viernes, 29 de noviembre de 2013

Graffiti Town 003



Una pared detrás de una gasolinera antes de llegar al barrio de Santa Isabel de Zaragoza esconde un precioso graffiti oculto de la "banana evolution"


Zaragoza / Barrio de Santa Isabel - Movera - Montañana

jueves, 28 de noviembre de 2013

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona V: la salida



Me marchaba del archivo cansado pero con la cabeza dando vueltas y vueltas a lo que había visto. Fuera me esperaba una ciudad melancólica, había llovido y todo tenía un brillo especial. Las nubes no presagiaban nada bueno y por delante todavía me quedaba volver a Vitoria. Mientras me encaminaba hacia el coche miraba a los edificios y les lanzaba preguntas, para tal vez, conseguir las respuestas que no tenía.


Recorrí mis pasos en sentido inverso a mi llegada. Ahora había más gente en las calles, pero tampoco mucha. el tiempo no invitaba a tomar la calle y disfrutarla. Caminando anotaba en la agenda del iPhone cuando tenía que volver a pedir cita y me horrorizaba todo el tiempo que de nuevo tenía que esperar para conseguir respuestas. La ansiedad por devorar documentos y saber lo desconocido me impregnaba por todos los lados.


Mientras cruzaba la pasarela me quedé contemplando la ciudad de Pamplona. Me encontraba en ese punto en un sitio de mucha historia donde habían pasado un montón de cosas, al pie de las murallas y de los edificios históricos de la ciudad. Quién sabe si tal vez ahí estaban muchas de mis respuestas.


Arrancaba el coche y dejaba atrás Pamplona. Un viaje en el que iría reflexionando en soledad al compás de una buena música lo que había descubierto. Un viaje en el tiempo al que todavía le quedaba mucho camino por recorrer.

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona I: la llegada
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona II: dando tiempo
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona III: sala de espera
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona IV: la búsqueda
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona V: la inclusa de Pamplona


miércoles, 27 de noviembre de 2013

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona V: la inclusa de Pamplona



La búsqueda empezó a dar sus frutos, pero de repente me encontré en un rincón sin salida, me topé con algo que no me esperaba. El origen del apellido Goñi en Leache tenía un mismo centro, pero no era ningún pueblo o ciudad de Navarra, el origen estaba en niños expósitos de la Inclusa de Pamplona. Mi primera reacción fue de perplejidad, la verdad que no me lo esperaba. Poco a poco empecé a recabar más datos y me topé con alguna conclusión muy interesante que esbozaré aunque todavía no dejan de ser meras conjeturas e hipótesis que tengo que contrastar.


La primera constancia del apellido Goñi en los libros parroquiales figura en el libro de velados de la parroquia de Leache y que nos habla del rito de las velas y el yugo que se realizaba en el mismo día del casamiento o con anterioridad. Así el 5 de noviembre de 1804, aparece citada Zoila Goñi de padres incógnitos casándose con Andrés Avinzano de Eslava. No consta ningún dato más de Zoila Goñi, por lo que entiendo que se trasladó a Eslava con su marido. Su fecha de nacimiento se podría situar entre 1780 y 1786.


La segunda constancia del apellido Goñi en los libros parroquiales data del 30 de agosto de 1830, fecha en la que María Goñi de padres incógnitos se casa con Joaquín Orzanco de Leache. Casi un año después, el 12 de agosto de 1831tiene a su primera hija, Teresa Clara Orzanco Goñi. Después encontramos el tercer dato de otro Goñi, el que tiene que ver realmente con mi genealogía, que no es otro que Matías Goñi, curioso nombre y apodo que ha continuado hasta el día de hoy en el que algunos en Leache me llaman a mi Matías, pero seguro que desconocen el origen. Por la edad de casamiento la fecha de nacimiento de María estaría entre 1808 y 1812 en plena Guerra de la Independencia.


