Cuando cae el sol y el frío se apodera de todo tan sólo el refugio del coche es un buen amigo para protegerte camino de casa, entre el calor del motor y las melodías de la radio rompes la oscuridad de las calles en busca de otro refugio, el de casa, y aunque no estés pensando más que en entrar dentro, a la búsqueda del calor deseado, no puedes por menos que parar y ver la pugna de la luna frente a la oscuridad de la noche. Esa noche la luna pugnaba por iluminar lo que las nubes le querían impedir y por un momento se convertía en el punto de mira de ese agujero que se había abierto entre las nubes.
Desde nuestra casa, un punto de luz iluminaba la oscura noche, como esa luz que guía hasta en los momentos más oscuros. Por un momento me di cuenta que lo que había sido una noche oscura y a la que no había querido mirar a los ojos me había hipnotizado dejando ver la luz que siempre está al final de todo. Seguía haciendo el mismo frío, el viento dibujaba el pantalón sobre mis piernas y el abrigo volaba al son de su melodía, pero ya no tenía frío y tampoco era todo tan negro. Bonita noche de invierno la de aquel día.
Nunca se me había ocurrido que la luna intentado hacerse un hueco entre las nubes pudiera inspirar tanto y tan poético (será que no soy nada creativa, no?)
ResponderEliminarQué será, será, la, la, la, lala…
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