sus estanterías buscábamos todo el conocimiento que a través de las portadas podíamos extraer de sus revistas, libros y comics.


Junto con mi hermano, o a solas, nos pasábamos largo rato mirando todo lo que tenían, ojeábamos hojeando revistas y comics para ver lo que había salido nuevo esa semana o mes. Juntábamos nuestros ahorros y compartíamos de una forma muy peculiar los comics que nos gustaban. Uno de ellos era 1984, una revista de ciencia ficción que agrupaba a nuestros dibujantes favoritos. Esperábamos con ansiedad el nuevo número y nos lo llevábamos a casa como quien lleva un tesoro del que lo necesita saber todo.


Individualmente lo leíamos, un día tenía derecho a su uso uno, y al otro día el otro, así todo el mes. La primera semana el intercambio del 1984 del mes era delicado y cuidado al segundo, la última semana de ese mes, acababa archivado con el resto de números anteriores. Cuando lo leíamos por primera vez había una sensación de hormigueo en el estómago al continuar las historias que se iban desarrollando de un número a otro, y de las que memorizábamos viñetas e historias, hasta casi sabérnoslos de memoria. 1984 era una versión española de la edición americana realizada por Josep Toutain y Luis Vigil que supieron tomar el tirón de los grandes dibujantes españoles de aquel momento.


Juan Giménez era uno de los grandes. Su forma de dibujar máquinas, aviones y vehículos en general, todos rodeados de múltiples cables y con una imaginación desbordada y repleta de detalles. Juan Giménez es argentino y su temática fantástica y de ciencia ficción ligaba perfectamente con el contenido de la revista 1984.


Entre las historias seriadas que se veían en sus páginas, recuerdo "Cuestión de tiempo" sobre el año 1985, y anteriormente "Estrella Negra" y "Basura", aunque no recuerdo si estas salieron en la revista 1984. Sus viñetas eran todo un prodigio en el manejo de la acuarela y las tonalidades desaturadas con tonos grises, verdes y marrones.


Me quedaba maravillado con su forma de dibujar, copiaba sobre el papel su forma de trabajar las caras y las manos, no llegándole ni a igualar en la copia. A través de estas historias descubrí posteriormente una serie que había realizado en 1976 junto con Ricardo Barreiro, "As de pique", un cómic bélico de los aviones en la segunda guerra mundial, que asombra por su frescura y detalle técnico realizándola con tan sólo 23 años.


Las portadas nos decían mucho, suponían un anticipo de lo que nos íbamos a encontrar en el interior, y Toutain lo sabía muy bien, muchas de las portadas tenían la mano de Richard Corben, portadas que ilustraba con su magnífico manejo del aerógrafo y de los fotolitos que retocaba personalmente. Era para nosotros un auténtico autor de culto y muchas series pudimos seguir desde las páginas de la revista 1984: Mundo Mutante y Den entre muchos episodios sueltos, en los que las historias en blanco y negro eran casi tan buenos como los de color.


Historias de la mafia en las que los personajes aunque se exageraban hasta la caricatura producían un terrible miedo y crudeza. Corben no se cortaba a la hora de mostrar la violencia y el erotismo, en aquellos años de juventud, ambas cosas, se esperaban con ansiedad desmesurada. Todavía recuerdo como una cara se rasgaba por una navaja con el efecto tridimensional y de volumen que sabía aportar a sus dibujos, y también los enormes pechos con los que dibujaba a todos sus personajes femeninos.


Aunque la ciencia ficción y la fantasía eran sus principales temáticas para sus viñetas, el terror también es uno de sus preferidos, y en una revista paralela de Toutain, Creepy, que también comprábamos editaban algunas de sus historias llenas de hombres lobo y monstruos terroríficos.


La parte sexual de sus personajes nos llevaba a otros mundos repletos de acné juvenil, en aquellos tiempos en que el sexo se vivía como algo casi oculto y todos los descubrimiento se hacían como a escondidas, encontrar este tipo de historias hacían que te fijaras más que nunca en las viñetas de los dibujos.


Richard Corben siempre fue y será uno de los grandes, después de consagrarse y evolucionar poco a poco en su arte, en el que siempre ha reivindicado la lucha de las clases sociales reprimidas, su crítica al ejército y una renuncia en la actualidad al erotismo en sus dibujos. Todo un placer volver a releer aquellos comics y las sensaciones que me aportaban.

1984: Crónica de un cómic, crónica de una juventud II

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