jueves, 9 de septiembre de 2010

Los aminowanas



Recuerdo con mucho cariño un chiste que de pequeño me contó mi primo Miguel Ángel de Logroño, con esa gracia que sólo él tiene para contar chistes, levantando sólo el lábio, la nariz, el ojo, las gafas y la ceja de un lado de la cara, mientras un lado apuntaba para arriba, el otro permanecía horizontal; el chiste, racista donde los haya, era algo tal que así:

Dos amigos cazadores se encuentran en la calle y le dice uno al otro:
- Hombre Juan, tu por aquí, ¿pero no has estado de cacería?
- Si, en Kenia
- ¡Anda!, yo también, y ¿qué cazaste?
Juan se hincha el pecho y dice:
- Pues con mi escopeta acabé con cuatro leones, tres jirafas, dos rinocerontes y un elefante.
El amigo asombrado dice:
-Que suerte, yo sólo he cazado treinta aminowanas.
- ¿Aminowanas? y ¿qué es eso?
- Pues son unos animales pequeñitos y negros, que corren por la vegetación africana y cuando les apuntas con la escopeta levantan las manos y gritan ¡a-mi-no-wana!¡a-mi-no-wana!

En la vida muchas veces te encuentras aminowanas en el camino, y no son ni negros, ni pequeñitos, son gente que lo único que quieren es que a ellos no le pase nada, que en la vida pasen, sin pena ni gloria, son gente que de niños cuando el profesor hacía una pregunta y miraba a toda la clase para señalar al alumno que debía contestar, cerraban los ojos y decían "aminoprofe, aminoprofe". Ya de jóvenes cuando se sentaban a ver la tele en el cuarto de estar y su madre gritaba desde la cocina: ¿quién me ayuda a limpiar?, cerraban los ojos y decían "aminomáma, aminomáma". De adultos siguen igual y cuando se enfrentan a cualquier problema en la vida cierran los ojos y dicen "aminoproblema, aminoproblema".


Soy de los que pienso que en la vida los problemas, como las alegrías, hay que tomarlos de cara y de nada sirve decir que no podemos hacer nada por que los demás no nos dejan, cuando algo se quiere se consigue, si no es a la primera, a la segunda, o a la tercera, o a la cuarta, o a la que sea, el caso es pelear por lo que se quiere. Los "amino" esperan a que alguien les diga "no" una vez, para no volver a intentarlo más, y es que en el fondo, lo que subyace es el deseo de que me digan que "no", por que realmente, no saben que decir, así que agachan la cabeza y cierran los ojos esperando escampe la tormenta y que otro solucione el problema. La solución siempre está en uno mismo.

3 comentarios:

  1. Para algunas personas de perfil débil, la solución es la que pueden ofrecer otras personas. Por eso es habitual comprobar cómo las personas fuertes y buena gente muchas veces tienen a alguien agarrado a la chepa, y que si no ponen remedio, ese alguien acaba succionando las fuerzas del primero.
    A los débiles nunca se les adosa nadie, y eso es una garantía de supervivencia para ellos. Por eso hay tantos aminos.
    Como ves, es profunda mi vena filosófica ¿eh?. ¿A que te has quedado sin respiración?

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  2. Guauh, tras recuperar la respiración, suscribo lo que dices, pero también es verdad que muchas veces fuerte o débil no es más que una percepción que depende del momento.

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  3. Excelente adaptación de un chiste a la vida real.

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