miércoles, 6 de abril de 2011

Instituto Goya: entantoencuanto en COU



Después de acabar tercero y a la vuelta de verano del 1984, en uno de esos veranos tan especiales que no querías que se acabasen nunca, tocaba volver al instituto, al último año de instituto. La clase era COU C, y estaba en la misma planta baja en la que había cursado 2º, pero al final del largísimo pasillo que jalonaban el resto de aulas, la nuestra era la última clase a la derecha; una vez más, me tocaba a la izquierda, para volver a ver el patio por las ventanas, y vuelta a ver el estrado alto de la mesa del profesor, que en esta clase era muy alto y me tocaba reencontrarme con las mesas beige y las sillas independientes, a diferencia de las antiguas mesas tipo pupitre en parejas de 3º de BUP, toda una evolución.


Pero aquel año a la vuelta nos traía una sorpresa mucho más grata, compartíamos clase con un grupo de valientes chicas, cinco o seis, que tenían que aguantarnos a un grupo de chicos en desatada adolescencia, de aquel grupo recuerdo a Teresa Azcona, alta y de pelo negro, ahora Consejera delegada de Going y que el azar del trabajo nos ha hecho coincidir en un par de ocasiones y de la que guardo muy buen recuerdo, también recuerdo a Lourdes Sesé.


Del resto de la clase me vienen más bien pocos recuerdos, por curiosidad me viene Condom, un chico de pelo pelirrojo rizado al estilo de la serie "Un superhéroe americano", que os podéis imaginar el cachondeo, cuando el primer día de clase que nos hacían decir a todos nuestro apellido y nombre lo que supuso. Del que guardo un cariño y especial amistad y recuerdo es de Rafa Alarcón, nos sentábamos de los primeros en clase, lo que me ayudaba a distraerme lo menos posible en clase, el profesor lo teníamos justo encima mirándonos cual estatua de la libertad, y a no andar dibujando permanentemente en clase, me vino bien ciertamente, me centró de lo un poco descentrado que había estado en 3º.


Con Rafa compartí mucho aquel año, recuerdo que hicimos un comic juntos, del que yo no he conseguido encontrar una copia (y mira que lo guardo todo, estará en algún rincón escondido de casa de mi madre), el guión era suyo y los dibujos míos, era sobre el extraordinario caso de la transformación de Dostoievski en el Doctor-Jeckill, la historia era magnífica y con ese toque surrealista con que impregnaba todo, y la historia se contaba muy bien en viñetas, fue muy divertido hacerla. Nuestra afición literaria iba en aumento y nos dedicábamos a ir a todas las conferencias, tertulias literarias y demás que venían programadas en la ciudad, Rafa venía el lunes con un recorte del Heraldo y ya teníamos programada la semana, un encuentro sobre Lorca, pues allí que íbamos los dos, a escuchar y a entender la mitad, pero aprendiendo mucho más de lo que se enseñaba en aquellas aulas del instituto.


Otra de nuestras pasiones ira ir al teatro, la primera obra que fuimos fue "La casa de Bernarda Alba" en el principal, teníamos entrada de gallinero en la parte derecha, y fue una experiencia que me hizo amar el teatro desde entonces, era mejor que una película en directo, el silencio que se genera antes de empezar por tanto grupo de gente tiene un sonido especial, y las voces desde el escenario llegan con cercanía y sinceridad. Desde arriba se veía ciertamente mal, pero el dinero entonces tampoco era abundante y la obra no era barata. A la salida recuerdo ir Paseo Independencia hacia el sur de nuestras casas, echada la noche ya en una ciudad apagada de gente y tan sólo iluminada por farolas de luz amarilla, empezar a correr gente como locos y unas sirenas de furgonetas de policía, alias tocineras, persiguiéndolos, nos miramos con perplejidad el grupo de amigos que íbamos, y nuestra bendita ignorancia política de entonces no nos hizo recordar que era 20 de noviembre y los fachas estaban montando jaleillo para recordar la muerte de su mentor.


