Por suerte, la última vez que estuve en Vitoria tuve la fortuna de dirigir mis pasos hacia la exposición "De Unamuno y sobre Unamuno, una muestra bibliográfica sobre el escritor bilbaíno que comenzó el 15 de febrero y concluye el 16 de marzo de 2012. Me reencontré de nuevo con la figura de un Miguel que tenía perdido de mis años de filología, un hombre de barba blanca picuda y de gafas redondas que enmarcaban dos ojos que parecen analizar más que mirar, del autor del cainismo de Abel Sánchez, el amor embrionario de Tía Tula, la nivola Niebla, el incrédulo San Manuel Bueno y mártir, y otros ensayos filosóficos que en forma de frases e ideas siempre revolotean por la cabeza de uno.
Nacía Miguel de Unamuno un 29 de septiembre de 1864 en pleno casco viejo de Bilbao, llegaba el primer varón tras dos hermanas nacidas anteriormente, luego vendrían otro varón y dos niñas más. Su padre, Félix de Unamuno Larraza era un comerciante que se había casado con su sobrina carnal Salomé Jugo Unamuno. Su infancia transcurrió en el colegio de San Nicolás de Bilbao, entre plumillas y carboncillos y al llegar al instituto le tocó vivir el cruel asedio que los carlistas comenzaron un 21 de febrero de 1874, cuando Unamuno tan sólo contaba nueve años, con ojos de niño que por obligación tiene que crecer deprisa vivió tres meses de asedio en el que los carlistas bombardearon sin cesar la ciudad impidiendo cualquier salida exterior.
Se vivieron graves problemas de abastecimiento y las bombas carlistas buscaban las panaderías y los almacenes de alimento, y entre bombas y tragedias, los bilbainos continuaban paseando los domingos por el Arenal y la Plaza Nueva. Ya en marzo el hambre era grande y los caballos afectados por los proyectiles, pasaron a ser comida de asediados. Ya en abril la lucha con las tropas liberales en Somorrostro daba algo de alivio al bombardeo incesante que se sometía a la ciudad, y pronto llegó un lejano 3 de mayo en el que la ciudad fue liberada de un duro calvario.
Aquellos sucesos marcaron la personalidad de Miguel, que plasmó en su primera novela, "Paz en la guerra", continua dibujando, pero lo deja para en septiembre de 1880 estudiar Filosofía y Letras en un Madrid que ya huele a desastre y viejas glorias. Con 19 años acaba la carrera con nota de sobresaliente y se doctora indagando en el origen de la raza vasca, alejado de los postulados nacionalistas que empezaban a bullir en forma ilustrada en el País Vasco. Tras cuatro años dedicado a la pedagogía dando clases de latín y psicología, oposita los siguientes años a diversas plazas.
En enero de 1891 se casa con Concha Lizárraga, su novia desde niño y con la que tuvo nueve hijos, ese mismo año aprueba las oposiciones de la cátedra de griego de la Universidad de Salamanca, tenía entonces Unamuno 26 años, y a los 36 años ya era rector de la Universidad por primera vez. Desde la llegada de la dictadura de Primo de Rivera comienza su calvario político por su tendencia a no callar su voz, y así alterna condenas, indultos y destierros, a partes iguales y con sabores distintos.
El 12 de abril de 1931 resulta elegido como concejal por la coalición republicano-socialista de Salamanca, y el 14 desde el balcón del ayuntamiento proclama que comienzan nuevos tiempos frente a la vetusta historia pasada. Pronto se desengaña de la política de sillón y en 1933 se jubila como rector vitalicio de la Universidad de Salamanca.
Cuando comienza la guerra civil apoya a los sublevados, viendo en ellos la solución a la situación del país, pero la represión de torturas y fusilados que le toca vivir en Salamanca le hacen ver una realidad que las ideas no podían sostener, y ya en el día del Pilar de 1936 en el Paraninfo de la Universidad vive los discursos apasionados de los falangistas y sus teóricos que acompañados de Millán-Astray, caldean un ambiente de brazos en alto y gritos de "¡Viva España!", Unamuno ya no puede callar y comienza diciendo. "Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia…" Aquel día y gracias a la ayuda de Carmen Polo de Franco salvó su vida de las pistolas falangistas que gritaban "¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!" frente a la sabia contestación de Miguel de Unamuno.
