viernes, 11 de marzo de 2011

Vine del norte buscando III: caminos



Cuando hay una cruz en el camino nadie me quiere recordar la alegría que siento, me mira desde arriba pétrea e indolente, viéndome pasear pero juzgándome, es símbolo de muerte y no de vida, y eso que en su suelo nadie descansa, si es que se puede descansar hay abajo, por un momento quiero pensar que no es una cruz, que tal vez es como la espada de un tal Arturo pero a lo cutre y me gustaría sacarla de su verticalidad, pero despierto y me descubro mirándola como antes lo hicieron tantos caminantes. "Vine del norte buscando una canción y una cruz".


En un cruce de caminos, tres cruces que no se cruzan, cruzamos miradas altivas y al pié de cada cruz se entrecruzan vidas e historias, cara y cruz de nuestro destino.


En el camino más cruces, vía crucis particular en otro tiempo repetido por las gentes del pueblo, en procesión detrás del párroco, custodiado de monaguillos blancos, que con su hisopo lanza gotas aquí y allá, en las que alguno de los procesionarios tiene que agachar la cabeza para evitar el impacto acuoso, de fondo el sonido melodioso de las beatas replicando oraciones autómatas de melodías pegadizas irreconocibles. Miro las cruces y me recuerdan los carteles publicitarios de las ciudades, tienen un mensaje muy claro.


Sobre el camino otro camino, tejido de hierro y traviesas de hormigón, como si fuera una escalera en el suelo a la espera de ser torturada por el próximo vagón, un camino exclusivo en medio de un paraíso que no me invita a tomarlo, me asusta y cruzo rápido para no formar parte de la historia y ser un accidente más.


Mi camino ha dado a luz, a parido dos caminos que me invitan a elegir, uno más oscuro, otro más claro, uno de izquierdas, otro de derechas, ¡horror! dije las palabras malditas, las palabras que ya no significan lo que son y que significan lo que no son; rectifico, uno de un lado y otro de otro, al final me voy por el más ancho que presiento tendré más oportunidades de equivocarme.


Y lo bueno que tiene el norte es que todos los caminos me llevan al mismo sitio, al mar, a su agua verde azulada, a su fuerza que los humanos hemos querido domar con muros y rompeolas, pero con las casas pegadas a él para mirarlo todos los días de cerca, el mar en este camino mezcla sus saladas aguas marinas con las dulces aguas del río de la montaña, dulces por decir algo, si me preguntan no sabré responder cual de las dos emprendió primero su camino, yo tan sólo vine del norte buscando una canción y una cruz, la cruz ya la habéis visto, la canción os la dejo ahora en la voz de una niña que la destroza haciéndola más bonita que nunca si cabe.

2 comentarios:

  1. Después de caminar la recompensa es el mar...me encanta!
    Bueno, y recorrer el camino en buena compañía también tiene su recompensa.

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