Por suerte, este año no nos fallaron en nuestra visita a Quintana, Víctor, Inma y sus secuaces. Bien comer y mejor beber, el tiempo no les acompañó mucho, pero tampoco es lo que más les importa, poder estar un rato juntos y más compartiéndolo ahora con una pequeñaja más lo hacían todavía más bonito. Charlamos y nos reímos como siempre. Los gemelos imparables, salados y graciosos como pocos, uno de ellos se nos quedó dormido una noche en el sofá y mientras nosotros estábamos tan tranquilos acabando de cenar, se cayó al suelo, pero como son de hierro, lloró un poco y en nada siguió dormido. Eider, cada día un poco más grande, inteligente como la madre y deportista como el padre, seguro que llegará lejos.
Vinieron con la autocaravana escapándose de las fiestas de Vitoria, y como no los pequeños querían dormir en la autocaravana, para ellos era como estar en Portaventura. Fue sólo un fin de semana, pero como siempre magnífico. Nos vemos pronto amigos.
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