lunes, 11 de abril de 2011

La base del fútbol o un día de fútbol base



Ver un partido de fútbol de niñ@s es una de las mejores diversiones que se pueden realizar un domingo por la mañana, a la llamada de la entrenadora todo su séquito de mini-soldados forman en corro alrededor suyo y a una orden comienzan a calentar, corriendo por los laterales del campo, con la mirada fija en las líneas mientras charran de sus cosas en los grupos prescritos de siempre. Antes del partido las primeras indicaciones, básicas pero fundamentales para evitar que todos vayan a meter gol y que todos vayan a querer parar balones. Niños o niñas da igual, aquí no hay malicias.


A un pitido empieza el partido, equipo rojo atento al balón, equipo avispa atento al balón, arbitro en chandal atento al balón, padres en la banda atentos a sus hijos. Padres hay de muchos tipos: pasivos, su mayor esfuerzo es tener que traer y llevar a su hijo a los partidos y entrenamientos; activos, animan y motivan a su hijo inculcándoles los mejores sentimientos deportivos; frustrados, le piden a sus hijos lo que no han podido hacer ellos y sólo sueñan con la foto de su hijo en un álbum de cromos de la liga dentro de unos años; y tantos otros más, aunque los perores siempre suelen ser los abuelos que suelen creer que estos partidos puntúan para la quiniela.


Ataques por la banda en bandada, ataques por el centro descentrados, pero ataques con rabia sana de niño, en uno de ellos cae el gol, antes ha habido grandes paradas pero esta vez no ha podido ser, que pena no poder ser más alto. Una patada a un balón es una patada, pero si acaba en gol es otra cosa, no se sabe muy bien como de unas sale un gol y de otras se cuelga el balón, pero ahora eso no importa.


Entre todos se animan, se ayudan, se comprenden, sólo al final del partido importa el resultado, durante el encuentro los goles son lo menos importante, tan sólo marcan la diferencia de un número pero siempre hay tiempo para intentar meter un gol más y empatar. Hacer caños, regatear y poner caras de sufrimiento y pasión mientras se juega son justas y necesarias. Por la banda un abuelo así lo grita mientras compite con el padre frustrado que opina que su hijo tenía que haber defendido mejor.


El final del partido si se gana es como para flotar, saltar de alegría y esperar a volver a jugar otro partido la semana que viene, da igual con quien y cuando, pero hay que volver a jugar con los amigos, entrenar de nuevo por cuadrillas, marcar y parar goles y escuchar de nuevo al abuelo que grita y al padre que ya se ha quedado afónico. Ójala entendiesen todos el deporte así.

Por cierto, buen partido Unax.

2 comentarios:

  1. ¿Y qué me dices cuando al final del partido, hayan ganado o perdido, les dan la mano a todos los componentes del equipo contrario con gran solemnidad pues ha sido un gran partido?
    ¿Y luego esa piña que hacen todos juntos diciéndose que ha sido un gran partido, que el siguiente por lo menos tiene que ser como éste de divertido (hombre si se gana mejor pero sino, no pasa nada)?
    Y no te olvides de las madres que algunas son peores que los abuelos y ya es decir.

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  2. La piña del final es todo un crisol de culturas. He preferido obviar a las madres por la violencia que desprenden, capaces de lanzar orquillas y rimel al árbitro por una decisión aparentemente equivocada, pero al fin y al cabo, una madre es una madre.

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