Tras estos acontecimientos es confinado en arresto domiciliario en su casa, desolado, desesperado, sólo y profundamente triste. El último día de ese fatídico año de 1936 moría hablando con unos amigos y así lo describe en "Miguel de Unamuno: biografía" Colette y Jean-Claude Rabaté: El último día de este infausto año de 1936 hace frío, y la nieve se ha helado en las calles. Después de jugar con Miguelín y de leerle cuentos infantiles, Unamuno recibe por la tarde la visita anunciada de un ex-estudiante suyo, Bartolomé Aragón, profesor auxiliar de la facultad de Derecho. Éste le pregunta por su salud, y don Miguel le contesta que "se halla perfectamente bien". Luego se sientan frente a frente en la mesa camilla y, como en otras ocasiones, la charla versa sobre el porvenir de España. Agradece al joven que no haya venido con la camisa azul como la vez precedente, pero advierte que trae la insignia con el yugo y las flechas. De pronto el anciano inclina la cabeza, se pone muy pálido y empieza a desprenderse un fuerte olor a chamuscado. Al intentar levantar las faldillas del brasero, Bartolomé Aragón ve que se quema una de las zapatillas de Unamuno y entiende enseguida que está sin conocimiento. Grita, llama a la criada y cuando acude el médico, Adolfo Nuñez, compañero de tertulia del catedrático, no puede hacer nada sino preparar el acta de defunción….
Miguel de Unamuno fallecía hablando a los 72 años, viviendo una guerra que le llevó al sufrimiento que sintió de niño en el asedio de Bilbao.
Así concluía la vida de uno de los literatos más conceptuales y paradójicos de la denominada generación del 98, de gran sagacidad y verbo que reflejaba así su vida: Yo no me acuerdo de haber nacido. Esto de que yo naciera –y el nacer es mi suceso cardinal en el pasado, como el morir será mi suceso cardinal en el futuro–, esto de que yo naciera es cosa que sé de autoridad y, además, por deducción… Se conmemora en este 2012 el 75 aniversario de la muerte de Miguel de Unamuno y en la Fundación Sancho el Sabio han recopilado más de 2.000 referencias de los fondos de la Fundación relacionadas con Unamuno: monografías, artículos periodísticos, traducciones, biografías, manuscritos, cartas de archivos familiares y diversos materiales que se pueden consultar en la exposición.
En la parte más visual podemos ver un buen número de primeras ediciones de las obras de Miguel de Unamuno, además de otras ediciones y traducciones anteriores a 1936, las ediciones, en definitiva, que pudo conocer en vida. Estas obras también se complementan con ediciones posteriores que ponen en relevancia la importancia de Unamuno en la cultura universal. Esta edición de sus obras completas es de 1966, con prólogo de Manuel García Blanco con 8 tomos y en el que uno de ellos incluye su autobiografía y recuerdos personales.
También se pueden ver varios de los ejemplares de la revista mensual "Hojas libres", una revista de bolsillo de los años 1927 al 1929, y cuyo director era Eduardo Ortega y Gasset, el hermano mayor de José Ortega y Gasset, que era abogado y republicano manifiesto, que durante la dictadura de Primo de Rivera editó esta revista clandestina y que luego participara intelectualmente en los sucesos de la sublevación de Jaca.
También me encontré con esta edición de páginas escogidas para una edición francesa con traducción de Maurice Vallis que con el título de "Extraits essentiels des grands moralistes et penseurs I" precede a los textos de Miguel de Unamuno. Fantástico el linograbado que ilustra la edición con el retrato de Unamuno.
Una bonita curiosidad es el libro manuscrito por el propio Miguel de Unamuno con apuntes de historia crítica de España, destaca su caligráfica letra en un documento sin fechar pero posiblemente de finales del siglo XIX, orden y equilibrio en los datos divididos por lecciones.
De su libro "Recuerdos de niñez y mocedad" esta edición madrileña de la Librería de Victoriano Suárez y Librería Fernando Fé de 1908. Un libro que recuerdo cargado de realismo, contradicciones y de ese realismo mágico que impregnaba en sus obras. Sus recuerdos, no obstante, le persiguieron en todas sus obras, en un escritor que difícilmente pudo separar su vida personal de sus conflictos literarios.
De 1920 esta edición de la serie "La novela corta" en primera edición de Tulio Montalbán y Julio Macedo por Prensa Popular. Destaca en la edición el protagonismo de la imagen de Miguel de Unamuno como personaje de su época.
Dentro de la serie "La novela corta" publica en 1916 por Antonio Palomino "Nada menos que todo un hombre", una novela que formaba parte de las cuatro novelas que publicó posteriormente en 1920 y que tituló "Tres novelas ejemplares y un prólogo".
Me gustó también ver un folletín publicitario vendiendo las obras completas de Miguel de Unamuno, uno de los tomos 700 ptas. con 1.312 páginas de textos del bilbaino, toda una curiosidad, y para acabar os dejo con una frase única de Unamuno que siempre me encanta recordar: "Lo sabe todo, absolutamente todo. Figúrense lo tonto que será".
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