lunes, 1 de agosto de 2011

Sálvame y duérmeme



Las tardes de verano con el horario de trabajo hasta las tres de la tarde, hacen del momento de después de la comida algo muy especial. Uno se tumba en el sofá y aunque no esté acostumbrado a la sana siesta española, uno se queda en estado larvario en cuestión de segundos. La clave está en dejar la tele puesta y con un programa que no obligue a tu cerebro a ningún esfuerzo de atención. Y para eso está el programa Sálvame, se pone el volumen en un tono bajo, ellos ya se encargan de subirlo con sus gritos, y en cuestión de segundos, padre e hija nos quedamos fritos entre sus graves problemas mundiales.


Mientras ellos se despellejan, se gritan, le sacan doscientos mil pelos al gato, le dan la vuelta a todo, lloran, comen con gula, dan lecciones de urbanidad y de vida, se siguen chillando, muestran su mala educación, van a muerte con algún invitado como una cuadrilla de navajeros de barrio, y a la vez, alguien en una esquina berrea un "me entieeendes". Pues todo esto es mano de santo, nos quedamos fritos en cuestión de segundos.


He de reconocer, que luego me despierto y veo sus hilos argumentales, ya que a todos nos gusta ver como despellejan a los demás, mientras no lo hacen con nosotros mismos. Prefiero el humor ácido de Jorge Javier a cualquier otro presentador, en la receta perfecta para dormir entre semana las tardes de verano.


2 comentarios:

  1. jo pues yo esos programas no puedo ni olerlos a 200 metros, me taladran la cabeza.

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  2. Y a mi, pero he conseguido poner mi cerebro a cero cuando están en pantalla, son un ruido de fondo que no me consigue cambiar el estado de ánimo.

    Gracias Javier por tu comentario.

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