Tercero de BUP fue una año de cambios, de experimentación, de traspasar fronteras, de ir un poco más allá, nuestro grupo era el 3ºG y estábamos principalmente los de mixtas vía letras, teníamos la clase en la planta primera, el aula tenía también ventanas al patio, era más pequeña y con mesas casi nuevas, unas mesas de un tono crema ideales para los rotuladores y el lapicero. La mesa del profesor estaba colocada también a la izquierda y sobre un púlpito de madera más pequeño que el de 2º.
En 3º los profesores ya te consideraban "mayor" (o pasaban de todo) y se podía fumar en el pasillo de clase, así que entre asignatura y asignatura, salía a fumar mi cigarrito de Nobel, fumar te hacía creer que pertenecías a otro grupo de gente, más transgresor, y eso me gustaba, por suerte la tontería se me fue pronto y no continué fumando, claro está que en mi casa no sabían nada, mi madre me habría matado. Hoy que no se puede fumar ni en los bares y hace unos años hasta se podía fumar en los pasillos de las aulas y con 16 años. También descubrí el Bar Alegre, aladito del Goya, los futbolines de Santa Teresa quedaban para los de 1º y 2º, nosotros las pirolas las hacíamos en los futbolines de Super Vía y en el Alegre, cañitas y raciones de papas picantes entre todos los piroleros del Goya. Los viernes por la tarde el descubrimiento de los Picapiedras o Picatas, con aquellos copones enormes de 5 litros de cerveza o menos, toda una aventura intentar levantarlos, después con la chispilla a volver a casa y que no se notara.
Entre los compañeros de clase de aquel año recuerdo principalmene a Rafael Alarcón, Rafa, hoy profesor titular de la Universidad de Jaén, filólogo y Machadiano de pro, con su pelo rizado y su letra tan particular, por su forma de coger el boli, que acabé imitando como camaleón que soy, recuerdo que casi todos los años cambiaba de letra, y dependiendo del bolígrafo o pluma (aquel año ya empecé a escribir con pluma y tintas de colores) tenía un tipo de letra u otro, con él compartía gustos literarios y sueños. También estaba Olleta un tipo peculiar, Rafa y él eran de francés y recuerdo que ese año tuvieron un intercambio con francesitas con la excusa de aprender idiomas, cuando les tocó venir aquí salimos de marcha con todo el grupo y creo recordar que acabamos en la entonces Edison Studio de la calle Bretón. Otro compañero que vino ese año al Goya por primera vez de pulso inestable y que acabó haciendo Arquitectura y del que no me acuerdo su nombre, recuerdo también a otro que se colocaba en las primeras filas y vestía de negro con gabardina o guardapolvos, pantalones pitillo negros, botas tipo militar, y coletilla en el pelo, tipo Miguel Bosé en su época de Bandido y Duende, era un chaval callado pero con él empecé a descubrir nuevos grupos de música, le gustaban Aviador Dro y Decibelios, era una mezcla curiosa, todavía recuerdo un día que llegó a clase y escribió en la pizarra en un tamaño grande "oi!" desconocía básicamente en aquel momento su significado, era una mezcla rara de tecno-skin-sharp, pero muy buena gente.
Aquel año también participé en un taller de comic impartido por dibujantes principiantes en aquel momento, como Víctor Gomollón, recuerdo que realizamos una revista para el Instituto, de la que por desgracia no tengo ningún ejemplar, pero sé que hice el naming y el logotipo anticipándome a lo que algunos años después sería mi profesión, el fanzine se llamaba: La Goyina.
Tanta pirola hizo que ahora no recuerde a mis profesores de historia y geografía, ni al de religión, ni al de literatura, ni al de matemáticas y ni al de Educación Física que no sé quien era pero me puso un sobresaliente, el primero en esa asignatura de mi vida. En algunas asignaturas nos pedían trabajos y recuerdo los titulares que hacía como el que veis más arriba, tomaba las letras de alguna historieta de cómic y con tan sólo 5 ó 6 letras me inventaba el resto del abecedario, aprendí un montón de tipografía hecha a mano.
