Mientras el pueblo se despereza de la siesta y el silencio, más que nunca, se dejaba acunar por las cigarras y los gorriones revoltosos, después de dar media vuelta al pueblo mi hermano y yo nos encaminábamos al frontón, a dejar que me gane en uno de esos partidos que no acaban hasta que él lo dice, y eso siempre es cuando él gana.
Por detrás de casa de la maestra y de casa la Margarita y Guillermo enfilábamos al frontón, con aquellas raquetas de madera mal tensadas dispuestos a jugar un partido de frontenis, el sol golpea de lujo allí arriba y sobre las paredes retumban raquetazos entre hermanos, uno por ganar, y el otro por pasar el rato.
Siempre supimos que una de las paredes del frontón era la pared de la antigua iglesia de Leache, pero ni sabíamos cuál era, ni se veía la planta como se ve en la actualidad, brabanes y aperos de labranza cubrían la trasera del frontón, todo estaba tapado por matas y hierbas malas, ninguno entonces intuíamos lo que había debajo de ese desbarajuste, lo que sí estoy seguro que cuando hicieron toda la extraordinaria labor de sacar a la luz la planta de la iglesia de San Martín de Tours aparecerían más de una pelota de tenis perdida de algún partido de frontenis entre mi hermano y yo.
Cuando ahora con el tiempo veo la planta me maravillo de la historia que mis ojos no eran capaces de ver y que tenía al alcance de mi mano. Donde jugábamos a raquetazos se encontraba un templo románico edificado a comienzos del siglo XII, en los tiempos de Sancho el Fuerte, en que los caballeros de San Juan tenían un Hospital de Peregrinos en la ruta de peregrinación jacobea que enlazaba con la antigua calzada romana que cruzaba Leache entre Aibar y el valle de Orba.
Tras la construcción de la iglesia de la Asunción, el paso del tiempo, las guerras del XIX y la desamortización de Mendizábal, dejaron el templo en una completa ruina, lo que hizo que en la construcción de diferentes casas del pueblo se reutilizaran arcadas para ventanas y piedras de sillería del antiguo templo, y en la iglesia de la Asunción capiteles y piedras esculpidas se reparten por toda la iglesia, ajenas a su verdadero origen.
En lo que era la pared trasera del templo románico de una única planta y ábside, han colocado en la actualidad una fuente, totalmente dispar al templo, pero que hace justicia en el tremendo puzzle en que se ha convertido finalmente la iglesia de San Martín de Tours de Leache-Leatxe.
Dentro de la planta todavía se conservan algunas figuras que difícilmente se distinguen por la erosión del tiempo, apenas podemos ver más que los restos de lo que ha quedado en el continuo expolio que sufrió esta iglesia, según cita la propia web de Leache, el padre Recondo toma la mayor parte de los sillares de los muros laterales, contrafuertes, jambas de la portada, capiteles y lo que ve de más valor en las ruinas de San Martín para la restauración del castillo de Javier, con la excusa de "su seguridad y conservación".
Por suerte, los que quedaron ocultos o recuperados de la antigua carnicería ahora arropan una planta románica que al menos ha recuperado el recuerdo negado en un siglo XX de bazar de sillares del románico en que se convirtieron las ruinas de la antigua iglesia de San Martín de Tours.
alucinante
ResponderEliminarLa vida es así.
EliminarEl documentado artículo de picotaycepo,y las fotos antiguas, está tomado del artículo que publiqué en la Web, www.leache.es.
ResponderEliminarTambién encontrarás ahí, un buen artículo de un experto, del Dr. Martinez Alava, que lo escribió expresamente para ser publicado en nuestra Web.
Lo rectifico, al César lo que es del César.
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