A esa obra le siguieron otras muchas, en el Principal también recuerdo "Cinco horas con Mario" después de habernos machacado en clase con el libro y con la Romeo (luego hablo de ella) teníamos unas ganas tremendas de poder ver la obra en vivo, un monólogo difícil para teatro pero garantizado por la genial Lola Herrera, un espectáculo único que no sabíamos si volveríamos a ver en nuestras vidas con esa actriz, esta vez nos sentamos abajo, y mereció la pena, estábamos cerca del pasillo y nuestra visión era muy buena del escenario, todo el escenario era negro y sobre la platea un ataúd de pino y unas sillas solitarias, se hizo el silencio que os comentaba antes, tan sólo interrumpido por el comer de pipas y patatas de bastantes ignorantes que se debían creer que venían al circo, la obra comenzó y nos tenía hipnotizados, recordábamos frases y sus sentidos con claridad meridiana, cuando de repente, por el pasillo apareció una mujer pequeña, avanzando pequeños pasos, que me obligaron a girarme, indignado por la molestia que suponía y la que se sumaban los de las pipas, de repente la mujer se paró a pocos metros del escenario, y le soltó a viva voz un hijadeputa a Lola Herrera que silenció al mismísimo Delibes y ya no te digo al muerto de Mario, tal y como lo dijo, volvió sobre sus pasos y recorrió de nuevo el mismo pasillo a la misma velicidad y ante los ojos atónitos y paralizados de todos los que estábamos allí, tan sólo al final la fue a buscar un bedel para indicarle la salida. Lola Herrera aprovechó la interrupción para recordar a los ignorantes que en un teatro no se viene a merendar pipas. Después o antes solíamos tomarnos unos vinos en una bocacalle de San Miguel que donde estaba la típica vinatería con sus barriles y en la que te podías pedir el porrón de lo que quisieras, bueno, de lo que había, vino pressing catch dispuesto a dejarte noqueado a la mínima de cambio.


El Teatro del Mercado era otro de nuestros sitios fetiches, asístiamos a casi todas las obras, experimentales, clásicas, vulgares,… Sentarse en el Teatro del Mercado en las primeras filas es una sensación especial, las primeras butacas están a pié de escenario y si te abstraes por un momento parece que la obra la están representando para ti. Allí recuerdo especialmente la tragedia de Coriolano de William Shakespeare, el auténtico anti-héroe, en un momento de la representación, los actores vestidos de romanos a lo barato, es decir, con faldilla, cinturón de cuero cruzado desde el hombro y a pecho descubierto, tenían una escena en la que un soldado le pasaba la lanza con rapidez por delante de Coriolano indicándole como le podía matar, en uno de esos gestos y llevado por la furia interpretativa no calculó lo suficiente y los que estábamos en primera fila vimos y oímos un sssiccccchhh, un cortecito en toda regla por encima del pecho, Coriolano se miró hacia abajo y de la herida empezaron a brotar hilillos de sangre que bordaron su interpretación aunque no estuviera preparado, el soldado romano se quedó pálido, con la lanza en la mano y pensando "ay, madre, que la he liao parda", Coriolano salvados los segundos de confusión continuó unos minutos más hasta que acabó la escena y se forzó un descanso, verlo salir después con la gasa y el esparadrapo le quitó verosimilitud a la obra de Shakespeare. Habitualmente a la salida del teatro nos quedábamos en el Ibizenco tomando unos balones de cerveza y charlando de literatura y de la obra de teatro que habíamos visto, fueron unos ratos inolvidables.


Pero volvamos a nuestra aula de COU C, que esa era la letra de este año, después de haber pasado por la F, la G y la H, que para clases de 40 personas no estaba mal la cantidad de alumnos que había en el instituto, de los profesores de ese año recuerdo a pocos, tan sólo a tres de ellos con seguridad, la Palacios, el Pellitero y la Romeo. De las clases de inglés tan sólo me acuerdo de los libros que tenían unos dibujos muy buenos, y que en este año eran más pequeños y amarillos.