En literatura fue un año de descubrir a los poetas románticos y a los simbólicos, de oir las verjas de Rimbaud, dormir en los mundos de Mallarmé, soñar con Baudelaire y re-descubrir a un Espronceda y un Béquer más allá de las golondrinas. Aquel año fue también en el que me compré mi primer libro que no fuera un clásico de literatura, un libro que me gustó mucho y del que guardó un buen recuerdo: "Tiempo de silencio"
De Dibujo Técnico teníamos un profesor nuevo que era arquitecto y daba estas clases para sacarse un dinerillo me imagino, pero que me enseñó bastante, recuerdo con intensidad todas sus clases para ver como se generaban sombras desde piezas sólidas desde diferentes tipos de perspectiva, me encantaba jugar con eso y recuerdo tener hechos un montón de dibujos, algunos de ellos los seleccionó para una muestra que se hizo en el palacio de Sástago de trabajos de alumnos de todo Aragón.
El profesor de filosofía también era un tipo peculiar, flaco y enjuto de cara, con incipiente poco pelo por arriba pero largo que se peinaba para atrás dejando ver sus grandes entradas, recuerdo sus interesantes clases sobre los umbrales de la percepción y sus ejemplos en la película que tanto me gusta y que él me hizo descubrir. "Alguien voló sobre el nido del cuco", qué difícil es ver películas así hoy en día. Nos hacía hacer trabajos y con él empecé a leer a Sartre y que luego continué en primer año de Filología.
Las clases de latín eran especiales, nos las daba un viejo profesor que se jubilaba ese año o al siguiente, caballero perfecto, pero pasado de años, coetáneo de César y Cátulo, que vestía con un traje antiguo como su asignatura, nosotros decíamos que era el de la primera comunión, era serio pero no parábamos de reirnos en clase, aunque he de reconocer que aprendí con él un montón de latín. En su asignatura la clase se quedaba por la mitad, tal vez con tan sólo 15 ó 16 alumnos, él tenía un ictus facial que le afectaba a todo el lado derecho de su cara, así que si querías pasar desapercibido con que te sentaras a la derecha de la clase desaparecías de su ángulo de visión. Cuando llegaba el verano y abríamos las ventanas las moscas se peleaban por hacerle compañía, con la crueldad de la adolescencia decíamos que era por que olía a muerto. Las clases se repartían entre un poco de teoría y luego a traducir las Galias de Julio César, siempre ponía a uno a hacerlo, con lo que si tenías suerte y no te lo preguntaba a ti, podías dedicarte a hacer otras cosa, así que mientras uno traducía se empezaba a incrementar el murmullo en clase y el profesor se veía obligado ha emitir un sonidito tipo sifón con el medio labio que no tenía paralizado.
Su seminario estaba en la segunda planta, donde estaban los despachos más curiosos del Goya, nadie sabe lo que había allí guardado, en el seminario de clásicas editaban una revista que se llamaba Acta Divrna, para la que hacía titulares, dibujos y sobre todo tipografía manual, era un auténtico tochillo escrito a máquina y que luego fotocopiaban con una máquina cuyas tintas olían a amoniaco que tiraban para atrás. Aquel año me había comprado una pluma caligráfica de puntas intercambiables y me encantaba imitar la letra de los miniaturistas del medioevo.
Así pasó un año difícil y maravilloso de mi vida, en el que me pude torcer fácilmente, pero al final siempre tenía inquietudes y gustos que me llevaban por caminos más correctos, dejé de fumar al darme cuenta de la estupidez que suponía y además de los comics me empecé a volcar en la música española al descubrir un programa de radio que había en la Ser que era "Sangre Española" presentado por Cachi, donde descubrí a unos incipientes Héroes del Silencio y las primeras maquetas de muchos grupos de entonces.
Acabó el año y acabaron muchos compañeros su estancia en el Goya ya que no todos hicieron el COU, mientras el Instituto en los primeros cursos ya había empezado a ser mixto y se compartía el patio con chicos y chicas, lo que no impedía que se celebrasen las consabidas Servetadas todos los años, que suponían ir al Instituto Miguel Servet que era femenino y sacar a las chicas de clase, un entretenimiento divertido a más no poder, cruel adolescencia.
Tu vena artística no decayó en ningún momento, eso es evidente y tus gustos por la música española continúan hoy en día.
ResponderEliminarMe ha impresionado el Acta Divrna.
Es que siempre he sido un clásico.
ResponderEliminarSoy Oscar. Compartí contigo el curso de 3º.
ResponderEliminarEra amigo de Eduardo, el punky que gritaba oi!
Me ha alegrado recordar mi estancia en el Goya y rememorar los profesores y asignaturas.Blog muy currado. No sé cómo guardas todos los apuntes, empollón!
Saludos desde el Euskadi.