miércoles, 27 de octubre de 2010

El niño que gritó ¡viva Rusia!



Corrían años difíciles de posguerra en un pueblo insignificante de Navarra, llamado Leache, en la merindad de Sangüesa. Todavía las familias del pueblo apenas se habían repuesto de las pérdidas de familiares en la guerra civil y tampoco habían superado los halagos a los requetés carlistas ganadores. La gente vivía el día a día con mucho trabajo en aquellos días en los que todo se hacía por fuerza, y mientras, los niños correteaban por sus calles camino a la escuela. Por el camino se iban juntando los de casa Matías, los de casa Orden, los de casa Jaime, los casa de Gorria, los casa de Sorraco, los de casa Bernabel, los de casa Casimiro, los de casa Salaberri,… los de todas las casas del pueblo. Jesús Goñi era uno más entre ellos, de pequeño ya tenía su buen carácter y muchos niños le arropaban a la hora de hacer travesuras, de poco servía la mirada inquisidora de su hermana mayor María Isabel.


Por aquellos años la escuela de Leache se encontraba a rebosar, era una escuela pequeña, de amplios ventanales, con estufa de carbón y pizarra de dentera, con profesor en púlpito y mapa arrugado y medio roto de tanto enrollarlo sobre la pared. Era una escuela con olor a tinta china y fruta de almuerzo, una escuela de pulso de plumilla y lectura de libros todo en uno que se llamaban enciclopedias y que transmitían toda la información del Régimen con dibujos y sin color. Era una escuela de crucifijo frontal y mesas de madera a dúo. Era una escuela de recreo curioso para aquellos niños que se juntaban en ese momento y en todos los demás por las calles del pueblo. Era una escuela donde no se venía a hacer amigos, los amigos ya los tenías.


En aquel ambiente comenzaban las clases de silencio absoluto y pleno respeto al ilustrado maestro, un día, al igual que tantos otros el profesor comenzó a repasar sobre el mapa del mundo los países del mismo, mientras el profesor agitaba la vara y apuntaba sobre un punto en el mapa los niños a coro descompasado contestaban la ubicación como si cantasen los números de lotería: Aaarrrgggeennttiiinnaaaa -gritaban los niños-, Iiiinnnndddiiiiaaaa -gritaban los niños-, Eeessssppaaaañññaaaa -gritaban los niños, ¡Viva España! -replicaba el profesor, ¡¡¡¡Vvviiivvaaa Eeessppaaañññaaa!! -replicaban los niños-. Y así seguía el profesor con el resto de países, ésto se repetía casi una vez por semana, pero un día de alguna semana pasó algo muy diferente, mientras el profesor apuntaba como si fuera un espadachín al mapa un país los niños gritaron al unísono: Rrrruuuussssiiiiaaaaa -acabando a un tiempo y dejando un silencio mientras el profesor apuntaba hacia a otro país-, pero del fondo se oyó una voz que gritó: ¡Viva Rusia!


El silencio se cortaba en el aula y al profesor un puñetazo invisible le golpeó en el estómago, y mientras concretaba de quién era la voz que había oído -que era fácil de averiguar ya que todos sus compañeros se quedaron mirando a Jesús con ojos de asombro de niño, es decir, con los ojos como ciruelas- se preguntaba si alguien pensaría que él les había enseñado esas cosas. El cómo había llegado a aquel niño esa frase de resistencia que provocaba cárcel si alguien gritaba ¡Viva Rusia!¡Muera España! -frase que se atribuye al bando franquista que decían que la decían los otros-, será siempre toda una incógnita, seguramente el amor de lo prohibido para un niño, de su madre Angelita seguro que no lo oyó, de su padre Máximo, un hombre de buen humor, no me podré pronunciar, tal vez Jesús recordaba como su padre en aquellas visitas que hacía la pareja de la Guardia Civil al pueblo desde Aibar y paraban por las casas para beber y comer gratis, su padre les sacaba un vino en el porrón con mezcla de agua y algún colorante, o tal vez el comentario le vino de casa Gorría o casa Salaberri o casa Castillo o de cualquier casa.


El caso es que esa misma pareja de la Guardia Civil -u otra similar- que bebía del porrón aguado aludiendo a lo bueno que estaba ese vino para risa de los hijos de Máximo, se personó en Leache para ver quien era el insurrecto. Lo que sucedió después os lo podéis imaginar, por suerte todo quedó en collejas -o algo más- y una monumental bronca, que no le impidió a los pocos días volver con sus travesuras de niño por las calles de Leache. Por suerte desde aquel día en aquella aula cuando el profesor señalaba los países por arte de birlibirloque saltaba desde Polonia a China con una agilidad de brazo tremenda y hasta cuando marcaba las regiones de España y solicitaba las provincias al coro de alumnos, alguno de éstos miraba a Jesús por si la iba a liar de nuevo gritando: ¡Viva Leache!


6 comentarios:

  1. Tremenda historia, qué bien contada!!!,me he reído mucho aunque el trasfondo es duro, como duros eran aquellos años en los que la libertad de expresión (y otras muchas) ni se sabía qué era.

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  2. Me alegro que te haya gustado, el humor ante todo que no falte. Lo de la libertad de expresión o gamberrada sería más cuestionable, pero efectivamente que no vuelvan esos oscuros tiempos.

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  3. ¿Y la foto de época de los picoletos? Tienen una fama de aquellos años que difícilmente se va a olvidar, pero ¿cómo no les iba a saber bueno el vino aguado que les daban? Si no ganaban ni para pipas, como para permitirse el vino estaban los del tricornio... Así que a caballo regalado...

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  4. Ja, ja, mándame una foto de picoletos de época y la publico. La verdad que eran tiempos duros y el uniforme siempre impresionaba, por eso usaban el lema, "dales vino, que se marcharán por el camino", eso sí, ni crianza, ni reserva. Un beso guapa y grache por pasarte por aquí.

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  5. Gracias David por ese trozo de memoria recuperado. Pero una pregunta, ¿como sabes eso te lo a contado la Maribel?. Desde luego eres un genio haciendo este tipo de cosas.

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  6. Gracias Ibán por pasarte por aquí, la historia recuerdo que me la contaba mi madre cuando salía algún comentario del colegio y de cómo eran en su época, cómo sabes que soy muy preguntón pues he ido tirando de la historia para que no se olvide. Tengo alguna más, pero te gustará la que escribí en junio que se titula "carne de cañón". Un abrazo muy grande.

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