No hay como un buen fuego y buena compañía en estos días grises y lentos, las brasas chisporrotean mientras los amigos están a punto de llegar, el calorcito aviva las conversaciones y mientras alguien llama, una luz amarilla y cálida lo ilumina todo. Cenar, reir y soñar es todo uno, casi hay más brasas alrededor de la mesa que en el fogón, pero no importa, el tiempo podría ser eterno con tan sólo alguna madera, esperanzas e historias se mezclan entre el humo apenas imperceptible que nos rodea. Mientras fuera llueve, al calor del fuego dentro, recreamos la vida del hombre apostado cerca del calor de una lumbre, años de perfección y tecnología para acabar disfrutando de los que el hombre descubrió hace muchos siglos atrás. Confidencias y secretos se mezclan con anécdotas sin sentido. La tarde de invierno se ha hecho noche al calor de la amistad.
Estar alrededor de un fuego es muy acogedor y crea una atmósfera especial entre los que disfrutan de él. Y si encima es en buena compañía, qué más se quiere?
ResponderEliminarUfff, se me ocurren unas cuantas cosas.
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