Los primeros días, nada más llegar, como todos los años, me toca ponerme a currar un poquito, Ana me pone deberes y yo me asigno obligaciones. Me tocó cortar leña para ya dejarla preparada para el otoño e invierno que la verdad que se agradece bastante el calor de la chimenea.
Ya puestos me tocó arreglar la leñera, a la derecha de la imagen, para que me quedase sitio para guardar las tumbonas o la bicicleta, como se puede apreciar coloqué el separador torcido, que tuve que cambiar posteriormente, sería alguna cervecita que durante el trabajo me impidió ver con claridad la verticalidad.
Lo de ordenar la leña fue un poco más de chiste, ya que nada más llegar coloqué la nueva leña que había traído, pero dejé la madera de los chopos de mi padre abajo y la de encina arriba, así que una vez bien colocado el separador me tocó sacarla toda para dejar la encina debajo y la madera de chopo arriba, como diría mi madre, el que no tiene nada que hacer, con el culo caza moscas.
Ya puestos ordené la caseta, hice unas estanterías, un banquito, arreglé un problema del techo y acondicioné mejor el hueco de los gatos, Ana ni se lo creía ya que el ordenar la caseta había sido por iniciativa mía propia.
Y lo más importante, realicé toda la instalación de luz en la parte de la caseta y la barbacoa, algún garrampazo me costó, y hacer que hubiera enchufes y luces independientes no fue tarea fácil, tenía que rebuscar en mi mente las clases de pretecnología de 6º de EGB para recordar como hacíamos los sistemas de paralelo con una pila petaca y una bombilla diminuta.
Al final todo quedó perfecto, aunque no lo parezca en la foto, las bombillas ahorradoras dejan un ambiente bastante acogedor en toda esa zona que ahora también podemos disfrutar por la noche haciendo una buena cena fuera, ese día Ana dio buena cuenta de unas navajas deliciosas.
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