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miércoles, 25 de diciembre de 2013

A las 8 en el Arrantza



Así comenzaban las tardes de viernes de muchos años en Vitoria-Gasteiz. Así el grito de quedada con mis amigas de Vitoria para prepararnos antes de quemar a risas las calles del casco viejo. A esa hora mágica, unas antes y otras después, todas acudían a la pared de ese bar que servía de parapeto de sueños y albergue de devenires. En los días de frío la espera siempre se hacía larga, las manos se encogían y los abrazos entre abrigos se agradecían.


En frente la ciudad y la torre del Celedón, la noche incipiente que en invierno era plena y desde donde se veía pasar a las almas perdidas que buscaban en la noche amparo y derecho de pernada. Había días en que la humedad lo llenaba todo y la fachada del Arrantza se convertía más en un refugio que en una parada esperando la salida. Me encantaba ese sabor a la noche que comienza y que nunca sabes como puede acabar. De los bares comenzaba a salir música a borbotones.


Poco a poco las amigas comenzaban a llegar. Saludos y risas, intercambios de historias breves para ponernos al día, anécdotas semanales y repaso de lo que vendrá. Era la magia de las 8, esa hora pura de transición entre la tarde y la noche, el momento de comenzar algo y acabar lo anterior. Me sentía arropado entre rizos, palestinos y cazadoras hasta la nariz. Me sentía acompañado antes de empezar la ruta de zuritos y kalimotxitos.


Curiosamente aunque a las 8 quedábamos en el Arrantza, pocas veces tomábamos algo dentro. Nunca lo entendí, pero había cosas que no había que entender, la mayoría mandaba y bastante me aguantaban siendo el único chico que iba en su grupo. A las 8 en el Arrantza comenzaba siempre una nueva noche.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Graffiti town 004: Red:mono



Sobre un saliente de una calle de Zaragoza me encuentro que muchas veces me mira el mono negro más rojo que he conocido. Una marca de ropa deportiva que sabe llevar su estilo a una experiencia visual. El detalle de las llaves cruzadas me encanta. I love it Red:Mono.


Zona Universidad / Zaragoza

martes, 3 de diciembre de 2013

Carteles y mensajitos 033: Casas y casos



En el barrio de la Magdalena de Zaragoza, en una pared triste de manchas y sombras reza esta leyenda de la que poco se puede comentar: —"Ni gente sin casa. Ni casas sin gente"—. Así aguanta la frase, sobre una pared, donde más sentido tiene. Todo un mensaje que va mucho más allá del mundo que nos ha tocado vivir.


Barrio de la Magdalena / Zaragoza


lunes, 2 de diciembre de 2013

Timbre 031: timbre mayor de camuflaje



031/ Timbre mayor de camuflaje: Está ahí, desde hace mucho tiempo. Entre las arrugas y grietas de la madera, poniendo su toque de voluntad. Tan viejo como todo lo que le rodea. Tan curtido como todo lo que ha visto pasar a su lado. Tan experimentado que ya casi ni suena. Tan olvidado que los últimos brochazos de hace tiempo casi lo ocultaron para el resto del mundo. Ahí está, sin quejarse, sin dar mal, siendo cobijo de arañas que capturan víctimas agazapadas en la sombra que ofrece. Camuflado entre las sombras ya nadie llama, ya nadie se queja.

Casco viejo de Vitoria-Gasteiz

viernes, 29 de noviembre de 2013

Graffiti Town 003



Una pared detrás de una gasolinera antes de llegar al barrio de Santa Isabel de Zaragoza esconde un precioso graffiti oculto de la "banana evolution"


Zaragoza / Barrio de Santa Isabel - Movera - Montañana

viernes, 15 de noviembre de 2013

martes, 12 de noviembre de 2013

Graffiti Town 001




Zaragoza / Barrio de la Magdalena

Comienzo aquí una nueva serie de graffitis que he ido recopilando y fotografiando de diferentes sitios de las calles de las ciudades. Propongo para esta serie evitar las interpretaciones y tan sólo darle importancia a las imágenes y las ubicaciones.

martes, 29 de octubre de 2013

Adiós Ricardo, adiós majo



El otro día, agotado físicamente sobre la cama de un hospital el tío Ricardo dijo adiós. Un cáncer de páncreas le había consumido su cuerpo aunque el espíritu nunca le faltó. Lo fuimos a ver en septiembre, en una mañana de domingo de Vitoria de las que el sol se pelea por traspasar las hojas de los árboles, caminar hacia su casa por Adurtza nos llevó al recuerdo de su hermana que vivía justo enfrente y que hace ya unos años se la llevó lo mismo que le estaba consumiendo a Ricardo. Pero en ese momento no queríamos pensar en esas cosas, lo pasado siempre es pasado.