Matías Goñi se casó con Petra Sos, oriunda de Leache, el 22 de octubre de 1832. En el registro también consta como de padres incógnitos, pero no tenemos ninguna referencia de si le unía algún parentesco con María de Goñi, en un principio podría parecerlo, pero aunque luego hay cruces entre familias no se ve una relación directa documentada. El 11 de mayo de 1834 inmersos en la primera guerra carlista, Matías y Petra tienen a su primer hijo entre otros muchos, Martín Goñi Sos nace en Leache. En 1862 ya se cita a Matías como difunto, Petra Sos falleció bastante más tarde, 29 años después, lo que situaría a Matías en una fecha aproximada de nacimiento de entre 1802 y 1814, con más probabilidad hacia 1808 en plena Guerra de la Independencia. En 1878 se menciona a Matías no como hijo de padres incógnitos, sino como niño expósito.


Hasta aquí podríamos establecer una teoría en diferentes líneas. Por un lado que María y Matías fueran hermanos y su apellido real fuera Goñi, fruto de la Guerra de la Independencia se pudieron quedar sin padres o bien éstos no los podían mantener y los donaron a la beneficiencia. Por otro lado podría ser que no eran hermanos, había una costumbre que he documentado desde la casa de beneficiencia de Zaragoza en la que se cita: «Hasta este momento (1870) era costumbre poner a los niños por apellido el nombre identificativo de su condición de expósito, usando de apellido la propia palabra "expósito", así como "de dios", "Goñi" en la Inclusa de Zaragoza, "de la Piedra" en la de Toledo u otros más peyorativos como "de la calle"». ¿Vendrían de la Inclusa de Zaragoza con motivo de los Sitios de la ciudad a la de Pamplona, o simplemente es una coincidencia?


Curiosamente años después, tampoco muchos se documentan dos personas también con el apellido de Goñi en Leache. La cuarta por aparición es Martina Goñi que el 1 de diciembre de 1843 se casa con Mariano Ayesa de Leache y con el que tiene el 3 de abril de 1845 su primera hija llamada Francisca Ayesa Goñi, y es en este dato documental donde encontramos una información muy valiosa: «Los padres de su marido, José Ayesa de Sada y Juana María Pérez de Leache, vecinos de Leache, la criaron (Martina) desde muy niña y la sacaron de la inclusa de Pamplona (o casa de beneficiencia como se cita en 1854)»


Desde Martina se abre una línea de investigación muy interesante, aunque la primera duda a resolver sería si tiene algo que ver con María y Matías Goñi, dato que desconocemos. Pero el origen del padre que adopta a Martina no es baladí. Sada es también el origen de Joaquín Xavier Uriz Lasaga que llegó a ser obispo de Pamplona y eso que venía del derecho y tomó los hábitos de forma tardía. En 1804 funda La casa de Maternidad e Inclusa de Navarra y fue un gran comprometido por la causa de los niños expósitos, causa que tomó como propia hasta el final de los días. Hasta su llegada a la inclusa la mortalidad infantil de los niños acogidos era muy alta, muchos morían en los traslados a la ciudad de Pamplona desde los pueblos y pocos llegaban al primer año de vida.


Joaquín Xavier Uriz Lasaga estableció pagos a madres que amamantaban a los niños de corta edad de la inclusa, lo potenció en los pueblos, y por tanto no sería raro que en Sada, su pueblo de origen, o en Leache por imitación al estar tan cercanos, esta fórmula fuera adoptada de una forma más natural que en otras zonas, por la implicación personal del obispo. Así estas familias en bastantes casos se quedaban con la criatura que habían criado como mozos o sirvientes en las propias casas. Así le debió de pasar a Martina Goñi que se acabó enamorando o lo que fuera de su hermanastro Mariano Ayesa.


Podemos intuir que Martina hacía funciones de servicio o similares ya que como padrinos de los muchos hijos que tuvo con Mariano figuran en muchas ocasiones miembros de la familia Moriones de gran nivel en aquellos años por los éxitos logrados por Francisco Moriones en la guerra de la Independencia y seguido de su hijos, y principalmente de Domingo Moriones, en la primera Guerra Carlista. Así entre sus padrinos constan el propio Francisco, su mujer Teresa Murillo de Ejea de los Caballeros o Teresa D'arcourt hija de una hermana de Francisco y de la que también salieron una casta de militares. Desconocemos si tenía relación con los anteriores, pero teniendo en cuenta que su fecha de nacimiento se podría establecer entre 1820 y 1825, parece difícil.


