Una vez que habían dado las 9,30 de la mañana me cogía la bici en silencio para que no se despertaran ninguna de mis dos chicas, y aprovechando que no hay mucho tráfico a esas horas me acercaba hasta Posada, un paseito, apenas estará a unos 2 kms. de distancia.
La carretera no es que sea lo más segura del mundo, en teoría está limitada a 40 kms. por hora, pero raro es el coche que no va a 70 kms. o más. En las horas de ir a la playa o de vuelta está muy transitada, así que intentaba evitar estos horarios ya que no hay ni arcén.
Arriba en lo alto del pueblo está la iglesia de Posada, una iglesia tardía y popular pero que corona todo el pueblo, desde allí arriba la tranquilidad impide ver muchas veces todo el barullo que se cuece en el pueblo con los turistas y los que bajan de otros pueblos.
Desde arriba se ve la carretera por la que he venido y el cruce que tomo antes de llegar al restaurante-bar. Todo se tiñe de verde y los chalecitos emergen como setas de los cercados.
Doy una vuelta a la iglesia y sigo viendo el pueblo desde arriba, una iglesia rodeada de verde, con poca gente, cerrada a cal y canto y con un anexo repleto de bancadas de vieja escuela.
Las casas se saltean en el paisaje y desde arriba sólo se ven tejados naranjas, paredes blancas y terreno verde por todos los lados, casitas y casitas llenas de vida casi todo el año.
Al fondo detrás de estas casas las playas de Niembro.
Al otro lado del pueblo y sobre la carretera se ve la gasolinera y justo al lado se encuentra el supermercado de El Árbol. Al fondo Bricia. Desde aquí me tocaba ir a comprar.
Para terminar, antes de salir un cartel que tiene mucha guasa, no se sabe si se refiere a las personas o a los animales.
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