De profesora de Historia del Arte teníamos a Rosa Palacios, era una mujer especial, de grandes ojos abiertos y de voz tranquila y rara, de cuerpo e imagen de profesora antigua y que vestía como la serie de "Los Ruper".


A todos lados iba cargada con sus mapas y sus diapositivas, sus parpadeos nerviosos de ojos cargados de rímel te hipnotizaban en clase y lo mejor de todo es que nos daba los apuntes en fotocopias y escritos a máquina para que siguiéramos bien las clases. Recuerdo que al final del año me regaló un libro de Goya editado por Blecua que me dedicó y todo.


El profesor de filosofía era José María Pellitero, "el Pellitero, el mejor del mundo entero", era un gran profesor, pero por desgracia apenas pasamos de los pre-socráticos para ver a Platón y Aristóteles, así como el resto del temario a toda prisa, aunque por desgracia en la selectividad entraba todo. Era un hombre de barbita fina y siempre sentado, le gustaban los debates y sobre todo entre ataraxias y pensamientos griegos repetía con insistencia una coletilla que le acompañaba siempre: entantoencuanto, que además la decía así, toda seguida, sin espacios, sabedor de que como buena coletilla debía ahorrar su tiempo de dicción para que se notara menos. Recuerdo que sobre la mesa beige en la parte de la izquierda había escrito la palabra mágica y que cada vez que la decía le ponía una rayita, pasaban dos minutos y las rayitas aumentaban por momentos, era decir entantoencuanto y la sonrisas complices entre Rafa y yo aparecían.


Pero si hubo una profesora que me marcó a mi personalmente fue "la Romeo", Carmen Romeo era una profesora especial, muy buena en literatura y que nos hizo aprender a leer buscando lo que hay debajo de las palabras, descubrir lo que hay entre los huecos blancos que el escritor no rellena, entrever lo que no se ve. Cuando se levantaba a la pizarra para escribir las rayitas donde había que poner la acentuación de los versos manejaba la tiza y el borrador con tal destreza que acababa siempre manchada de tiza. (La Romeo es la de jersey rosa).


Lo que aprendí con ella entre libros de Juan Ramón Jiménez que apabullaba con notas escritas en el mismo libro, o con Machado, Delibes, Cela o cualquier otro, todavía no se me ha olvidado, se grabó a fuego entre las neuronas emergentes de mi cerebro. Cuando luego pasé a la Universidad el nivel estaba allanado y bien allanado para seguir aprendiendo. Aquel año, creo que la Romeo estuvo un tiempo enferma y al final de curso montamos una cena todos los de la clase (o los que quisieron) y nos fuimos a comer o a cenar juntos, no lo recuerdo bien, la llevamos a un restaurante en la calle Luis del Valle, que resultó ser uno de los que frecuentaba en sus años de universitaria en la facultad de Zaragoza, nos reímos un montón mientras el vino con gaseosa hacía las primeras risas flojas y comíamos un lomo con tomate y pimientos un poco grasiento y duro que nos habían preparado, ella se emocionó y se notaba que nos tenía a aquella clase un cariño muy especial.


De ella también saqué mi pasión por las librerías y bibliotecas, ver ediciones y libros raros para comprarlos y tras leerlos confirmar que efectivamente eran raros y por eso no se vendían; me interné en la investigación de los textos buscando fuentes y bibliografía que recuerdo especialmente para el poema del "otoñado" de Juan Ramón Jiménez, la exégesis de los textos y las capas de profundidad de los mismos me ayudaron aunque no lo parezca a forjar mi oficio de creativo y planner estratégico.


El resto del año continuó con mi afición a los comics y dibujar cualquier hoja en blanco, pero ya desde historias mejor contadas y mucho mejor dibujadas, así pasaron por mis manos en aquella época dibujantes como Richard Corben y su Bloodstar basado en la novela de Robert E. Howard.


Berni Wrightson y su FreakShow o sus manos alargadas y hombres lobo.


Milo Manara con Verano indio o su click calentito.


Juan Jiménez con su As de pique, sus robots y aviones, y su técnica de acuarela.