Todavía se documentan dos personas con el apellido Goñi en los libros parroquiales. Francisco Goñi originario de Sada, del que no he podido documentar todavía si sus orígenes están en la inclusa de Pamplona o tiene padres reconocidos. Francisco se casó el 5 de noviembre de 1855 con Hipólita Aldave de Leache. También y citado por el nacimiento de un nieto, aparece la figura de Nazario Goñi y que pudo estar sobre los años 50. Su nieto fue Gregorio Salaverri Goñi que nació el 24 de diciembre de 1878, fruto del matrimonio de Bábila Goñi nacida en Tafalla (en algún apunte se dice que nacida en Moriones) y residente en Leache que estaba casada con Miguel Salaverri. Bábila era hija de Nazario Goñi de la inclusa de Pamplona que se casó con Pía Baztán de Leache.


Es decir, me encuentro con seis personas que con el apellido Goñi consta que provienen de la Inclusa de Pamplona y desconozco sus fechas de nacimiento y si había algún parentesco entre ellos. A partir de ahora me tocará estudiar los libros parroquiales de Sada e investigar en el Archivo General de Navarra para ver si consta algún dato de ellos, como la fecha en la que fueron adoptados, o hasta si pudiera ser el motivo de su ingreso en la inclusa.


El tiempo se ha pasado volado, entre elucubraciones y pensamientos, nos avisan que el tiempo se ha acabado. Me maldigo por no tener más tiempo, pero comienzo a recoger. Todos nos hacemos un poco los remolones intentando ver una página más, pero al final acabamos siendo obedientes. Me dirijo a Juncal y le abono el precio correspondiente, hasta dentro de tres meses no podré pedir cita. El proceso es eterno, pero ciertamente merece la pena.

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona I: la llegada
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona II: dando tiempo
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona III: sala de espera
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona VI: la salida

viernes, 22 de noviembre de 2013

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona IV: la búsqueda



Puntualmente se abre la puerta de la sala de microfilm. Subimos todos por orden de llegada y como pasa habitualmente yo voy abriendo camino. Primero pasamos por la ventanilla en la que comprueban que tengamos hora, nos asignan un puesto y nos dan una hojita donde apuntar los rollos que necesitamos. Llega la hora de la verdad, me encuentro hasta ciertamente nervioso.


La sala tiene 6 ó 7 puestos, pero creo que alguno no funciona ya que nunca he visto ha nadie en ellos. Procedo a poner todo mi arsenal, el portátil, el cargador, el cuaderno y apagar el móvil. Todos vamos realizando un poco lo mismo, cada uno a su ritmo, yo con celeridad y otros, generalmente los más mayores, con la tranquilidad del que no tiene prisa para nada.


Una vez colocados en nuestro sitio hay que ir a las carpetas que tienen todas las fichas de los libros parroquiales de cada pueblo. Se busca por la inicial del mismo y a buscar lo que necesitas.


Por cada pueblo constan los diferentes libros de su parroquia o parroquias, los de nacimiento, los de casamiento, los de velados y difuntos. En Leache/Leatxe, por suerte, tan sólo tiene la iglesia de la Asunción, pero por desgracia no están microfilmados todos los libros, lo que dificulta mi investigación, ya que sé cuando nacieron algunos antepasados, pero no, cuanto vivieron o cuando murieron.


Después de solicitar el rollo que preciso, me preparo con mi ordenador a la derecha a tomar todos los datos que pueda. Ya de paso no sólo investigo el apellido Goñi, sino que tomo datos también de otros apellidos familiares como: Sola, Salinas, Zabalza, Gorraiz, Suescun, Moriones, …


Las horas van pasando y no paro, a veces cuesta mucho descifrar las caligrafías de los diferentes curas de la parroquia de Leache/Leatxe, cuando topas con uno que escribe sin parecer un médico, resoplas de alivio. Después de varios viajes a Pamplona he conseguido recopilar todos los datos de los apellidos que busco y pese a que me faltan los libros que no están microfilmados he conseguido interesantes datos.

