lunes, 6 de septiembre de 2010

Próspero sueño



El viernes por la noche quedamos a cenar con Carmen y el "humilde" José Luis, y por supuesto Pablo, el único niño capaz de leerse toda una revista de videojuegos y sabérsela casi de memoria. Nos llevaron a un sitio que no conocíamos todavía, Casa Próspero, en la calle María Moliner, 26 de Zaragoza. Desde luego el sitio no es lo que parece, se come muy bien. No había más que una mesa libre en la terraza y aunque estábamos un poco apiñados preferimos cenar fuera, sabia decisión, dentro hacía un frío de muerte. Para pedir tienes dos opciones, o en el momento o dentro de quince minutos, así que pedimos ipso facto.


Pedimos unas tapitas de anchoa, una ensalada con chipirones y fideuá negro, todo estaba buenísimo.


También unos huevos rotos, para el humilde eso es sagrado, y la verdad es que no defraudaron, de beber cava Anna, que para eso hoy le tocaba al hombre Codorniu, otro día nos tocará en territorio PradoRey. De postre una torrija caramelizada con helado especialmente buena.


Y así quedaron los platos, como podéis ver no he mentido ni por un ápice. A mitad de cena nos pudieron colocar otra mesa y ya no estábamos tan apiñados. Charlamos y nos reímos como siempre mucho, del verano, de las camisetas de tirantes de los padres y preferentemente de las camisetas de tirantes de rejilla y de color celeste, también de esos padres que están todo el día en casa con el pijama puesto como si estuvieran en un hospital,… a Pablo le encantaba la historia de su padre con el portero de la discoteca Beethoven, hasta que ya Morfeo llamó a su puerta y mientras se comía su último filete se quedó dormido mientras nosotros no callábamos.


Nos marchamos pronto, mientras la ciudad estaba casi vacía de coches en una noche magnífica de temperatura, mientras las vidas siguen caminos imprevistos en cartografías imposibles donde se sabe donde llegar pero no que camino escoger. Suerte amigos.

2 comentarios:

  1. Me sumo a tu palabras de lo bien que se come en ese lugar. Ahora, lo mejor es cuando sin saber que el dueño estaba detrás de David, éste dijo "parece mentira, este sitio, con lo que parece, cualquiera diría que dan esta comida" Imaginaros la cara de Carmen y José Luis que veían al hombre detrás. En fín, que nos echamos unas risas.

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  2. La sinceridad ante todo, y mete-patas hasta el final.

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