Y aquí en Zaragoza Fernando de Felipe, que ya nos había maravillado en el Heraldo de Aragón cuando sacaban ese suplemento los domingos tipo revista pero en papel de periódico en el que hacía una página por las dos caras de un dibujo extraordinario.


Entre los comics de aquella época estaban Creepy, Totem, Makoki, Rambla, El Víbora, Spirit, Vértigo, 1984 o Cimoc entre muchos otros.


Así que no era raro que forrara mis carpetas con parte de estos comics, en una de ellas tenía la portada de
un Víbora con un dibujo de Max fabuloso.

Y en esta otra llevaba los apuntes de la Palacios de Historia del Arte.


Mientras ya dibujaba a los Héroes del Silencio que empezaron a despuntar y obligaron a dirigir mis salidas de los viernes a la Estación del Silencio, previa parada en el Zurracapote para beber la pócima mágica que allí preparaban, y no seguían fallando ni los Pikatas ni el Alegre en las pocas pirolas que ya hacía en COU.


Y allí entre risas y despertares concluyó el año de COU, que acabó relativamente pronto, a finales de mayo ya que a finales de junio teníamos la temida selectividad, acabó una etapa, la de 82-85, con grandes cosas buenas y pocas cosas malas, pero marcando lo que sería mi temprano futuro.


Del Goya decían que salíamos bien preparados para la Selectividad, pero no de la forma que yo creía, no te preparaban para un examen, te enseñaban a saber y si lo aprendías ya lo aplicarías luego, así en un mes te tocaba repasar todo lo que habías dado en tres años, pero esa labor la teníamos que hacer cada uno por nuestra cuenta. Acababa el último año del Instituto Goya, el último día fue como una liberación y en el que nos hicieron limpiar las mesas de los dibujos y las rayitas que habíamos puesto. Antes de marcharme un último vistazo a sus paredes, a su carpintería gris azulada de los armarios, y a los hierros negruzcos de las ventanas, colgadores al fondo, el aula Ø vacía y la entrada con Goya recibiéndonos todos los días. Lejos quedaban ya los madrugones de estudiar a última hora, los exámenes sorpresa, los compañeros de todos los años, los futbolines, los partidos de baloncesto y la banda sonora de cuatro maravillosos años.


Atrás quedaron otros profesores que recuerdo pero no los ubico bien en los años, sé que me dio matemáticas la monja, pero no sé cuando, ella era grande y horonda, enfundada en su disfraz marrón, con pelos barba largos de su mentón y unas gafas que no se sostenían en las orejas, eran mágicas, la llamábamos la IBM (Inmensa Bola Marrón); la Barquero de matemáticas, la Baselga y la Aragües de inglés, la Marín, la Casadevante, el Peiró, y aunque no me dieron a mi clase los imborrables Matoco (manco-tonto-cojo), la Pellejos, la Moños y otros tantos más de los que no recuerdo ni sus caras, ni sus nombres, pero gracias por todo.

10 comentarios:

  1. Sí que te marcó COU, algunas de estas historias ya me las habías contado y tengo que reconocer que se me han puesto los pelillos de punta, me ha impresionado(y eso, que como digo, ya conocía algunas cosas.

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  2. Gracias Ana&Co, tu siempre tan sensible y tan cerca.

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  3. Año 2011, seguimos teniendo a Matoco, sigue igual de cabrón. Contamos también con Pellitero, que después de toda la vida fumando en los intercambios de clase en la puerta del instituto, ahora se va a la esquina de la ibercaja. Espero que para junio se porten bien con las notas.
    Me ha alegrado leer tu block. Un saludo de una alumna del Goya.

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  4. Ánimo, aunque nos separen unos añitos en las aulas, suerte en junio compañera.