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona I: la llegada
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona II: dando tiempo
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona III: sala de espera
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona V: la inclusa de Pamplona
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona VI: la salida

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona III: sala de espera



Parece mentira que empiece la mañana con tanta energía, en un segundo ya me he plantado enfrente de la puerta del Palacio Episcopal. Por delante pocas horas para lo que quiero hacer, no es la primera vez que vengo y sé que hay que ser rápido, las horas pasan demasiado deprisa cuando buscas algo que te gusta. De momento la plaza sigue vacía, tan sólo alguna paloma revolotea y algún gato que la mira con cara de hambre.


Por la entrada se accede a un patio central porticado. El silencio marca mis pasos que se hacen rotundos y aparentan un ejército. Tomo el camino hacia la derecha en busca de un ascensor para acceder a un primer piso, algo de vagancia hay en mi acto, pero las escaleras con una alfombra roja y un toque de rancio abolengo, imponen un poco. 


A la salida del ascensor entras en las dependencias del palacio. Mi recorrido ahora es más fácil que el del primer día que estaba totalmente perdido. Cruzo un pasillo entre armarios vacíos de libros en busca de una portezuela pequeña que da acceso a otra puerta que da con el exterior.


Desde allí se accede a la sala de espera de la zona documental del Archivo Diocesano. La primera vez que entras te impresiona un poco. Parece que entras en otro tiempo y ya comienzas a situarte en la escena de rebuscar en el pasado. Algunos cuadros que apensas se dejan ver por la luz y un color rojizo en el suelo y barandado que tiñe toda la estancia.


A la izquierda, junto a un baúl viejo y labrado de madera se encuentra una de las dependencias del archivo. A la derecha y arriba de la escalera, la de los microfilms, que es a la que yo acudo. Después de dar un vistazo general, me desprendo de mi mochila y la dejo descansar en una silla, tampoco es cuestión de estar aguantando el peso todo el rato.


Esperando no puedes evitar mirar para todos los lados. Solamente mirando el suelo te preguntas cuanta historia habrá detrás de esos adoquines irregulares y mellados que tan sólo protege una gruesa capa de pintura roja. Un balcón de madera a la izquierda comienza a iluminar poco a poco la estancia conforme el sol sube un poco más, poco a poco se van descubriendo zonas y colores que pasan del oscuro al menos oscuro.


Algunos cuadros adornan el recinto. Uno de ellos éste, del linaje de los Villaviciosas con origen en Fuenterrabia, Guipúzcoa. Me entretengo viendo el escudo, el perro encadenado y la torre del castillo, y pienso en el trabajo de búsqueda en los libros parroquiales que me queda por delante intentando descubrir el origen del apellido Goñi de los originarios de Leache/Leatxe.


Otro cuadro parece un San Jerónimo de Estridón, con su barba de asceta, semidesnudo y golpeándose el pecho con una piedra. Parece de momento que la cosa va de libros, ya que él fue uno de los grandes traductores de las sagradas escrituras. En la foto he aclarado un poco la imagen para que se aprecie mejor la pintura, pero en la realidad se muestra oscura por el paso del tiempo y cuesta definir bien la figura.


Al otro lado sobre las escaleras se abre un espacio alto y se deja ver sobre el techo de la parte baja una portezuela o ventanuco que intriga por saber a dónde dará y cuál sería su misión. Por suerte subir por estas escaleras con su alfombra no produce ruido y me permito subir y bajar curioseándolo todo, pero siempre con cierta precaución por no molestar.


Arriba otro cuadro de Jesús compartiendo mesa con otras dos personas, mientras una cuarta les trae una bandeja. Podría tratarse de Zaqueo o de cualquier otro episodio de charla más convite de los que narran los evangelios. El paso del tiempo también se nota en el cuadro y las luces que entran por el ventanuco reflejan en él y hacen que se vea con mucha dificultad.


