domingo, 3 de abril de 2011

Instituto Goya: espabilé el segundo



En segundo de BUP, me tocó el grupo 2ºH, estábamos ya en el edificio viejo, en la planta de abajo, creo que éramos la primera clase a la derecha del pasillo, desde las ventanas de clase a la izquierda se veía el patio del Instituto y era todo un horror cuando algún profesor faltaba a clase, por estar enfermo o por lo que fuera, y se aplicaba la ley nunca escrita de que si a los 15 minutos no ha venido el profesor no hay porque estar en clase. La mesa del profesor que estaba en un púlpito a la izquierda de la pizarra y la carpintería de los armarios olían a rancio, y algunas de las clases también lo eran. Fue un año en el que comencé a dejar atrás al niño y empezó a salir algo que todavía no se ha definido bien, hice mis primeras pirolas y los descansos de clase acababan en los futbolines de Santa Teresa a los que había que ir corriendo si querías pillar futbolín. Recuerdo que Arcadio era una auténtica mula jugando de portero y realizando moscas con las bolas del futbolín, más que partidas, parecían partidos de pelota mano.


Cuando comenzó el año pronto vimos que el nivel empezaba a subir, pronto descubrimos la famosa Aula Ø, sólo bajar aquellas escaleritas todos en fila acongojaba, una clase larga, tremendamente larga, en la que nos entregaban los folios sellados y se dificultaba lo máximo posible el copiarse, pero siempre había auténticos profesionales de dar el cambiazo de hoja, de quitarte las que ya habías escrito para copiarlas o de sostener entre las piernas el libro abierto; otros por contra eran auténticos expertos en el miniaturismo y eran capaces de reducir 50 hojas en apenas el tamaño de un pos-it que se escondían en cualquier sitio. A veces dos clases hacíamos examen a la vez con lo que se complicaba mucho más la labor de los artistas del copieteo.

Entre clase y clase las batallas de borradores eran una constante, se embadurnaban bien de tiza y volaban de lado a lado de la clase, un día, creo que Aibar, un compañero que había pegado un estirón enorme y su corpachón le permitía abusar de su fuerza lanzó el borrador y rompió una de las ventanas, nos quedamos todos paralizados. Gente que recuerdo de aquel curso también eran Cué, que dibujaba coches de maravilla, Shelldom que había venido de otro instituto y era un gran repetidor, recuerdo a Morlanes como un gran compañero, Ciriaco Yáñez que en la actualidad sumiller y hacedor de vinos que llegó ese año, Fernando Plou un tipo muy peculiar que le dio por escribir los exámenes con mayúsculas para evitar las faltas de ortografía y luego no le daba tiempo para acabarlos ya que le costaba un montón escribir así, y también estaba Rafa Domínguez gran guitarra y músico en la actualidad, en grupos como Ink o Guisante, y más recientemente siendo guitarra en directo de Enrique Bunbury, recuerdo que aquel año se celebró una concierto en el pabellón de deportes y el tocaba con un grupo que se llamaba Caja Negra si no recuerdo mal, los litros corrieron en aquella fiesta de instituto en jóvenes con mucha testosterona por emanar, alguna borrachera cayó aquella tarde, y hasta yo recuerdo llegar a casa a las nueve de la noche o por ahí, y después de cenar ver un capítulo de "Lucas Trapaza" con Fernando Fernán Gómez del que no entendía mucho. Fugazmente recuerdo a otros de los que la memoria ha olvidado sus nombres o no sé si exactamente eran de este curso, en el Goya se cambiaba bastante de gente de un año a otro dependiendo de la rama que se elegía y de las optativas, nosotros éramos el grupo H, y había más de 8 grupos de 2º de BUP.


De profesores recuerdo someramente la clase de matemáticas y a la profesora de Física y Química que organizaron un concurso de cómic de esa asignatura e insistía que Cué y yo participásemos, recuerdo que estuvimos haciendo dibujos y también con Shelldom, pero al final no nos presentamos. De religión nos daba clase el Orona, los exámenes eran tremendos, se copiaba masivamente, y la gente copiaba hasta literalmente del libro, era tremendo. El profesor de Educación Física era nuevo y muy majo, nos enseñó bastante a hacer deporte y aquel año recuerdo que me apunté a pelota vasca y me federé por el Hogar Navarro, así que me tocó por primera vez en mi vida participar en la ofrenda de flores del Pilar y vestido de blanco, con una cesta punta en la mano y fajín rojo a la cintura, toda una pesadilla.


La profesora de historia era la Valenzuela, una mujer rotunda, con autoridad, despertaba interés en aquel grupo de adolescentes, más su hija que ella, de la que se decía estaba muy buena y nunca vimos, nos metía una caña tremenda y principalmente le encantaba la Edad Media, yo disfruté entre batallas y reyes, aunque reconozco que era dura, para seguir los reyes realicé este desplegable que medía plegado unos 23 de ancho por 32 de alto, lo que desplegado daba más de un metro, me ayudó un montón para entender bien la reconquista.