Llamamos al timbre y subimos a verle con las dos niñas, el portal estaba muy cambiado, hacía muchos años que no pisaba esa casa y ahora tenía hasta ascensor. Llamamos al timbre y Ricardo nos salió a recibir diligente, con esa energía que se gastaba él, de toda la vida, como si la vida fuese maravillosa por el simple hecho de serlo. —¡Hola Ana! ¡Hola David! ¡¿Qué tal majo?!— oyéndole parecía que no había pasado el tiempo, de siempre lo recuerdo empleando esas tres expresiones, y la que más me encantaba era la de "majo", la decía con ese cariño con el que se regalan las palabras cuando quieren decir algo más que simples fonemas o sílabas.


Mientras contestábamos con el cariño que se merecía su cuerpo nos devolvía la realidad del sufrimiento de una enfermedad que se te va comiendo por dentro, pero su mirada delataba la mentalidad del que es fuerte de espíritu. Respondía a todo con resignación animada, como si no pasara nada, como no queriendo ser el protagonista, algo que nunca le había gustado. Miraba a las niñas y sonreía, mientras hablaba con una voz gutural que le había acompañado siempre fruto de muchos años de tabaco, hasta que un día hace ya bastantes años, decidió que no fumaba más y así lo hizo, sin darse importancia ni pedir ayuda, así era Ricardo.


Jubilado ya, siempre le había gustado pasear, ir de aquí para allá, lo recuerdo en verano bien afeitado, con los cuatro pelos que le quedaban peinados hacia atrás, el cinto visible, pantalón de pinzas y su camisa de manga corta de bolsillo abultado del que salían algún boleto de lotería o de la ONCE. Te lo encontrabas y te entretenía poco, como para no molestar, con su voz ronca me decía —¡¿Qué tal majo?!— en un tono entre interrogativo y exclamativo, y tras unos cortos minutos muy afables, volvía a emprender su ruta como si tuviera un destino que no podía abandonar.


Tan sólo había cumplido 74 años, le faltaba poco para los 75, pero el 26 de octubre no se quiso alargar hasta primeros de noviembre. El domingo nos juntamos toda la familia en Vitoria para decirle adiós, y lo hicimos como a él le hubiera gustado, con tristeza contenida y apariencia de buen ánimo, que no se viera la pena que iba por dentro. Fue un placer conocerte Ricardo, y tan sólo me queda decir un —"adiós, majo"— con un fuerte abrazo de los que a ti te gustaba dar. Hasta siempre.

lunes, 28 de octubre de 2013

Bricomanía de verano



Cuando llegamos este verano a la casa de Asturias nos encontramos con una desagradable sorpresa, debido a las lluvias y los vientos de la primavera, el tejado de la caseta y el de la leñera se habían visto resentidos, en alguna parte se habían volado y por lo tanto el agua había entrado a mojar el aglomerado del tejado, y en la leñera la poca inclinación también había hecho alguna gotera. Tocaba ponerse en verano manos a la obra y emular a los programas de bricomanía.


Primero decidir cual sería el sistema que empleaba para dejar un tejado mucho más resistente. Me visité todos los centros de bricolaje y miré y revisé todas las posibilidades. Al final me decanté por la tégola por precio ya que con otros sistemas desperdiciaba mucho material en mis medidas y me costaba más del doble.


Así que muy a mi pesar que me hubiera gustado descansar y no ponerme manos a la obra, me puse a reparar los tejados, levanté la leñera en la parte de atrás unos 10 centímetros lo que hizo que la inclinación aumentara, además de cambiar todas las maderas de los tejados ya que se habían humedecido y no servían para casi nada.


Así es como quedó al final, por suerte los días de trabajo el tiempo aguantó y no hizo mucho sol y tampoco llovió. La prueba de fuego fue a los pocos días en las que calló una tormenta de verano y el resultado fue satisfactorio. Cada día me parezco más a mi padre y no hay verano en el que no haga algo de bricomanía.

viernes, 25 de octubre de 2013

Fuego de película



Junio en Zaragoza. El calor pegando duro sobre sus calles. Nosotros con unos amigos buscando desesperadamente donde tomar algo en el Casco Viejo. De repente en un cruce de calles junto a la calle Cinegio, de nombre simbólico para lo que veríamos a continuación, todo un despliegue de bomberos y un aparente incendio en una de las casas. Hasta aquí todo normal para entrar en una noticia de página de sucesos.


El tema era que se veía a todo el mundo con excesiva tranquilidad. Los bomberos pese a salir humo de una de las casas se encontraban apoyados sobre su camión o en el bar de enfrente. Los pesarosos vecinos de la casa siniestrada se apostaban en los balcones con una tranquilidad pasmosa. La respuesta un poco más adelante, un rodaje de película.


