lunes, 14 de marzo de 2011

Vine del norte buscando IV: refugio



Las paredes protegen, las tapias tapan, la piedra encierra, el limonero y la palmera al refugio del muro, quien fuera maceta, mundo de vida portátil, pero seguro, al arrope de lo malo, quien fuera tan duro como la argamasa que tan sólo muestra heridas de guerra pero se siente firme y seguro, sobre su piel tímidas pinturas de guerra, "mili kk" escritas en verde desecológico. Miro al muro y me dan ganas de asaltarlo y luego saltarlo, que una "a" no sea impedimento.


En el camino me topo con todo tipo de refugios, los hórreos de pies de piedra y cuerpo de madera envejecida, otean el cielo en posición privilegiada, y el que nació para ser granero muestra una terraza abalaustrada de madera que cubría, en otro tiempo, pimientos secos y calabazas recién extraídas del campo, ahora, por contra, parece el mirador de una dama que espera al paso de su amado, horas y horas, para al final verlo y mirar hacia a otro lado.


Un cajón de madera de alero ancho, fabricado a punta y martillo y puesto a prueba de mil tormentas, sus patas finas pero seguras, semejan a las construcciones que haces de niño y que no resisten ni un achís del abuelo. Tejado, pared y suelo con patas.


Más lejos los refugios hablan de guerras y batallas, de vigilancias y miedos, de pasarlo mal, de no dejar entrar ni salir. Las murallas desdentadas guardan en sus piedras muchos recuerdos, de muerte y sangre y de orines de fin de semana, pero hay sigue, esperando la próxima batalla.


Por la fortificación del puerto en Llanes sí que ha pasado el tiempo, donde en otro tiempo paseaban oficiales y soldados marcando el paso a golpe de suela y brazo, ahora quedan agujeros en la fachada y la naturaleza que ha invadido el recinto sin que ningún soldado haya podido evitar este ataque.


Desde aquí se vieron llegar a los barcos de Napoleón, dispuestos a nada bueno, pero la Osa de Llanes se convirtió en cerrojo de puerta y sueño de ventana, y aunque sus paredes fueron castigadas por metralla de artillería marina, allí aguantó mientras pudo, pero los franceses son muchos franceses, y algunos llaniscos eran mucho llaniscos y les recibieron hospitalariamente, así empezaron 18 meses de invitados no invitados, a disgusto tocaba compartir calles y pillerías.


"La partida de Zapatinos / no quier esconderse en Pancar, / sino ponese, juntinos, / a echar franceses al mar… / ¡Sin roncar, sin roncar, sin roncar!, / a echar franceses al mar…" Así cantaban a los franceses, mientras ellos desde el convento de la Encarnación miraban que atropello realizar para entretenerse. Ahora, la naturaleza ha ganado la batalla, árboles y maleza custodian la villa.


Al final de los muros, las casas, señorean sus paredes con orgullo altanero, con mirada superior, no dejando ver su maltrecho interior, que apenas ha sido cuidado desde hace mucho tiempo. Sus fachadas parecen hablar de un pasado orgulloso, todavía me parece ver en otro tiempo al que la mandó construir en el mismo sitio en el que estoy admirando lo que con tanto esfuerzo le costó construir.


Sobre el tejado, tejas, sobre la pared, tejas, aquí llueve y sabemos por donde, paredes naranjas o tejados verticales, parapetos de lluvia que forman cataratas hacia el suelo cuando las nubes se enfadan, un poquito de agua de mar en cada casa.


Estrechos pasajes con paredes de tejas, parece la continuación del tejado o una pared que se quedó corta, pasar entre las dos casas es como desafiar las perspectivas conocidas o hacer el trabajo del violinista en el tejado un poco más fácil


Y finalmente mi gran refugio, mi casa, mi sueño, nuestra casa, nuestro sueño, recargar fuerzas y vida. Vine del norte buscando y me encontré a mi mismo. Gracias Asturias, tú eres mi refugio y gracias Ana por compartirlo conmigo, tú eres mi vida.

La mejor manera de decírtelo, tal vez sea esta canción de Ismael Serrano:



Para acabar de nuevo "vine del norte buscando" en otro cover:



2 comentarios:

  1. Gracias por ser mi apoyo todas las veces que me he caido, gracias por ser mi alegría todas las veces que he estado triste, gracias por ser mi refugio todas las veces que he estado perdida.
    Gracias por ser tú, mi razón de existir.

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