viernes, 21 de septiembre de 2012

En vacaciones, tiro al plato



Las vacaciones, asociadas a ese momento de tranquilidad y de relajación, es mi momento especial para cocinar con tranquilidad y cariño algunos guisos que no puedo, por tiempo, durante el resto del año. El proceso comienza todas las mañanas comprando a primera hora lo mejor que veo en pescaderías y carnicerías, y después a pensar con lo que he comprado cómo lo hago ese día.


Aprovecho para cocinar en el fogón que tengo junto a la barbacoa, por techo el cielo y en un ambiente rodeado de naturaleza que hace el placer de cocinar un poco más, si cabe, placentero. El problema viene para los vecinos que en las horas de más hambre reciben unos olores de mis guisos que agrandaría todavía más la nariz a cualquier Pinocho.


Un plato que nunca falta cada verano es un buen guiso de ternera asturiana, hecho en cazuela durante 3 ó 4 horas, a fuego medio y lento al final, dejando que todos los sabores de verduras, carne y patata se mezclen con cariño y lentitud para sacar su mejor sabor. Acompañado de una ensalada de buen tomate y cebolleta está realmente espectacular.


La paella es otro clásico, el rito empieza con la preparación de todos los ingredientes, su corte, su orden en la cocción y algún toque especial, hacen que sea todo un espectáculo ver como se va consumiendo el agua de su interior para dar paso, en este caso, a una fenomenal paella de conejo con verduras.


Eso sí, siempre bien acompañado de una bebida refrescante, en este caso cerveza con limón, para ir soportando con cariño todo el proceso hasta que la paella está hecha.


Este año también había un buen bonito fresco que lo hicimos de diferentes formas, en este caso troceado y a la plancha junto con espirales de pasta salteadas con verduritas, que acompañaban a la perfección al fresco pescado.


Otro día le tocó turno al pollo al ajillo, un pollo frito con muy poco aceite pero con mucha paciencia y cariño, hasta que alcanza un color tostado muy interesante. Para acompañarlo, nada mejor, que unos pimientos de conserva riojanso caseros de la suegra, que con unos ajillos estaban para chuparse los dedos.


La parrilla tampoco faltó este verano, y aunque no la usamos tanto como quisimos, las carnes de la zona  con el sabor a la brasa están impresionantes. Chuletón, panceta y este año, hasta solomillo de cerdo, sufrieron los envites de las llamas parrilleras.


Además de todos estos platos que me acordaba y fotografiaba, en otros casos era tanta el hambre y la gula que no daba tiempo ni a sacar la cámara de fotos, cayeron otros muchos, entre chorizo a la sidra, pescados al horno, postres y demás.


De la bebida tampoco nos podemos quejar, entre los cavas de mi buen amigo José Luis y los vinos de PradoRey, acompañados de una buena Mahou, y algo de agua para refrescar, acompañaban a la perfección a todas las comidas veraniegas.


Los postres tampoco eran malos y este año pudimos disfrutar de buenas moras que los zarzales invasores del terreno de al lado, nos traían a nuestro terreno, una invasión que al menos dejaba un buen fruto en nuestro terreno.


Y así transcurrían casi todos los días, aunque por supuesto no faltaron las visitas a Casa Canene a comer unas buenas fabes y al Pizá de Porrua, aunque en éste, si bien el trato y el picante fueron los de siempre, el día que fuimos no tuvimos mucha suerte con el menú. Espero que os haya entrado algo de hambre viendo el post y si es posible que pronto nos veamos comiendo juntos.

2 comentarios:

  1. Dios mío, las 11,30 horas de la mañana y ya tengo ganas de comer!!!
    Cómo se me ha ocurrido leer este post ahora?????
    En fin, me consuela que hoy tengo para comer chuletón de Asturias!!!!!
    Biennnnnnn!!!!!

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