Descubierto el secreto y leyendo las cenizas que agoreramente se colgaban en la placa de la calle, nos marchamos en busca de un bar que lo que teníamos era mucha sed y poca curiosidad por saber cual podría ser la película que estaban grabando.

jueves, 24 de octubre de 2013

La casa está enladrillada



La casa está enladrillada, quién la desenladrillará, el desenladrillador que la desenladrille, buen desenladrillador será. La verdad que cuesta decirlo y escribirlo, más que verlo. Así luce una casa de Anguiano en todo su esplendor, con los ladrillos de lado y de perfil, para que se aprecie bien su sólida construcción.


Cuando entras en el detalle todavía sorprende más, y ese mosaico de ladrillos provoca hasta cierto mareo en la vista, pero su dueño prefirió dejarla desnuda de reboque y sin nada que alterase su imagen transparente de vivienda. Sólo queda esperar al desenladrillador.


lunes, 21 de octubre de 2013

La ciudad se oscurece



Por delante me aguarda una noche larga de trabajo y creatividad. Por detrás todo un día de duro trabajo y cansancio. En medio una ciudad que se despereza entre las luces de las farolas y un sol que se esconde disimuladamente entre las nubes. En las casas pocas luces, o todo el mundo está fuera o ya duermen entre los abrazos de sus televisiones que todo lo adormecen. Algún coche circula despacio como para no hacerse protagonista de la noche incipiente.


El cielo recorta la silueta de una ciudad, el museo Pablo Serrano desdibuja sus formas y se convierte en algo más compacto como el resto de los edificios. En los pisos puntos amarillos sobre negro como cuando dibujaba de niño la noche llena de estrellas. Antenas y grúas desafían al silencio. Por un momento la naturaleza y la vida son más fuertes que mi día a día, me relajan y me atraen a partes iguales.


Poco a poco, coincidiendo con el adiós del sol, las luces intensas surgen de las casas, algunas con gran potencia, casi como si fueran un escenario en la noche. Unas amarillas, otras blancas, otras verdes-azuladas, el resto grises casi negras. Fachadas que se desdibujan, familias que descansan, habitaciones que no duermen, sueños que comienzan y un cielo que se apaga.


Mientras la ciudad se oscurece y empieza a dormitar, yo me despierto y recuerdo lo que me queda por delante y lo de menos es el sueño. Dejo la ciudad libres de mis pensamientos y vuelvo a la vida virtual, que la real, la he tenido por un momento delante mío.

jueves, 10 de octubre de 2013

Acuarelas marinas



Poder ver a alguien dibujar en directo siempre produce una magia muy especial. Ver como de una hoja en blanco surgen líneas y pinceladas que dotan de vida a algo que antes no existía es una experiencia que me tendría horas mirando sin cansarme, totalmente magnetizado hasta ver el resultado final. Era el día grande de Llanes y aprovechando uno de los bancos nuevos junto al puerto este singular acuarelista, dibujaba aprovechando los rayos de sol y ajeno a las miradas indiscretas que teníamos los demás.


Dibujaba un skyline de las casas de Llanes al pie del mar del puerto y delante suyo simétricamente situado todo, sus acuarelas de pintar y sus acuarelas pintadas. En los otros dibujos dejaba entrever su buena mano con el lapicero y su gusto por el dibujo de cómic. Una maleta con pulseras y collares en el otro extremo ponía una nota graciosa en la escena.


Los niños pasaban y miraban. Se quedaban impresionados mirando ese papel de dibujo tan alargado y esa curiosa mesa hecha con un trozo de cartón, a veces no hace falta mucho más. Mientras una tarde maravillosa iluminaba las casas de la costa de llanes, unas acuarelas más marinas que nunca se apoderaban de su esencia a golpe de pincel.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Timbre 030: Dos clásicos y el medio moderno del ático



030/ Timbres para clásicos y medio modernos: Sobre el marco de madera repintado y repintado una y otra vez sin descanso por las diferentes juntas de tres vecinos destacan dos tipos de timbre para tres vecinos. El de la planta baja y el primero son unos clásicos redomados, con espíritu de nobleza perdida y añeja colocan sus pulsadores sobre una placa con forma que ha perdido el esplendor de otros tiempos y donde hasta los nombres y los marcos de los mismos casi han perdido su espacio.


Encima de ellos el vecino díscolo, el joven semi moderno, que así lo bautizan sus vecinos, que ha llegado nuevo a la casa y con toda su arrogancia ha colocado un timbre distinto con un cable que ha tirado desde su ventana, sin preguntar ni pedir opinión a nadie. Los nobles clásicos venidos a menos se confabulan y se vienen a más insultando el poco gusto de su vecino y la poca maña eléctrica que tiene sin fijarse mucho en ellos mismos.


Por suerte, se frotan las manos, pronto habrá junta de vecinos y propondrán pintar el marco de la puerta y ya se jactan viendo el timbre díscolo perdiendo su inocente color blanco por una capa de pintura marrón de las que no dejan casi ni pulsar el timbre. Cosas que pasan.

Casco viejo de Vitoria-Gasteiz

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