Sobre mi cabeza un techado abovedado con rosetón en el centro y pintado con formas geométricas de un color entre rosa y cárdeno. Poco a poco empieza a llegar más gente y dejo de curiosear por la sala. Ya pronto nos avisarán que podemos entrar. No puedo evitar cierto nerviosismo.

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona I: la llegada
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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona II: dando tiempo



Casi siempre a esas horas que llego de la mañana la puerta del Palacio Episcopal se suele encontrar cerrada y la plaza vacía o acompañada del fresco mañanero de la ciudad. Desde allí, me dedico a caminar por las calles aledañas, sin prisa, en busca de un café reconfortante mientras los ruidos de algún vehículo de limpieza y los padres que arrastran a sus niños al colegio me acompañan como una radio en la mañana.


Cualquier calle que tome está cargada de historia y de monumentos. De angelitos que se desperezan en un día que comienza a abrirse. De gente que bosteza sin cesar sin haber empezado el día. Recorro las calles ensimismado en mis historias, imaginando recorridos de otros tiempos, batallas en las murallas y gritos de dolor del que todavía queda algún eco.


Me voy topando con edificios restaurados que cuelgan frente a su clásica puerta carteles multicolores que difícilmente casan para el que ve el monumento y no el edificio. Justo al lado una cafetería informal. Mientras tomo el café y ojeo la prensa, un camarero argentino habla sin cesar con cualquier funcionario que entra por la puerta. Lo quiere saber todo. Al salir me doy cuenta de cuánto agradezco el silencio de una calle.


Casi enfrente antiguas dependencias de la iglesia acogen refugio para los peregrinos que toman el camino navarro que pasa por Sangüesa. Ladrillo y piedra que acogen a caminantes que rompen sus pies por un reto, por un deseo, por una promesa. De vez en cuando alguno sale por la puerta con rumbo perdido y todo un día por delante.


Siento que las calles callan mucho. Dejan muchas historias apagadas por el tiempo y que son difíciles de escuchar. Miro el reloj. El tiempo pasa muy despacio, es en este momento cuando siempre pienso que no tenía que haber madrugado tanto, es en este momento cuando me acuerdo de algún día que llegue por los pelos al archivo después de no poder aparcar en un rato, es en este momento cuando me acuerdo que casi no me he parado al calor de un bar por la palabrería de fondo que escuchaba.


Las calles y las casas se muestran curiosas. Alzas la vista y te encuentras collage de colores que parecen no venir a cuento, hornacinas que protegen a vecinos, fregonas con agua de varios días y muchas vidas detrás de los balcones y las puertas. Alguna quejumbrosa se asoma entre visillos ante mi obstinada curiosidad.


Por curiosidad me topo con foto Leache, al recuerdo me vienen muchas imágenes de San Fermines en esa calle y por un momento viajo en el tiempo. Luego me quedo recordando el pueblo al que tanto quiero y del que viene mi motivo de la visita, Leache.


Mi curiosidad llama la atención de alguien que pasa por la calle. No es común encontrarse a alguien tan curioso a estas horas, y menos, sin ser festivo. Satisfago su curiosidad y se queda feliz, como si me hubiera contado algo brillante al indicarme que Leache es un pueblo y un apellido. Yo no hago nada por cambiar su opinión, me encanta la gente amable. Me quedo un poco más disfrutando de la tipografía retro de la tienda de fotografía.


Miro el reloj y ya va siendo hora de desandar mis pasos. Camino con más celeridad hacia el archivo. La ciudad ha perdido cierto encanto desde que llegué, la penumbra ha ido dando paso a más luz, y aunque se agradece, le ha robado un aspecto muy nostálgico a la ciudad, pero a trabajar mandan.

Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona I: la llegada
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona III: sala de espera
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona IV: la búsqueda
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona V: la inclusa de Pamplona
Buscando los orígenes en el Archivo Diocesano de Pamplona VI: la salida
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