La profesora de latín era la Idoipe, "la coja", recuerdo que otra de latín era la moños, grandes motes para las asignaturas clásicaas, la llamábamos así por su cojera en una pierna, llevaba uno de esos zapatos con suela más alta para corregir la altura de una pierna con la otra, vestía siempre falda larga que disimulaba en parado su defecto, la originalidad de su mote venía de algún avispado alumno anterior, su pelo era rizado y negro, y su forma de vestir indefinible, y era lista como ella sola, tenía un retintín especial en su forma de hablar y como te despistaras te pillaba seguro, todavía la puedo oír diciendo "Gooooññññiiiiiiiiii" en el interior de mi cabeza mientras estaba haciendo mis dibujos sobre un folio en blanco; aquel año también fue el descubrimiento de los folios en blanco, yo siempre había trabajado con cuadernos cuadriculados, pero tocaba dar el salto, me gustaban unos folios especiales que eran un poco satinados y de más gramaje que los normales, tenía una plantilla de líneas que usaba debajo para no torcerme mucho, plantilla que sigo usando en la actualidad. Estudiábamos las declinaciones y lo que hacía era lanzar la siguiente pregunta desde su púlpito (jamás se levantaba por su cojera): " A ver, Morlanes, declina…" y decía una palabra y empezando por fila le iba tocando a cada uno o saltaba al azar, y se le contestaba: "rosa / rosae / rosa…". Un día, creo que fue Fernando Plou, le dijo la célebre frase: " A ver, Plou, declina…", y viendo que tardaba unas décimas la profesora en definirle la palabra, Plou empezó a declinar: "declina / declinae / decliana…" nos partíamos de risa y hasta la coja sonrió para asombro de Plou que no entendía lo que pasaba.


También tenía dibujo técnico como optativa, creo que me tocó la Grasa o la Grassa, pero faltaba bastante a clase y le sustituía alguien que no recuerdo con claridad, sé que me pasaba todo el día con los rotrings y aquellos compases con ruleta en el centro, tenerlos era pertenecer a otra clase de gente, buen juego de escuadra y cartabón verdes, y buen pulso. Con lo fácil que se hace ahora con los ordenadores. Para estas clases optativas dejabas el aula de la planta baja y subíamos a la planta primera donde estaban los cursos de 3º y COU entonces, donde estaba mi hermano, pero es curioso que ni nos veíamos en todo el día más que al llegar a casa, que por supuesto llegábamos a horas distintas, después de esas clases volvías a reunirte con los compañeros de siempre.


Y mi clase preferida era la Lengua y Literatura, tuvimos a Carmen Sender Garcés, la hermana de Ramón J. Sender, es decir, "la Sender", hace poco me enteré que falleció el 29 de junio de 2007, va a hacer ya cuatro años. Como profesora me enseñó a amar la literatura, a enfrentarme a libros que parecían densos de antemano, a hacer comentarios de textos, a descubrir lo que hay dentro de las palabras. Enseñaba de una forma dulce, con una voz melodiosa, como si una madre te diese clase y te enseñase a Pío Baroja hablando con cariño, tenía una gran sensibilidad literaria, y sus lecciones de Miguel Hernández o las anécdotas epistolares de su hermano fueron toda una delicia.


Con ella recorrimos libros clásicos de nuestra literatura, recuerdo Valle Inclán con especial delicia por sus descripciones a golpe de machete, Sender más allá de Requiem por un campesino español y los clásicos de La Celestina o los poetas clásicos. Teníamos que leer unos libros durante todo el año y luego presentar unos trabajos, recuerdo aquellas clases con dulzura y pasión por las letras.

Aquel año concluyó con un ansia de lectura literaria que no había vivido nunca, compartida con la lectura de comics, los 1984, Zona84, Creepy, Cimoc y tantos otros que me llevaron a un mundo gráfico que me enseñó a soñar con mis rotuladores y lapiceros; empecé a descubrir que el salir de fiesta estaba muy bien, más allá de las fiestas de los pueblos en verano, y que no había que ser tan niño bueno aunque lo parecieses, los primeros cigarrillos a escondidas y jugar a baloncesto los sábados en Salesianos culminaban un año de cambio, un año larvario en plena metamorfosis.

5 comentarios:

  1. Estaba claro que el dibujo se te daba bien, muy bien.
    ¿Y qué me dices de los distintos tipos de escritura que tienes? Algunos apuntes casi parecen de otra persona

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  2. Pues aunque no te lo creas soy yo mismo y todos mis yos

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  3. Esa coja es un mal bicho y mucha cara tiene

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  4. Estudié en el Goya del 82 al 86 y he disfrutado leyendo tu blog. Recuerdo también al Truman con sus apuntes sin espacio interlineal para que el examen fuera de menos folios. la Monja, la Moños que era tan mayor que se rumoreaba que habia aprendido latín con un novio de la epoca del Imperio Romano, el Matoco, que no diré de donde venia el mote, la soria, que estaba buenísima, y tantos otros...sólo tengo mal recuerdo del sapo cerdo, que me mándó a suficienciencia con un 4,95.Sin piedad!

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