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  5. Totalmente de acuerdo con lo que dices sobre Carmen Romeo. Yo también la tuve en COU (Instituto Francés de Aranda de Teruel) y puedo decir que es la profesora que más me ha influido en toda mi vida académica (universidad y master incluidos). Bravo por ella! es una auténtica prima donna de la enseñanza. Se merecería un reconocimiento de todos sus alumnos agradecidos...
    Ral

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  6. David, David....
    ¿ No recuendas en 3º que hizo repetir el examen de historia debido a que no entendio mi letra?. Yo era de los que veniamos del Virgen del Pilar ( huerfanos dem agisterio) ya que lo cerraban en el 83 para ampliar la casa grande ( solo tardaron 20 años mas....). Olleta tambien era de estos.
    Me dejas helado con lo de la concejal, ni me acuerdo de ella. De Azcona si, ya que estudio economicas ( yo empre).
    ¿ Como se llamaba el tio de Epila que se ponia una mesa en el menton ?( y estaba enamorado de Sese)

    ¿Tienes el dibujo de todos los de la clase que hiciste? Era un pasada, todos nosotros y los profesores en caricatura

    Me alegro mucho de haber leido la etapa goyina, me ha traido muchos recuerdos. Solo estuve contigo dos años, pero eras un tipo inteligente, como Alarcon ( con el que me sentaba tambien).

    Un abrazo y que la vida nos sigua tratando bien

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    Respuestas
    1. José María, qué alegría que te pases por aquí. Sí me acuerdo de ti, de lo del examen no, pero me lo has hecho recordar. De lo de la concejal ya he confirmado que fue en primer año de Filosofía y el de Épila no me acuerdo, pero mira el enlace que también tengo en el blog con las caricaturas y a ver si tú te acuerdas: http://davidaldia.blogspot.com.es/2012/07/instituto-goya-cou-c-1985-1986.html
      ¿Qué es de tu vida? con Alarcón sigo en relación, está de profesor en la Universidad de Jaén, si quieres mándame un e-mail a davidaldia@gmail.com y seguimos en contacto.

      Un abrazo de vuelta.

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  7. Hola David, gracias por tus escritos que me han llevado 35 años atras
    Yo iba un curso mas que tu, pero las vivencias son parecidas
    El profedor de latin era el Gormaz, muy buen profesor y persona
    Los otros que nombras algunos me dieron clase y otros los conozco de oidas o de mote o de vista.
    Yo me quedo con lo bien que nos llevabamos todos, para ser todo tios y aun sigo encontrandome compañeros y la alegria que da
    El Goya era duro, habia que estudiar y no regalaban el aprobado. Tu eras muy buen estudiante porque pocos aprobaban todo en junio y muchos se quedaban por el camino.
    Para mi fue duro pero reconozco que me sirvio mucho en la vida pues luego las oposiciones fue estudiar lo mismo que en el Goya
    Recibe un abrazo y seguro que todos tenemos historias para contar


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  8. Uno del COU 1981-8221 de febrero de 2016, 15:38

    Aquí uno que acabó en COU en junio de 1982. Pellitero es el mejor profesor que tuve en mi vida. Ni en empresariales ni en los master posteriores hubo otro mejor. Me abrió el espíritu y la mente. Todo el curso con la filosofía griega mientras los muchos empollones de mi clase (había una docena con media de sobresaliente) se ponían nerviosos pirque no tocó para nada los 20 temas de la filosofía moderna. Cuando acabamos las clases en mayo con los presocráticos, Aristóteles, Platón y compañía... suelta el tío. "bueno, que me han dicho que dentro de unos días tenéis la selectividad... no pasa nada... tenéis todos un sobresaliente pongan lo que pongan porque siempre es uno de la filosofía griega y otro de los modernos a elegir... vosotros elegís el de la griega y decidís si queréis un 9 o un 10 porque no os va a dar tiempo a poner todo lo que sabéis... por cierto... por imperativo legal tenemos que dar también los 20 temas de los modernos, que no hacen otra cosa que interpretar a los que ya habéis visto así que... los 20 primeros de la lista hacéis cada uno un resumen de uno de los temas y lo traéis aquí mañana para hacer fotocopias para todos..." Con un par. Me sigo sacando el sombrero. Efectivamente Pellitero, el mejor del mundo entero.

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